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No hay que buscar candidatos de otro mundo para que administren lo público. Hay personas calificadas que pueden hacerlo con sentido práctico, formación profesional pertinente, compromiso y sobre todo con respeto y transparencia. Los candidatos que merecen administrar lo público tiene don de gente, sentido de pertenencia, credibilidad y confianza social. Su experiencia de vida les permite hacer compromisos más allá de lo familiar, de su círculo económico y productivo y podrían aportar todo ese aprendizaje acumulado en la administración de lo que es de todos, de lo público.

“Es que no hay con quién, votemos por el menos malo, ni el burro arrima ni el lazo alcanza”, y otros dichos que dan cuenta de la insatisfacción por falta de mejores alternativas de dónde escoger, no siempre expresan pobreza de liderazgo. Hay líderes que ante la corrupción y la politiquería en medio de las que muchas veces se definen los candidatos, prefieren hacerse a un lado, cuestionar, observar desde la barrera o quejarse de lo que está pasando, no quieren someterse al escarnio público en el que muchas veces se convierte una campaña electoral y no están dispuestos a negociaciones por debajo de la mesa, a dádivas comprometedoras que resultan diluyendo sus principios éticos.

La frase repetida y de cajón de épocas pos electorales “cada pueblo tiene el gobernante que se merece”, seguirá escuchándose para bien o para mal, pero es una realidad ante los aciertos o no de los ciudadanos electores que tienen el poder de tomar la decisión de escoger entre los candidatos que surgieron.

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¿Por qué estos son los candidatos y no otros? Las candidaturas de personas que nombramos como cercanas al Suroeste en esta edición, obedecen a procesos que encierran intereses de cada partido, de grupos económicos y políticos, intereses personales… Valdría la pena recordar o averiguar cómo surgió cada uno de los candidatos hasta obtener su aval político: por concertación, a dedo, por imposición de jefes políticos, por voluntad propia… 

Hacer procesos amplios, democráticos y concertados podría ayudar a tener candidatos de mayor aceptación social, que aprovechen el tiempo de campaña electoral para construir su proyecto político con conocimiento de causa, alejados de propuestas ingenuas que resultan ser populistas pero que poco o nada resuelven las necesidades más sentidas.

Los invitamos a tomar la mejor decisión, a votar de manera responsable, consciente, con mucha seriedad y pensando en el país. La responsabilidad de los resultados finales es de todos.

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