Comparta esta noticia

En agosto de 2023, Llor Wili Tamayo Franco, caficultor y propietario de la finca Mirantonio, ubicada en la vereda La Soledad del municipio de Jericó, durante actividades de recolección de café, encontró fragmentos cerámicos en un abrigo rocoso utilizado para el almacenamiento de herramientas agrícolas.

Posteriormente, con la Autorización de Intervención Arqueológica No. 8844 del 2024 otorgada por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICANH, se llevó a cabo una investigación detallada que permitió excavar estos sitios y recuperar un total de 283 elementos arqueológicos, incluyendo cerámica y artefactos líticos.

Este hallazgo arqueológico en el escarpe occidental del cañón del río Cauca, en el municipio de Jericó, ha sido catalogado como de interés patrimonial, dado que aporta nuevos elementos al estudio de las prácticas culturales de comunidades prehispánicas en los Andes Tropicales.

Los vestigios descubiertos pertenecen al estilo cerámico Marrón Inciso o Quimbaya Clásico y han sido datados entre el 234 y el 418 d.C. mediante análisis en el laboratorio Beta Analytic (Miami, EE.UU). Según el contexto y distribución del material arqueológico, se presume que los abrigos rocosos fueron utilizados con fines ceremoniales, posiblemente relacionados con rituales asociados al agua y a fenómenos climáticos. No se identificaron evidencias de uso doméstico.

Este hallazgo en la finca Mirantonio es un testimonio invaluable de las prácticas espirituales de las comunidades precolombinas. La presencia de cerámica quebrada intencionalmente sugiere un acto ritual de transferencia de energía a los dioses, similar a los hallazgos en otros sitios sagrados de América precolombina”, explicó el arqueólogo Pablo Aristizábal, quien lideró la investigación.

Los abrigos rocosos documentados se suman a una red de sitios ceremoniales previamente identificados en Colombia y América Latina. Se han registrado hallazgos comparables en las cuevas de Cerro Tusa, Venecia, los organales de Titiribí, el Parque Tayrona en Santa Marta, así como en cenotes del área maya, en regiones del Petén guatemalteco y la península de Yucatán en México. Estos sitios han sido reconocidos como lugares de conexión entre el mundo terrenal y el inframundo, utilizados para rituales de fertilidad y ofrendas de agradecimiento por el agua y la vida.

A partir del hallazgo, se ha formulado un proyecto de turismo arqueológico y ecológico de carácter comunitario, que incluye la instalación de una sala arqueológica en la finca Mirantonio y el diseño de senderos interpretativos para visitantes. Además, se han desarrollado procesos de formación para miembros de la comunidad local como guías culturales, para fortalecer la apropiación y protección del patrimonio.

Como parte de las medidas de manejo arqueológico, se ha propuesto la inclusión de los abrigos rocosos en la red de museos de Jericó, su incorporación al circuito turístico local y la delimitación de una zona de amortiguación que facilite futuras investigaciones.

Se ha señalado que estos espacios podrían verse afectados por actividades como la explotación minera o la construcción de túneles, lo que también podría generar impactos sobre acuíferos y ecosistemas locales. En ese sentido, el equipo de investigación y las autoridades competentes hacen un llamado a garantizar la protección de estos bienes como parte del patrimonio arqueológico de la nación.

La conservación de estos sitios busca no sólo resguardar la memoria histórica, sino también contribuir a la sostenibilidad ambiental y al desarrollo territorial con enfoque cultural.

Lea también: En Jardín: don Alberto Gaviria entre dulces y montañas

Comentarios
Comparta esta noticia