Por Luis Gonzalo Pérez Giraldo Secretario de Acuatámesis
Los conceptos aquí expuestos son el producto de varias lecturas, pero sobre todo del texto «Impactos a perpetuidad: El legado de la minería» escrito por Andrés Eduardo Ángel Huertas, en octubre de 2019 y del «Concepto técnico Estudio de Impacto Ambiental proyecto Minera de Cobre Quebradona» emitido por Corantioquia en marzo 19 de 2020.
En ambos documentos se exponen datos y aproximaciones a los daños ambientales, sociales y económicos a los que nos expondremos los habitantes de Támesis, Jericó y en general, todos los municipios del Suroeste con el proyecto Quebradona y sus desarrollos posteriores. Esto es lo que nos convoca y a lo cual nos oponemos pues quieren cambiar nuestras vocaciones sin nuestro consentimiento.
“A pesar de que la minería a gran escala tiene el potencial de contaminar el agua de una cuenca por siglos, incluso, por milenios, la mayoría de países de América Latina carece del concepto de impactos a perpetuidad”. De este concepto parten los funcionarios de AGA para exponer en todos los escenarios a los que son convocados para soportar su trabajo, diciendo que el mismo está dentro de la legislación Colombiana, lo cual puede ser cierto, pero es una verdad a medias.
La primera y más obvia afectación de la minería de metales a gran escala es la destrucción del paisaje y de elementos naturales. Sin importar que se desarrolle por el método de cielo abierto o como minería subterránea, su naturaleza implica extraer, concentrar y transformar minerales, metales y rocas por lo que es inevitable generar este impacto.
La destrucción de elementos naturales se refiere, por ejemplo, al impacto asociado a la destrucción del subsuelo, de acuíferos (libres y confinados, primarios o por fractura) o a su modificación permanente. Estos cambios se deben a colapsos de los túneles y a episodios de subsidencia, además de modificar irreversiblemente el ciclo hidrogeológico local y otros impactos asociados.
Por otro lado, la contaminación de agua en el largo plazo y a perpetuidad en actividades mineras se da principalmente por dos vías que deben distinguirse claramente:
1. La introducción de sustancias que coadyuvan a la separación y a la concentración de los elementos de interés económico (con reactivos químicos) y,
2. la liberación de sustancias naturalmente contenidas en las rocas objeto de la explotación (sulfuros, arsénico, metales pesados y otros).
Las afectaciones a perpetuidad en el paisaje, un bien inmaterial para los habitantes del territorio, no solo de las veredas donde estará la subsidencia (Quebradona específicamente) sino también Vallecitos, La Soledad, y La Hermosa. Será precisamente este fenómeno, el de la subsidencia, que convertirá un área de utilidad económica en un espacio donde no se podrá ir ni siquiera de visita.
El paisaje, además, se afectará a perpetuidad en la zona baja, en la vereda Cauca, pero no solo en ella, sino en todo el entorno circundante y a muchos kilómetros de distancia, pues la presa de relaves alcanzará una altura de hasta 212 metros en un área de 156 hectáreas, transformando para siempre nuestra apreciación de este bien inmaterial.
Las afectaciones a perpetuidad al agua son las de mayor gravedad para la economía y toda clase de vida: vegetal, animal y humana, no solo en el entorno, sino aguas abajo, por la contaminación de las mismas provenientes de los túneles.
Aguas superficiales de infiltración y subterráneas, que en el proceso de romper el equilibrio terrestre impregnarán las rocas y arrastrarán los componentes libres de las misma, como sulfuros, arsénicos, metales pesados y otros, llevándolos consigo.
Las aguas superficiales que más resultarán afectadas a perpetuidad en su caudal, en la parte alta de la montaña (no las únicas) por la explotación minera, y que el Estudio de Impacto Ambiental evalúa de forma limitada e inconveniente, serían La Fea y Quebradona.
En la parte baja, o valle, las aguas superficiales que mas resultarán afectadas a perpetuidad (no las únicas) por la explotación minera, y que el Estudio de Impacto Ambiental evalúa de forma limitada e inconveniente, son La Vainillala, La Guamo y El Dique.
Las aguas superficiales, que son las que mas conocemos, sufrirán a perpetuidad afectaciones gravísimas en la zona de explotación y en la de influencia, a tal punto que muchas de ellas tendrán que ser canalizadas por largos trayectos para evitar que se conviertan en aguas subterráneas que se contaminarían o perderían su función actual para la vida en su entorno. Lo dice el Estudio de Impacto Ambiental.
