Por Nicolás Antonio Vásquez López Cronista
Salgo a correr en la mañana, en la tarde, en la noche. No tengo horario, sólo lo hago o no lo hago; es una actividad indispensable y a la vez prescindible. La vida me parece un poco así. Las calles siguen igual, eso creo; los vecinos han muerto. Antier, ayer, la gente se acostumbra a morir hoy. Las aves vuelan bajo para aterrizar sobre estatuillas de yeso frío, los trabajadores arreglan la mochila acomodando las curvas del caparazón a los dolores de espalda, las madres persiguen al niñito empelota con el pañal desbordado y hediondo, los ruidos del pueblo suenan cada vez más similares a la ciudad, la retroexcavadora araña las entrañas de la tierra pantanosa, los niños estudian las leyes físicas, la aritmética, el lenguaje y la geografía… ¡Fantochadas! Las leyes del Universo no las enseñan otras personas, ¡no!, son accidentes íntimos, vínculos en lo profundo de la tierra, encuentros en lo alto de la desesperación. Mientras corro, el pueblo se dibuja distinto, extraño, aglutinado de fantasmas indescifrables. No puedo comprender las formas; las sombras, los umbrales de las puertas son desconocidos. La mula me mira; ella sabe más que yo de la vida, lo intuyo, su mirada profunda como lagunas de tinta escribiendo una balada, un blues lo dice. Nació mula en un mundo de bestias.

Arriba en lo alto del firmamento, las estrellas parecen foquitos de otro pueblo escondido, una villa en el cielo de calles de nube y gentes flotantes. A todas estas: ¿por dónde corrí hoy? Tal vez Camilo C, Malabrigo, La Ferrería, Minas… A fin de cuentas, todas bajo el mismo sol están. Las hace distintas el azar. Así canta el poeta Barba Jacob: … “Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría”… Tal vez no; para el forraje masticado por el chasquido de la mula, el sol quema como ayer, el agua a temperatura de la condenada intemperie se bebe igual, y las rindas aprietan, aprietan, aprietan. Aunque la esperanza mentirosa nos hace doler el futuro y el futuro nos duele hoy. No sé si la mula leyó algo en mi mirada. ¿Encontró algo rescatable? Asimismo, no sé qué será mi futuro, el futuro que me duele hoy… Me duele masticar la rumia de pensamientos que no son del ahora y el ahora vivir en el futuro, más bien perdido, oculto… extraviado en un pueblo extraño. Un pueblo sin tiempo. Alguno, si se puede, alguno que también viaje al futuro, me dice… ¿Somos todos, somos uno?
Ojo de pueblo, 3 de agosto de 2025.
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