La apicultura artesanal en Colombia inició en la década de los años 70, su explotación ha aumentado debido al conocimiento y conciencia de la importancia de las abejas como principales polinizadoras de bosques nativos y cultivos agrícolas. Con la implementación de las políticas de protección de las especies Apis mellifera y ANSA (abejas nativas sin aguijón), la extensión educativa en apicultura ha tenido mayor cobertura.
Lennis Paola Camargo Díaz, apicultora e instructora del SENA, asegura que la apicultura en el Suroeste de Antioquia ha incrementado su expansión en los últimos cinco años a través de programas de formación y de la caracterización, “entre los 23 municipios que conforman el Suroeste, se tienen conformadas tres asociaciones de apicultores en los municipios de Betania, Salgar y Santa Bárbara. En otros municipios los apicultores están asociados en cooperativas del sector agropecuario e industrial. Al sector apícola se han integrado diversos actores que han apoyado a los apicultores del Suroeste de Antioquia, entre ellos el Sena, la Fundación Aurelio Llano, la Universidad de Antioquia y la Gobernación de Antioquia”.
Cada vez es más amplia la cadena apícola: productores y comercializadores de material apícola (aserríos-fabricación de colmenas), empresas textiles (fabricación de uniformes), comercializadores de otros insumos, mano técnica para manejo de colmenas, comercializadores de productos de la colmena (miel, polen, propóleo, jalea real, material biológico), procesadores de los productos (farmacología, cosmetología, alimentos).
El impacto social y ambiental de la apicultura radica en la protección de los polinizadores a través de campañas de capacitación y sensibilización a la población, el uso racional de agroquímicos, el cuidado de especies arbóreas nativas, la conservación de bosques y la promoción del consumo de productos originados de las colmenas.
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