Por Simmon David Ayala Mosquera
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo UPB
“Cómo somos vistos determina en parte cómo somos tratados; cómo tratamos a los demás se basa en cómo los vemos; tal visión proviene de la representación”.
Richard Dyer.
En los últimos seis o siete meses he tachado de mi lista alrededor de 70 películas enmarcadas en el New Queer Cinema o cine de representación LGBTIQ+. Desde que empecé a identificarlas, tengo una lista exclusiva para este contenido, lo que me recuerda a la discusión interminable de por qué en la búsqueda de igualdad es necesario tener segmentos, protestas o espacios exclusivos para una comunidad.
La respuesta está en el mismo planteamiento que abre la pregunta: es necesario tener espacios para los grupos sociales históricamente discriminados y reprimidos, porque de no tenerlos, los grupos dominantes que han ejercido dicha discriminación acabarían ejerciendo su poder sobre ellos nuevamente. Esta lógica puede — y debe — ser llevada a todos los planos del esquema social: las instituciones políticas, los centros educativos, el espacio público y, en definitiva, los medios de comunicación.
¿Por qué hacer énfasis en los medios? Lo queer necesita un espacio en estos, porque en la actualidad aquello que no tiene voz o no está representado en los medios, es silenciado, oprimido, no existe.
Para empezar, lo anterior es consecuencia de que la sociedad contemporánea funciona en gran medida bajo la lógica de los medios de comunicación. Este sistema puede empezar a identificarse con la creación de la imprenta en el siglo XV, un invento que daría inicio a la difusión masiva de ideologías e información y que, a su vez, sería el punto de partida de la prensa, también conocida como “el cuarto poder”.
Ahora, con los diferentes medios que van de la radio a las redes sociales, pasando por la televisión e incluso el cine, la influencia de estos es mayor. Así lo expone el experto en estudio y formación para medios Len Masterman en su libro Teaching the media, en el cual hace más de cuatro décadas ya identificaba que “…en la sociedad contemporánea los medios son importantes creadores y mediadores del conocimiento social”, además de que tienen diferentes modos de representar la realidad e impregnar ideologías en sus representaciones.
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Esta teoría sobre el papel de los medios en las funciones de la sociedad se ha complejizado a tal escala, que hoy en día se habla de términos como el “pseudoentorno” propuesto por Walter Lippmann, para referirse a la realidad que se crea a partir de la información que sale de los medios de comunicación; una realidad no necesariamente fiel a la existente, pero que condiciona a los individuos en su forma de pensar y ver el mundo.
Es claro entonces que los medios tienen una gran incidencia en la sociedad, pero esta no es la única razón por la que las voces LGBTQ+ deberían tener más protagonismo en ellos. Adicionalmente, los medios cumplen un carácter de enseñanza en la sociedad, educan a los públicos y modelan su cultura. Si la información que sale de los medios influye en gran medida en la manera como se perciben las cosas, puede construir o deconstruir imaginarios, o cómo diría el teórico de la agenda setting Donald Shaw, puede hacer que el público sea consciente o ignore una realidad/problemática.
Martín Barbero hachizoe referencia a este tema en su texto Heredando el futuro. A pesar de ser crítico frente a la relación entre la educación y medios como la televisión, resalta que esta última es una herramienta que hace cortocircuito con los paradigmas instaurados en la tradición aprendida, pues permite que los públicos sensibles a contextos más diversos como los niños o los jóvenes, conozcan de primera mano y bajo códigos de fácil comprensión, nuevos modos de circulación de la información, desenmascarando así realidades censuradas por su contexto cercano.
Si aplicamos esto a un ambiente altamente conservador y discriminante hacia las minorías, la posibilidad de acceder a contenidos diversos y disidentes de las limitaciones culturales de una formación conservadora, podría representar un importante cambio social; Barbero sostiene incluso que las imágenes tienen la capacidad de anticiparse a discursos y conceptos. Aquí es importante traer a colación algo que la socióloga Paola Peña plantea en el escrito Memoria, cine y modernidad, y es que la producción audiovisual es más que una fiel representación de la realidad, los medios pueden afirmarla o negarla, pues tienen la capacidad de plasmarla con total exactitud o crearla a partir de nuevas perspectivas.
En mi opinión, esos nuevos enfoques son los que transforman la sociedad. La influencia y capacidad educativa de los medios, ese encuadre de realidades diferentes a las que conocemos, proporciona la capacidad de ir hacia adelante y evolucionar en diferentes ámbitos, reconocer un mundo que va más allá de lo que nos han instaurado. En consecuencia, la representación de las minorías en los medios es necesaria para conocer al otro en la diferencia e incluso reconocerse a sí mismo.
Aquí me remito a la experiencia personal. Al cuestionarme sobre la decisión de trabajar sobre la representación queer en los medios y por qué tener un listado exclusivo de producciones LGBTQ+, llegué a la conclusión de que se debe en gran medida a que durante muchos años, en especial aquellos de gran importancia para la formación de la personalidad (infancia y adolescencia), no tuve acceso o exposición alguna a personajes que validaran aquello que sentía, que no comprendía en su totalidad y que, para colmo de males, era señalado como “pecado” o “crimen” por la moral de mis únicas fuentes de información: familiares, docentes o medios de comunicación hechos a medida por y para una sociedad conservadora.
Así fue como acabé por normalizar la represión de las identidades sexuales o de género diversas e interiorizar la discriminación hacia estas; tal como en los medios a los que tuve acceso, el tema se volvió tabú. La politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann propuso la teoría de la espiral del silencio aplicada a la opinión pública, una idea que puedo asimilar con el proceso de representación en los medios.
Neumann define que la sociedad amenaza constantemente con el aislamiento a los individuos que tienen ideas contrarias a las mayoritarias, por lo que los individuos tienden a opinar en razón de la influencia de esas posiciones dominantes. En otras palabras, las personas opinan y hablan de acuerdo con lo que la mayoría piensa, por lo que en muchos casos se debilitan las ideologías consideradas minoritarias, incluso antes de haber tenido la oportunidad de ser expresadas y sin dar paso a la conexión que se puede generar con otros planteamientos similares. La mayoría habla y crece, mientras que la minoría se silencia, disminuye.
Queda la duda: ¿Cómo escuchar a quien no tiene voz? No es posible respetar la diferencia que no se conoce, ni alzar la voz y reconocerse como parte de algo que no es visible. Retomo la frase inicial del académico inglés Richard Dyer extraída de su libro Essays of representation, una recopilación de ensayos que él considera de carácter político por la idea de que “…cómo se trata a los grupos sociales en la representación cultural es parte integral de cómo se les trata en la vida real. La pobreza, el acoso, el odio a sí mismo y la discriminación (en la vivienda, el empleo, las oportunidades educativas, etc.) son reforzados e instituidos por la representación”.
Ilustraciones Daniel Steven Zapata @daniel.graficoo