Del 27 al 29 de julio se realizó en Andes el tercer Festival Días del Arcoíris, un evento que busca generar espacios de diálogo, construcción e intercambio de experiencias en torno a las diversidades sexuales e identidades de género en el municipio.
El festival se presenta como una estrategia de paz y una alternativa disidente, educativa, y cultural, que pretende sensibilizar y crear espacios de conversación dentro de la comunidad frente a las diversidades, los derechos humanos, la salud mental, sexual, y reproductiva, cuestionando así las estructuras de pensamiento binario y patriarcal que aún prevalecen en los imaginarios.
Este año contó con actividades como talleres sobre derechos sexuales y reproductivos, conversatorios de género y diversidad, círculos de palabra y otros espacios artísticos y culturales.
Conversamos con Jennifer Vargas Pérez, docente e integrante de los Colectivos organizadores; Colectivo Teatral La Tempestad y Colectivo Cultural Ikuna.
¿Cómo surgió el Festival Días del Arcoíris?
El Festival Días del Arcoíris surgió en el año 2021 en una conversación que sostuve con el docente de teatro Jorge Vásquez, salíamos de un ensayo de teatro en la ciudadela educativa de Andes y en una cuadra nos fuimos conversando, él me hizo la pregunta sobre los personajes y los espacios de la población LGTBIQ+ en el municipio, allí yo le conté que no habían espacios y que a uno de los personajes del pueblo que le decían “Laisa” la habían asesinado de una forma muy cruel en diciembre del 2019, ella se caracterizaba por ser muy extrovertida y caminar con tacones muy altos con tanta propiedad como tal vez nadie más lo hacía.
A partir de ahí, él me pregunta también, si en Andes se conmemora el mes del orgullo, le respondí que no había ninguna acción respecto a la defensa o conmemoración de los derechos de la población LGBTIQ+. Así que, decidimos hacer algo entendiendo la falta de sensibilidad y empatía hacia la diversidad, conversamos con el colectivo LGTBIQ+ del municipio pero al no ver mucha receptividad, pues casi no estaban integrados y activos, acudimos al Colectivo Cultural Ikuna del que hago parte desde el 2019, allí encontramos mayor receptividad de parte de su líder Estefany Pérez y empezamos a construir la agenda para la primera versión con un espacio de lecturas, una charla con varios activistas en temas de disidencias sexuales y una tarde de presentaciones artísticas denominada “Tarde de los Colibríes”.
¿Qué se ha logrado con la realización de este festival?
El Festival ha tenido varios logros, entre esos, que los jóvenes que normalmente se han sentido reprimidos por una sociedad que tiene unas expectativas de acuerdo a su genitalidad, entienden que hay otras maneras de existir y habitar los cuerpos, y que ellos mismos se atrevan a ser lo que su interior les pide sin fijarse en constructos sociales. Por otro lado, el festival ha permitido promover el arte y la cultura en el municipio, finalmente quienes asisten a los espacios de Días del Arcoíris son todos y todas, familias, niños, niñas. No hay que ser de la población LGBTIQ+ para querer aprender, tener mayor empatía o disfrutar del arte y la literatura.
En su tercera versión el Festival logró ganarse una convocatoria con Fondo Lunaria Mujer llamada “Acuerpando mis derechos” y gracias a esto se pudo generar un encuentro entre colectividades del Suroeste y el Oriente antioqueño. También, esto permitió que se trajeran diferentes artistas y talleristas para que se vincularan al Festival, ya que a través de su conocimiento y arte transmiten el mensaje que queremos promover en Días del Arcoíris: la no violencia y la no discriminación hacia las disidencias sexuales.
Desde tu posición ¿por qué son importantes este tipo de eventos en el Suroeste?
Estos espacios son fundamentales y gracias a varios encuentros que hemos tenido con otras colectividades, entre ellas la pasada Asamblea Departamental para la construcción de Política Pública en pro de los derechos de la población LGBTIQ+ nos dimos cuenta de que hay otras mesas diversas en La Pintada, Concordia, Hispania, Jericó, Titiribí, Valparaíso y otros municipios del Suroeste que están haciendo acciones afirmativas con el mismo objetivo que tenemos en Andes.
En este sentido, es fundamental que en el Suroeste sigamos trabajando por este objetivo, porque, aunque creamos que ya no existe la discriminación; la violencia empieza desde una mirada de rechazo, un mal chiste, la falta de aceptación en las familias cuando el hijo o la hija se sale de lo que tradicionalmente se ha esperado de su género u orientación sexual. Aún falta mucha conciencia social y más empatía en estos municipios del Suroeste en donde algunas personas se escandalizan por el amor, pero normalizan el odio y la violencia.