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Por Carolina Ochoa
Periodista

El Festival de Cine Ituango se ha convertido en patrimonio departamental y nacional, destacándose el impacto que genera en la región antioqueña con la proyección internacional y países invitados como Chile en la reciente versión.

Cada momento, durante los 4 días de festival, implica meses de trabajo, gracias al equipo liderado por Mario Viana García, director desde hace 8 años del evento cinematográfico, quien relevó al equipo fundador del festival, que en aquel entonces apadrinaba el reconocido director Víctor Gaviria.

La undécima edición del Festival de Cine de Ituango “Nuestros ancestros”, deja un balance muy positivo; el festival sigue creciendo en su propuesta técnica y artística, y en la conexión con los territorios. Para esta edición, además de la programación central, realizaron actividades previas en veredas y corregimientos.

“La grafía del afiche coleccionable refleja la ancestralidad, tiene un rostro indígena como protagonista, con la presencia de adultos, jóvenes y niños indígenas Jaidukamá, quienes hacía 8 años no participaban en el festival”, indicó Mario Viana García, director Festival de Cine Ituango

El festival hace parte de ANAFE Colombia, es organizado por la Alcaldía Ituango, la Casa de Cultura Nelson Acevedo, de Ituango y Viana Producciones. Ha sido ganador de la Convocatoria Pública Festivales de Cine de Antioquia 2023 del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia. En esta ocasión, contó con el apoyo del Centro de Promoción Cinematográfica Valdivia, el Festival Internacional de Cine de Valdivia en Chile, el canal regional Teleantioquia, EPM, Comfama, entre otros.

En el primer día del Festival de Cine Ituango se realizó la emotiva proyección de La Roya del director Juan Sebastián Mesa. Este largometraje se rodó en diferentes pueblos del Suroeste, como en Andes, Concordia y Betania, en unas locaciones complejas. Narra la vida de Jorge, un joven campesino que vive en lo alto de una montaña. Todos los de su generación emigraron a la ciudad, pero él permanece en su pueblo a cargo de la finca cafetera que heredó de su padre; allí cuida de su abuelo y tiene amoríos con su prima Rosa.

Las festividades del pueblo se acercan y él espera con ansias rencontrarse con Andrea, su exnovia, a quien no ha podido olvidar a pesar del tiempo y la distancia.

El deseo de volver a verla se convierte en una obsesión, y al tiempo, silenciosamente, una plaga invade los cafetales. Llegan las fiestas, y en medio de la música estridente y las alucinaciones, Jorge comprenderá que todo lo que lo unía con su pasado ha desaparecido y que permanecer en su tierra es un acto de amor y resistencia.

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