Comparta esta noticia

“Seguiré luchando por la vida y por las montañas que nos han visto crecer y ser”

En la entrada de la casa de don Porfirio Garcés suenan tangos de Carlos Gardel. Del techo cuelga una bandera blanca desgastada que dice: “¡Sí a la vida, no a la mina!”

Estaba podando su jardín cuando llegamos, “le estoy dando amor a los anturios”, nos dijo mientras los veía, en esta labor cuenta con una gan compañía, sus gallinas libres y felices. A su lado, don Rodolfo, vecino y amigo de lucha.

Don Porfirio tiene 86 años y lleva 14 años en esta casa. “Vine cuando murió mi mamá. Esta casa es en arriendo, vivo solo y ya me acostumbré. Me gusta la soledad”. Palocabildo no es sólo el lugar donde vive, es su cuna. “Aquí nací, crecí, aquí vivió mi familia. Esto es todo para mí”.

La tranquilidad del corregimiento es lo que más valora. “Los vecinos son muy amables. Aquí no me preocupo por nada, todo es muy seguro”. Le preguntamos a don Porfirio sobre su niñez en estas tierras. “Mi niñez fue como la de los niños pobres: pobres, pero honrados y trabajadores. Éramos 16 hermanos. Dos no nacieron, dos murieron siendo niños y tres ya fallecieron adultos”.

A los 10 años ya trabajaba con su padre en labores de ganadería. Se levantaba temprano, recogía el ganado, picaba el pasto, ayudaba a ordeñar y luego se iba a la escuela. Al regresar encerraba los terneros para el ordeño del siguiente día. Después trabajó con su abuelo materno, con él cogía café, desyerbaba… en ese entonces los niños trabajaban. Como él mismo dice fue una infancia huérfana de juguetes y de juegos, pero no de enseñanzas.

Durante un tiempo administró la fonda de Palocabildo y vivió en Envigado, Medellín y Bogotá. Pero regresó cuando su padre enfermó. 

Cuando le preguntamos por la minería en Jericó, don Porfirio se pone serio. “Hablar de Anglogold Ashanti es como hablar de un fantasma… una amenaza total para Palocabildo y Jericó. Amenaza nuestras fuentes de agua. Cinco acueductos podrían desaparecer. Y si no hay agua, no hay vida. Lo que producimos aquí se acabaría: el café, el plátano, el guineo, la naranja, el frijol, el maíz… todo. La minería no deja nada bueno. Si es a cielo abierto, esto se vuelve un desierto. Si es subterránea, el suelo se quiebra; esto no es roca sólida”.

Don Porfirio recuerda que encontraron maquinaria de la empresa minera dentro de una reserva forestal protegida: “nos dijeron que el Alcalde les había dado el permiso, pero nunca mostraron nada”. Retuvieron algunas herramientas hasta que llegó la Policía, y solicitaron una reunión con la comunidad, el Alcalde, Corantioquia y la empresa. “El Alcalde no asistió. Corantioquia mandó a alguien. La empresa no dio la cara”.

Habla con indignación sobre lo que está pasando con él y los otros 10 de Jericó.Nos amenazaban con cárcel, con casa por cárcel. Eso es quitarle a uno la libertad. Pero también fue un orgullo. Estábamos defendiendo lo nuestro. Sentíamos que teníamos la razón. Dijeron que no harían estudios más arriba de Palocabildo, pero aprovecharon la noche para montar plataformas mineras. Nosotros desmontamos una. Dicen que yo andaba con machete y garrote, que cargué herramientas. Eso es mentira. Nunca he usado machete ni garrote”.

Asegura que en otra ocasión, en la vereda Manzanillo, unos trabajadores de la empresa se hicieron pasar por campesinos: “querían montar otra plataforma sin consultar. Siempre actúan a espaldas de la comunidad”.

Según don Porfirio, incluso los exámenes en las fuentes de agua fueron un engaño: “decían que era para el beneficio de los campesinos, pero era para buscar oro y metales. Luego vimos un helicóptero sobrevolando la zona con detectores. Nadie nos explicó nada”.

Se fue para el pueblo con un vecino y habló con el alcalde. “Le dije: ¿Cómo así que usted no sabe lo que está pasando aquí? Me respondió que los permisos los daba Corantioquia. Pero eso tampoco me convenció”. Recuerda don Porfirio que un mes después convocaron a una socialización del proyecto, pero que la comunidad no fue invitada. “El primero en hablar y defender a la empresa fue el Alcalde. Ahí entendí que nos estaban mintiendo, se burlan en nuestra cara”.

No voy a retroceder. Me siento orgulloso del hermanamiento de esta región. Espero que todos tomemos conciencia y no se la vendamos a la minería. Esta tierra es vida y la vida no se negocia”.

Lea también: Don Gustavo Arboleda

Comentarios
Comparta esta noticia