Nos dividen las ideologías o las escasas ideas que tenemos de ellas, pero nos une el hambre y la urgente necesidad de evitar el propio sufrimiento y el de los demás. Este es el cambio que necesitamos: superar la pobreza generalizada.
Es nefasto un gobierno que acapara los órganos de control, que no garantiza la división de poderes, que insiste en la guerra, que persigue estudiantes indignados, pero que mira para otro lado cuando los delincuentes decretan un paro armado, que vive de espaldas a la realidad de la mayoría de los colombianos. Es necesario un cambio. Todos los candidatos presidenciales coinciden en esto. El común de las personas estamos de acuerdo en ello.
Muchos creen que debemos elegir desde el miedo, la zozobra, el prejuicio, la desesperanza y seguir entregando el poder político a gobernantes mediocres. Creen confusamente y sin explicaciones que eligiendo a los mismos de siempre van a cambiar las cosas. Esos gobernantes han ejercido tanto tiempo el poder político e institucional que se creen sus dueños por naturaleza. Saben lo que se puede hacer con el poder político. Saben que tienen nuestras vidas en sus manos, que han forjado la historia nacional al antojo y tamaño de sus corruptelas. Desde sus burbujas de privilegio no les da vergüenza levantar la voz para exigirnos obediencia a sus pobres ideas.
Las nuevas generaciones nos estamos tomando en serio postulados vitales para la vida en sociedad. La Constitución Política de 1991 consagra que Colombia es un Estado Social de Derecho. La participación efectiva de la vida en sociedad requiere del conocimiento y del ejercicio responsable de los derechos y deberes por parte de todos los colombianos. Asumir estos postulados de manera mediocre nos aleja del buen vivir, de la convivencia pacífica y del desarrollo progresivo del bienestar social.
Por años nos han prometido representar el interés general, velar por la vida, por la salud, por la educación y el buen vivir de todos. Quizá lo que vivimos por estos días cercanos a las elecciones presidenciales sea un buen síntoma de cambio.
Jeremy Waldron, un gran filósofo, afirmó que el derecho a la participación es el derecho de los derechos. Creemos firmemente en lo que representa este postulado. La libertad de prensa es una garantía fundamental de la vida en sociedad, es una de las formas posibles, concretas y necesarias para la participación de todos, para que conozcamos y ejerzamos responsablemente nuestros derechos.