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Esclavitud y emancipación gradual en el Pacífico negro colombiano

  • Título:                   Cautivas de la libertad
  • Autora:                Yesenia Barragán
  • Género:               Historia
  • Editorial:              Planeta
  • Año:                      2023

COMENTARIO.

Vuelvo a tomar la lectura del libro de Yesenia Barragán después de una breve pausa, para terminar con esta tercera parte (la parte final) mi comentario sobre esta obra, que se centra ahora en la etapa que va desde la libertad definitiva de los esclavos (1 de enero de 1852) a través de la figura de las juntas de manumisión, hasta el momento que vivimos hoy los colombianos, etapa esta que tiene una importancia especial por cuanto es la que atañe de manera directa a la Colombia del momento y la que, para efectos metodológicos y de una mejor comprensión, he estructurado alrededor de tres conclusiones:

Número 1.

En el proceso de manumisión de los esclavos se pensó fundamentalmente en la salvaguarda de los intereses económicos de los esclavistas, no en la reivindicación de una clase que, por siglos, había sido sometida.

La obra Cautivas de la libertad pone al desnudo la enorme vulnerabilidad de una clase social (los esclavos descendientes de africanos traídos África), que había sido despojada salvajemente de sus más elementales derechos, empezando por el de su propia identidad y libertad, para ser sometida a un trato denigrante con la idea de que sus miembros no eran más que un objeto, un animal de carga sin un valor diferente al de un artículo comercial. Sabemos, por innumerables documentos, que el dueño (amo) de un esclavo en América era propietario, en la práctica, inclusive de la vida de este y, desde luego, dueño de su propio cuerpo del que podía hacer uso incluso para fines sexuales, especialmente en el caso de las mujeres. Pese a esta enorme injusticia para con los esclavos, en las discusiones sobre cómo ponerle fin a esta práctica lo que primó siempre fue el resarcimiento económico a los esclavistas y prácticamente nadie pensó de manera seria cómo iba a ser el futuro de estas personas ya como ciudadanos libres. Algo para lo cual, con toda seguridad, estos no estaban debidamente preparados.

Número 2.

La población negra, ahora teóricamente libre, precisamente por su falta de preparación para llevar una vida normal dentro de una sociedad que siempre los tuvo sometidos, pasaron a vivir dentro de un nuevo estado de esclavitud. 

La precaria realidad, plagada de taras, desmotivaciones y defectos propios de una clase social que no tuvo durante aproximadamente tres siglos ninguna oportunidad de educarse, de madurar como sociedad, de vivir como ciudadanos libres y de tomar conciencia de su propio valor como seres humanos, dentro de la cual se encontró la población negra en la segunda mitad del siglo XIX es, para acabar de hace más difíciles las cosas, vista de una manera desdeñosa y arrogante por parte de la élite blanca de Colombia; eso quedó claramente expuesto en las palabras de Agustín Codazzi (el director de la Comisión Corográfica de Colombia), cuando señaló refiriéndose a la población negra: “… la ignorancia, por una parte, la desidia por otra, un orgullo mal entendido poque hoi (sic) son libres, hacen que siempre sean (lo que son en realidad) esclavos de sus propias necesidades”. Por su parte, Santiago Pérez Manosalva, presidente de Colombia en el período 1874 – 1876 y quien había formado parte de la citada comisión por breve tiempo, e integrante por breve tiempo, va más lejos aún, ya que, para él, “… han pasado de ser siervos de hombres, a ser siervos de vicios”. (Citados por la autora en la página 383). Esta visión racista queda ratificada también por la autora del libro, cuando indica que “La ley de libertad de vientres consagraba aún más la persistente idea racista… de que las personas negras, independientemente de su edad, no dejarían nunca de ser  niños, incapaces de desempeñarse como adultos racionales” (Pág. 400)   Paradójicamente, pues, para esta élite los únicos responsables de las taras y defectos de quienes ahora gozaban de la libertad, no eran otros que la misma población antes esclavizada.

Número 3.

La región y la población del Chocó y, en general, de las regiones en las que la práctica de la esclavitud era la base de la economía, han sido históricamente abandonadas por el Estado.

En el epílogo del libro, la autora reflexiona sobre las condiciones de marginalidad en las que, a través de la historia, ha tenido que vivir la comunidad afrodescendiente del Chocó. Inclusive un derecho un derecho ancestral como el de la propiedad de las comunidades negras, cuya extensión llega a ser de 3 millones de hectáreas bajo titularidad colectiva, “la mayor cantidad de todos los departamentos de la cuenca del Pacífico, a la fecha de 2014” es, en gran parte, “papel mojado”, al tiempo que la violencia (la guerra civil, dice la autora) no solo ha entrado para hacer más compleja la realidad social y para cambiar el panorama con respecto a la titularidad de esas tierras. Fenómenos como las guerrillas, el narcotráfico y la actividad militar del Estado, a menudo con el apoyo de grupos paramilitares, son fenómenos que persisten frente a un Estado que con frecuencia parece estar siendo copado por los hechos.

Uno de los indicios más evidentes del abandono de la Nación de las regiones como la del Chocó es el hecho de que, la existencia de las etnias afrodescendiente e indígenas fueron oficialmente reconocidas como partes constitutivas del territorio nacional, con derechos propios, solo hasta la Constitución de 1991. Aunque, si bien este reconocimiento no es una solución real a esta situación de abandono, sí marca un camino para que la sociedad tome conciencia de su existencia. Para que estas comunidades en algún momento de un futuro, ojalá no muy lejano, no sigan siendo cautivas de condiciones sociales precarias, sino auténticamente libres.

Lea también: Cautivas de la libertad – Parte 3


Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López 
(San Gregorio)
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