“Todos podemos hacer historia, pero sólo unos pocos tienen el privilegio de perpetuarse en el tiempo mediante sus buenas obras y su permanente deseo de servicio a los demás”. Estas palabras pintan a la perfección al maestro Tomás Fernando Llano Tangarife, un guarceño enraizado en el corazón de Titiribí.
Dejó su pueblo natal, El Retiro, para construir su futuro al calor de las tizas y los tableros, transmitiendo con esmero sus conocimientos del idioma español. Fue en Titiribí, donde encontró no sólo su misión de vida como maestro, sino también al amor de su vida, doña Marina, con quien formó una familia. Sus dos hijas son su mayor adoración y bendición.
Desde hace 55 años, este municipio, cuna de trovas y coplas, ha sido testigo de su entrega incansable. Don Tomás es considerado un personaje popular, un verdadero maestro en toda la extensión de la palabra. Porque enseñar, para él, no es sólo una profesión; es una vocación que trasciende el aula y permanece en el alma de quienes tienen el privilegio de conocerlo.
Aunque ya no esté frente al tablero, su espíritu docente sigue vivo. Su pasión por el idioma español lo ha llevado a convertirse en un estudioso, escritor de pluma refinada, presentador artístico y un entusiasta de la radio. Su voz, profunda y cálida, ha narrado historias, presentado eventos y animado celebraciones, dejando siempre una estela de alegría y aprendizaje.
En su casa museo, una verdadera sucursal de la cultura de Titiribí, don Tomás perpetúa su misión de servicio. Este espacio refleja las raíces y personajes del municipio, y día tras día recibe a alumnos buscando ayuda con sus tareas, vecinos pidiendo redacciones y personas que acuden en busca de su inagotable generosidad. A todos atiende sin demora, con su característica respuesta: “¡Ya! Camine, hagámosla”.
Su dedicación ha trascendido los límites del aula. Fue concejal y presidente del Concejo de Titiribí, siempre guiado por el deseo de servir a su comunidad. Por su labor, fue declarado ciudadano titiribiseño por decreto de la Alcaldía, un honor que sólo cuatro personas han recibido en la historia del municipio.
Don Tomás combina su amor por la enseñanza con un espíritu festivo y alegre. Amante de la buena vida, devoto de María Auxiliadora -a quien llama su mamá-, lector apasionado y maestro de ceremonias, es el alma de las fiestas tradicionales, formando equipo con otros locutores locales.
El maestro Tomás sueña cada día con seguir enseñando desde el amor y la cotidianidad. Sus clases ahora transcurren en las calles de Titiribí, en las tertulias que comparte con niñas, niños, jóvenes y adultos, mientras toma café o una aromática.
Como él mismo dice: “el día en que uno no haga nada por los demás, es un día completamente perdido”. Y con esa convicción, don Tomás sigue siendo ejemplo de entrega y pasión, un maestro eterno, cuyo legado vive en los corazones de quienes han tenido la fortuna de cruzarse en su camino.