¿Sabía que el creador de la buñuelería más famosa de Medellín es amagaseño?

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Esta es una historia larga, con forma circular y que da vueltas; pero no por tener un rumbo perdido, sino porque es la esencia de la historia: las vueltas que da la vida y las vueltas que da… un buñuelo.

José Alberto Granados es el protagonista de esta historia. Tiene 69 años. Nació en Amagá. Es el fundador de Buñuelos Especial, un local ubicado en Medellín en el barrio Belén. Funciona casi todo el año porque para comerse un buñuelito no hay que esperar a que sea diciembre. Solo descansan el 1 de enero y los días festivos de Semana Santa.

“Para llegar acá di muchas vueltas. La vida no es donde uno quiera si no donde le toque. Mi papá tenía una panadería en Minas [centro poblado de Amagá], y Alirio, un tío mío, tenía una en La Floresta [Medellín] y yo me vine detrás de él porque mi papá había subarrendado la panadería, ¿sabe a cómo? ¡A 20 pesos! No daba. Entonces me vine donde el tío mío para ayudarle, por la comida, porque nosotros no teníamos estudios y ese fue un escampaderito”.

Seguía la vida dándole vueltas: un primo de él, también amagaseño, le dijo que empezaran a hacer buñuelos en la casa. Así que los vendieron en Aranjuez [barrio de Medellín]. “Con tan mala suerte que me sacó al poquito tiempo; pero un amigo de Amagá, Mario Rivera, que tenía un granero por Campo Valdés [Medellín], me ayudó mucho: a conseguír una casita y me compraba los buñuelitos”.

Tiempo después, con otro amigo que había conseguido, cambió de vivienda hacia Belén y, por ende, el lugar para vender los buñuelitos. Allí, desde hace más de 48 años, consolidó su receta, fortaleció su equipo de trabajo -entre ellos varios amagaseños- y su método basado en la calidad, el aseo y el servicio al cliente.

La historia sigue dando muchas vueltas, pero la podemos resumir en que la vida de Alberto empezó en el Suroeste y, aunque ahora esté en Medellín, siempre lleva en su corazón a la tierrita del carbón que lo vio nacer y donde comenzó, sin saberlo, una historia que se convirtió en tradición para todos los antioqueños.

Ahora sí. Yo sé que se antojó. ¡Vaya, vaya por un buñuelo! Así no sea los que hacen donde don Alberto, sienta la historia, disfrútela porque es crocante, suavecita y con sabor, como los buñuelos que venden en la Especial. Y cuando pase por Medellín, dese la vueltica por allá.

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