En el Estudio de Impacto Ambiental presentado por la empresa minera a la ANLA se puede leer que a los relaves se les extraerá los componentes sulfurados de pirita, con el fin de evitar, EN LO POSIBLE, la producción de drenajes ácidos en el sitio de destino final (dique de relaves). El compromiso de la minera con el medioambiente queda plasmado en este concepto, el cual nos llena de incertidumbre y por ello nos oponemos a su realización.
El abatimiento del nivel freático en la zona de túneles, zona aledaña a la subsidencia, zona de construcción de la planta industrial en la vereda Cauca y zona de influencia oriental, margen derecha de la quebrada La Guamo, que corresponde al municipio de Támesis, es algo que merece nuestra especial atención porque modificará a perpetuidad nuestra forma de relacionarnos con el territorio, pues perjudicará toda manifestación de vida, bien sea por esta causa o por contaminación.
El Estudio de Impacto Ambiental -EIA no especifica por cuánto tiempo después del cierre de la mina se tratarán las aguas que discurren de los túneles y fluyen haca el destino final que es el río Cauca, produciendo una incertidumbre razonable en los habitantes ribereños sobre los riesgos para todo tipo de vida de dichas aguas, lo cual no tiene límites establecidos en el tiempo.
El EIA no considera, en absoluto, que la cercanía al río Cauca de la explotación, planta industrial y depósito de relaves, pueda afectar de alguna manera esta arteria hídrica, que además fue declarada como sujeto de derechos por el Tribunal Superior de Medellín, según Sentencia 201900071, sabiendo, como lo muestra los datos, que el depósito de relaves queda ubicado en pendiente a pocos kilómetros del mismo.
Los daños permanentes de la minería requieren acción constante y un financiamiento que no es posible garantizar en el tiempo. Además, dada su gravedad, solo es posible mitigarlos de manera parcial, pero no remediarlos totalmente.
El tratamiento, solo de las aguas con afectaciones a perpetuidad en USA, como consecuencia de las explotaciones de minería metálica durante el año 2013, se calculan entre 57.000 y 67.000 millones de dólares y el volumen tratado entre 16.700 y 16.900 millones de galones (Earthworks, 2013).
Las afectaciones a perpetuidad en lo social no las contiene el Estudio de Impacto Ambiental. Por ejemplo, que en la presa de relaves quedarán enterradas hasta una tonelada de onzas de oro. Específicamente el EIA reconoce que el potencial de oro sería de 2.343.000 onzas aproximadamente y que se podrían extraer el 57.6%, quedando enterradas en el depósito de relaves, en la mina, o ambas, entre 890.000 y 1.000.000 onzas de oro que atraerán muchos intereses.
En todas las zonas mineras del mundo donde queda oro disponible, después del cierre, se generan migraciones de personas que terminan modificando a perpetuidad la organización social, política, económica y de seguridad de las poblaciones de la zona de influencia minera, razón por la cual esperamos que la ANLA no autorice la licencia ambiental a este proyecto.
Por todo lo anterior, los habitantes de Támesis proponemos a la ANLA la prevención de esos daños, más que su corrección, antes de ser autorizados con la Licencia. ¿Por qué no someter los proyectos a procesos de evaluación adecuados sobre los riesgos que implican para el ambiente y para las personas?
Abogamos para que la evaluación se base en la mejor información científica disponible, que contemple alternativas y que sea realizada de forma independiente para garantizar resultados objetivos.
Si el análisis establece que un proyecto generará daños a perpetuidad, que no podrán ser abordados adecuadamente, el mismo debe ser rechazado.
La minería, especialmente la de metales, no es un buen negocio y siempre generará daños ambientales y sociales. Los tomadores de decisiones así lo deben entender.
Por Luis Gonzalo Pérez Giraldo, nacido en el municipio de Támesis y radicado en el mismo, luego de haber vivido, estudiado y trabajado en la ciudad de Medellín. Licenciado en Educación, área mayor, Español y Literatura de la Universidad de Antioquia. Dedicado al trabajo comunitario como presidente de la Junta de Acción Comunal de mi vereda, secretario de la Asociación de Acueductos Comunitarios de Támesis, secretario de uno de los acueductos comunitarios de la vereda y participante activo del Comité por la defensa Ambiental del Territorio -CODEATE.