Hace nueve años falleció Álbaro Valencia, fundador de este periódico. Sus palabras, su compromiso con la región y con el periodismo cercano siguen siendo faro para quienes hoy continuamos este camino. En marzo de 2015 escribió sobre el valor de persistir y desistir. Hoy, a mitad de este año tan retador para el Suroeste, volvemos a su reflexión para preguntarnos: ¿en qué vale la pena seguir insistiendo? ¿De qué tenemos que desistir como región?
Este tiempo, que en el campo coincide con lluvias intensas y cosechas que esperan, nos invita a revisar el camino social y político de nuestra región Suroeste.
En Jericó, once campesinos decidieron persistir. Eligieron quedarse del lado de la tierra que los alimenta. Su persistencia no nace del capricho, sino de la convicción de defender lo que sienten justo, lo que les pertenece, lo que quieren preservar. Con su acción, aportan al debate sobre los modelos de desarrollo y el futuro del territorio, un debate que exige voces múltiples y escenarios respetuosos para la diferencia.
Tenemos que desistir del silencio, del miedo a decir lo que incomoda.
Desistir del prejuicio, del señalamiento fácil, de creer que quien piensa distinto es enemigo.
También deberíamos desistir de normalizar las dificultades estructurales que siguen afectando nuestras vías, como si fueran inevitables. Las carreteras del Suroeste no son un lujo: son una condición mínima para la vida, el comercio, la salud y el encuentro.
No se trata sólo de derrumbes o cierres temporales. Se trata de una cadena de problemas acumulados: demoras en la ejecución de obras, decisiones mal coordinadas, falta de inversión sostenida, dificultades técnicas, conflictos contractuales no resueltos y falta de claridad institucional. Con la temporada de lluvias, las consecuencias se multiplican. El costo lo pagamos aquí: aislamiento, sobrecostos, oportunidades perdidas y una vida cotidiana cada vez más incierta.
También hay que insistir en lo que estamos haciendo bien. El Suroeste ocupa un lugar destacado en el Producto Interno Bruto -PIB por su base productiva en el agro, el comercio y el turismo. Tenemos una economía con vocación rural, pero con señales claras de dinamismo: la densidad empresarial creció un 86 % en los últimos 14 años, la creación de nuevas empresas superó el promedio nacional en 2024, y la inversión en el campo representa casi la mitad del capital que llegó a la región. Jardín y Jericó concentran más del 50 % de la oferta turística formal, y municipios como Andes, Amagá, Ciudad Bolívar y Támesis están consolidando su tejido empresarial. Esta es una región que produce, que crea empleo, que se organiza, que avanza incluso en medio de las dificultades. Persistir en ese esfuerzo, con inversión, institucionalidad y visión de largo plazo, es el camino.
Persistir, como lo entendía Álbaro, no es cerrar los ojos y avanzar a ciegas. Es hacer pausas inteligentes, escuchar otras voces, evaluar, corregir y seguir caminando: «persistir va más allá del capricho irracional o de la testarudez del insensato. Es una actitud inteligente. Quien persevera tiene salud mental a toda prueba y sus decisiones conjugan la razón con un conjunto de circunstancias que no desconocen la sensibilidad humana».
Hoy, el Suroeste necesita persistir con convicción y desistir con sensatez, para así avanzar sin perder el rumbo ni lo que somos.
Lectura recomendada: EDICIÓN MENSUAL 212