Por: Pablo Vallejo Mejía.
El concepto político de ‘autarquía’ se refiere a la autosuficiencia para producir todo lo que necesita una nación con el objetivo de satisfacer las necesidades y deseos de su población. Suena muy exagerado, y es propio de los discursos dictatoriales para hacer creer al pueblo que no es necesario depender del exterior. Ningún régimen lo ha logrado.
En la actualidad no es posible ser autárquico totalmente. No obstante, cuando enfrentamos la realidad actual y venidera, se comprueba que ha habido, sigue y seguirá la tendencia de abandonar el campo y migrar a zonas urbanas.
¿Cómo retener a los jóvenes campesinos en sus veredas y que puedan ganarse la vida dignamente mediante la producción agropecuaria rentable?
La formulación de las políticas agropecuarias debe enfocarse en la promoción del campo y su fortalecimiento, mediante estrategias que encajen con las políticas del gobierno nacional, relevantes en las zonas rurales municipales.
Qué producir, cómo producirlo y para quién producirlo son tres preguntas básicas para formular la política económica que atañe al campo.
El mercado local a través de las tiendas, graneros, kioscos y distribuidores de alimentos muestran cuáles son los niveles de oferta y demanda de la población local.
Los productos básicos pueden producirse localmente para cubrir las necesidades alimentarias, mientras que las frutas y verduras exóticas cubren deseos o antojos, distintos a las necesidades.
Por eso no debemos ocuparnos en sembrar manzanas, ni peras, ni uvas. Debemos producir lo que nos permite la tierra y el clima. Luego, mejorar la productividad con insumos, técnicas y tecnologías.
Tierra diversa en nuestra región
El Suroeste antioqueño tiene todos los pisos térmicos en los que se puede hacer una explotación rentable de los productos alimenticios de la canasta familiar básica.
La administración debe buscar la forma, y el modo más eficaz, para que haya acceso a capital de trabajo con asistencia técnica financiera y mercadotécnica para abastecer el mercado, buscando estabilidad de precios a mediano y largo plazo.
Cada piso térmico del Suroeste antioqueño debería especializarse en producir lo que mejor se produzca según los suelos y el clima.
Añadido a esto, la asociatividad campesina es recomendable porque se logran enormes eficiencias por la llamada economía de escala, comenzando por la compra de semillas e insumos para la siembra y cultivo; o para las diferentes formas de explotación pecuaria y piscícola. Además, para hacer acuerdos entre los productores y el mercado.
La educación cooperativa debe implementarse en todas las escuelas y colegios. La salud, la educación y la capacitación de los jóvenes deben ser prioridades para aprovechar las nuevas tecnologías e incentivar la permanencia de la juventud en sus veredas.
Aumentar la productividad y la calidad incrementa la rentabilidad: esto debe ser atractivo para no irse del campo.
Los gobiernos municipales deben incentivar la compra local de los productos municipales, en vez de dejar que el mercado mayorista invada a los mercados locales con productos de otras regiones.
La respuesta a la pregunta del para quién producir es evidente que debe ser para satisfacer las necesidades alimentarias locales. Si sobra, se debe ayudar a colocar los excedentes en la Central Mayorista y la plaza Minorista de Medellín.
Ojalá se lograran producciones de alta calidad para surtir a los supermercados. Ese debería ser un plan estratégico: producir tan buena calidad que los excedentes sean apetecidos en los mercados de la ciudad y algún día, con un gran puerto en Urabá, exportables al exterior caribeño, que poco produce y consume mucho.
Cada municipio debe abastecerse de los alimentos que más consume, con el fin de lograr la autosuficiencia alimentaria, como seguridad municipal.
Acercar al productor con el consumidor, mejora la rentabilidad de aquel y posiblemente el precio al consumidor. Si eso se logra, aumenta la calidad de vida del campesino y disminuye sus deseos de emigrar a las zonas urbanas. Apoyemos al campesino.
Pablo Vallejo Mejía vive en la vereda El Líbano del municipio de Támesis desde 2008. Es economista y magíster en Relaciones Internacionales. Sus últimos años laborales los dedicó a la docencia universitaria en la Universidad EAFIT, como profesor asociado del Departamento de Negocios Internacionales.