Los cuatro del Citará, una agrupación musical con dos años de existencia, conformada por una andina, un tarseño, un hispaneño y un nariñense. Ya tienen Reina de la música guasca gracias al Festival de Música que ganaron este año en Betania y donde también obtuvieron el premio a mejor canción inédita. Los cuatro del Citará están felices. “Somos famosos en estos tiempos”, dice entre risas la mujer de la agrupación.
Requisitos para integrar el grupo
El primero sale a la vista después de cada presentación de los integrantes. María Melfi es la primera voz y toca el bajo. Juan Antonio es la segunda voz y la guitarra marcante. Carlos Enrique es el requinto y la tercera voz. Hernando toca el güiro o guacharaca y hace la primera voz cuando se canta música parrandera. “El que no tenga dos oficios no sirve para estar en el grupo”, bromean los integrantes.
Segundo: la pinta. El vestuario no es algo que trasnoche al grupo. “Somos descomplicados. Yo creo que el traje no hace al monje. Tratamos de salir lo más organizados posibles, limpios, impecables desde los pies hasta la cabeza”, comenta María Melfi. Si es serenata, traje elegante sin duda, no importa la hora. Si es una presentación de música parrandera y guasca, de jean, camisa de fondo completo o con estampados, y en los hombres sombrero blanco.
Tercero: tener un maravilloso oído. Todos aprendieron a punta de oído y dedo a interpretar los instrumentos y a cantar. Aunque Melfi sí sabe leer partituras y hasta realizó un semestre de vocalización en la Universidad de Antioquia, pero la plata no alcanzó para terminar la carrera. Aprendieron básicamente de la abuela, el abuelo y los tíos. Y en cada fiesta aprendían a bailar y disfrutar de esa música. Y en las emisoras que oían de pequeños solo escuchaban música guasca, parrandera y popular. “Hay que conservar las tradiciones de los abuelos”, dice Carlos Enrique Vanegas con 50 años de edad.
“Todavía estamos en la generación del papá y el abuelo que le gusta esta música. La juventud de hoy en día quizá sea más selectiva. Creo que nosotros vamos a conservar esto hasta el último día de nuestra existencia”, resalta Melfi y los compañeros asienten sin dudar.
Cuarto: vivir por la música. Melfi, la andina, también es artesana y en su pueblo tiene una tienda donde vende entre otros detalles, manillas, collares, aretes; elementos tradicionales elaborados con bambú y cuero. Pero cuando se habla de música, la tienda la deja con la chica que le ayuda y no duda para salir a tocar a los pueblos vecinos.
Juan Antonio, de Nariño y residente en Medellín, solo vive de la música. Con tríos, diferentes agrupaciones y serenatas se gana la vida y es feliz. Carlos Enrique vive en Hispania con su esposa, el gran apoyo, como relata, también le hace de mecánico y constructor de casas. “De todo me unto, pero legalmente la música. De cabecera la música”, recalca. Y Hernando, el camionero del grupo como lo llaman, tiene en Tarso un ‘renolcito’ y un ‘camioncito’, pero cada quince días o un día antes de alguna presentación, está en la casa de Melfi para los ensayos.
El pan caliente de Armenia
Sin vacilar los integrantes dicen que en la música parrandera el malpensado, el que pone el doble sentido, es el que escucha la canción. Y el “pan caliente”, canción inédita que andan tocando de pueblo en pueblo parece ser prueba de ello.
Un día Carlos Enrique estaba en Armenia, Quindío. “Salí por la 17 a buscar un encordado y de pronto veo un poco de gente; una fila larga y dije yo que demás que un carro entripó a un pelado, que había un accidente pues. Cuando llegué allá, me decían por encima de la gente, ‘¡Eh! señor arrímese: a la orden, ¡pan caliente, pan caliente!’”, recuerda Carlos del momento que lo inspiró para escribir su canción y con la cual ganaron en Betania.
Ahora entre Jardín, Hispania, Betania y Andes andan cantando su nueva canción: Ayer salí por el barrio / vi una cantidad de gente/ y me acerqué a preguntar qué pasaba en el ambiente / y me dijo una muchacha, / “venga para acá mi cliente, / arrímese pa’ que vea que yo tengo el pan caliente. / Lo tengo con mantequilla, / mostaza y más ingredientes, / se lo tengo con salchicha / como me lo pida el cliente”.
Y entre risas, Melfi dice: “es que la gente le gusta lo picantico. Vea no más, Carlos fue el que sacó la canción y a mí siempre me preguntan que sí yo soy la que tengo el pan caliente”, y las carcajadas de los demás integrantes parecen una por segundos. De inmediato deja de reír y agrega con seriedad “esperemos que los jóvenes, uno o dos conserven esto, pero en diciembre todos lo bailan, eso está claro, y las cantan a grito herido, y le piden a uno la cuchilla y una guasca después de medianoche”.
Lo indispensable para estar en el grupo es sentir que se nació con la música en la sangre y por herencia tener esa “chispita” de la música parrandera, popular y guasca.
*Periodista EL SUROESTE