Por John F. Ruiz Moreno
Periodista
A los 16 años Rubén Darío Londoño decidió ingresar al cuerpo de bomberos en Armenia Mantequilla, un municipio ubicado en el Occidente de Antioquia. Dos años después, ya como bombero, se encontraba en su primera visita a Salgar y conociendo algunos de sus afluentes.
Rubén fue uno de los más de 240 bomberos que atendieron el llamado de Salgar para rescatar los cuerpos que la avalancha de la quebrada La Liboriana dejó sobre su cauce el 18 de mayo de 2015. Y es que no solo fue sobre el cauce de La Liboriana que los cuerpos de bomberos y demás rescatistas trabajaron durante la emergencia; la quebrada El Barroso, el río San Juan y el río Cauca también estuvieron vigilados por hombres y mujeres de diferentes equipos de bomberos de Antioquia en la búsqueda de los cuerpos de los más de 90 fallecidos.
“La persona, el bombero, el socorrista que diga que no lo impactó esa emergencia está mintiendo. En el aire se sentía una tensión que no sé cómo describirla. Uno sentía el sentimiento de tristeza y de susto en las personas. El parque el primer día por la noche estaba solo”, recuerda un año después Rubén.
El equipo de bomberos de Armenia Mantequilla estuvo dos días atendiendo la emergencia en Salgar; ellos lograron rescatar en totalidad 10 cuerpos. “El primer día estuvimos desde las 12 del mediodía hasta las 9 de la noche. Luego regresamos a nuestro municipio y el miércoles nos volvieron a llamar desde las 7:00 a.m. hasta las 5 de la tarde. Estuvimos en el mismo recorrido y nos tomamos la ladera de la quebrada El Barroso pero hasta donde la quebrada nos permitía avanzar”, explica Rubén. Desde Armenia a Salgar hay dos horas y media de recorrido en vehículo.
El aprendizaje para ellos como Cuerpo de Bomberos fue trabajar en equipo. No entre ellos, sino con otras fuerzas que estaban presentes en la zona. “Ahí aprendimos a trabajar más en equipo con la Defensa Civil, con la Cruz Roja, con el Ejército, la Policía y con otros cuerpos de Bomberos de otros municipios”, dice Rubén.
“De esa jornada aprendí a no enfrentarme a la naturaleza. A la naturaleza hay que saberla manejar y ella está respondiendo a cosas que nosotros estamos haciendo mal.”, anota Rubén. Para él la lección tiene que ver con el valor de la vida y el tiempo. “Ahí uno ve lo que puede pasar en segundos con nosotros”, anota.
Las lluvias que generaron la avalancha de la quebrada La Liboriana eran inevitables ante el hombre. Se podían pronosticar, pero no evitar. “Hay mucha edificación al lado de la quebrada y eso generó que esta emergencia fuera aún mayor y eso le robó espacio a la quebrada. Es normal que existan crecientes y en este caso la naturaleza recobró ese espacio perdido”, explica Rubén.
Y es que las familias que se asentaron al lado de La Liboriana no lo hicieron por gusto propio. Y aún hay familias que viven cerca, fincas que cultivan cerca a la quebrada y a otros afluentes en Salgar. Pero aún eso, la misma necesidad de estar en un lugar con la familia, pese a los esfuerzos de ellos y la evidente ineficiencia del Estado, no exime a campesinos, Salgareños, funcionarios públicos y autoridades ambientales y gubernamentales de lo ocurrido en la localidad. “Nosotros no nos estamos comportando bien con la naturaleza”, insiste Rubén.
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Ellos no andan en helicópteros, tampoco son acaparados por la ciudadanía cuando arriban a algún pueblo como lo harían con un gobernante de turno del rango nacional o departamental. Visten de azul habitualmente. Son voluntarios de puro corazón. Generalmente no andan en camiones con sirenas, pero sí lo hacen con toda la disposición de ayudar.
En Salgar la ayuda del Cuerpo de Bomberos de diferentes localidades no se hizo esperar para atender la emergencia con la avenida torrencial en este municipio. En el operativo de rescate hicieron presencia los bomberos de Salgar, Andes, Ciudad BolívarConcordia, JardínLa Pintada, Tarso, Urrao, Fredonia, Angelópolis, BetuliaValparaíso, Hispania, Jericó, Amagá,Venecia, Betania, Támesis,Armenia Mantequilla,Santa Fe de Antioquia, Sabaneta, Copacabana, La Estrella,CaldasBarbosa,Medellín, Envigado, Itagüí,Bello, Marinilla, Guatapé, El Peñol y Remedios.
Los socorristas recorrieron más de 20 kilómetros en busca de las personas desaparecidas. Un año después aún se registran al menos 11 desaparecidos. Aunque los datos no son muy precisos con la cantidad de víctimas y cada entidad difiere de la información. Desde el inicio de la emergencia los rescatistas veían muy factible que un cuerpo atravesaragran parte del cauce del rio Cauca y quedará desaparecido. “Eso deja un sin sabor para la labor de nosotros pero nos queda la claridad que trabajamos constantemente para que eso no ocurriera”, precisa Rubén.
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Rubén recuerda como si no hubiese pasado un año, que en medio de tanta tristeza había algo bueno para ellos.
Cada vez que ellos extraían un cuerpo de la rivera o lo rescataban, la comunidad se les acercaba, les preguntaban cómo estaba vestido, si era hombre, mujer, joven o niño; ellos estaban ahí esperando. Y cuando daban las explicaciones y no era el familiar buscado, daban las gracias. “La gente nos decía, vea que gracias a ustedes una familia va a poder dar una digna despedida a su familiar”, recuerda Rubén.
“Yo creo que eso fue lo más gratificante, que le dimos la oportunidad a muchas familias de poder ver por última vez a sus familiares, de hacerles una despedida, de que no quedaran así, como si el rio se los llevará y ya”, explica Rubén.
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Espero haber incluido a todos los equipos de Bomberos presentes en la atención de esta emergencia. Si por error hace falta nombrar alguno de ellos pueden escribir al correo redaccion@periodicoelsuroeste.com y darnos la claridad.
Además espere en la edición 130 del Periódico El Suroeste, nuestro gran especial Salgar Vive.