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Humberto Carmona López falleció en 1971. Familiares, amigos y vecinos, de cariño lo llamaban don Tano. Donó al templo de Montebello el Viacrucis traído desde España; también los terrenos donde se construyó el Hospital San Antonio, hoy en día comando de la Policía.

Don Tano creó su riqueza a partir de un huevo que le regalaron para incubar. Era de familia cejeña, del Oriente antioqueño. Dejó 18 hijos, 80 nietos y 110 bisnietos.

“Él siempre vestía de camisa blanca, carriel y andaba descalzo. Solo se ponía zapatos cuando bajaba al pueblo”, así recuerda su última hija viva, María Inés Carmona, a un padre cariñoso y comprensivo.

A don Tano le gustaba sentir su tierra y recorrerla. Por eso, a pesar de las diversas amenazas e intentos de secuestro, insistió hasta el último momento en recorrer sus fincas, en la vereda El Gavilán, a pie limpio. Se mantenía al tanto de sus cultivos y ganado, y vivía enamorado del paisaje montañoso.

Se cree que la tristeza que sintió cuando le quemaron una de sus propiedades fue tan grande que terminó en un ataque al corazón cuando tenía 84 años.

Han pasado 47 años y en Montebello no olvidan sus pasos limpios.

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