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Las montañas de Amagá guardan historias que hoy son rescatadas por los Vigías del Patrimonio, un grupo de 15 personas dedicadas a preservar la identidad, cultura y patrimonio del municipio. Aunque se consolidaron formalmente en 2022 con el apoyo del Ministerio de Cultura, desde 2008 surgió la necesidad de proteger el patrimonio material y la gestión de bienes históricos.

El grupo nació gracias a la iniciativa de Jimena Muñoz Marín, estudiante de Historia de la Universidad Pontificia Bolivariana, y Johanny Muriel Usma, gestor cultural, quienes, junto con otros interesados, impulsaron la creación del colectivo a través de convocatorias en redes sociales. La historia del maestro Samuel Gómez (que en paz descanse), autor de una monografía sobre el patrimonio de Amagá en 2009, fue un punto de partida fundamental para su formación.

Entre los proyectos más destacados de Vigías del Patrimonio de Amagá está la Cátedra del Ferrocarril de Amagá, donde conectaron a maestros con la historia local mediante recorridos, cartografías, dramatizaciones y experiencias sensoriales. Ana María Gómez, integrante del grupo, resaltó la falta de educación sobre el patrimonio local en los planes escolares, lo que los motivó a acercarse a las instituciones educativas. En una de las visitas al viaducto, los estudiantes vivieron una experiencia inmersiva con proyecciones, sonidos de locomotoras y representaciones teatrales que revivieron la memoria del ferrocarril. “Muchos no sabían que por esos túneles pasó más que un tren: pasó historia, cultura e ingeniería”, mencionó Ana María.

El proyecto también incluyó la recreación de recetas tradicionales, como las hojaldras de la estación Camilo C. Restrepo, realizadas por un panadero de 19 años, oriundo del municipio, degustadas por los habitantes más antiguos, evocando recuerdos y sabores del pasado. La integración de actores locales también fue indispensable, ya que a través del teatro personificaron figuras históricas, fortaleciendo el vínculo emocional con la comunidad.

Sin embargo, el grupo enfrenta retos como la falta de apoyo institucional y la poca continuidad en las políticas culturales. Cambios en las administraciones y la ausencia de formación en las dependencias dificultan la sostenibilidad de los proyectos. Aun así, la sinergia intergeneracional ha sido clave en su éxito. “Desde jóvenes hasta líderes comunitarios participan, creando una conexión profunda con la historia”, destacó Johanny.

Los Vigías del Patrimonio planean convertir la cátedra en un laboratorio de patrimonio cultural, que incluirá rutas turísticas y actividades comunitarias. Además, buscan replicar la experiencia con líderes culturales y jóvenes interesados en la protección del patrimonio.

Su mensaje final es un llamado al Suroeste antioqueño a reconocer y proteger la identidad y cultura regional. La geografía montañosa puede separarnos físicamente, pero nuestras tradiciones y valores nos conectan profundamente. Es fundamental trabajar juntos para preservar nuestro entorno y convertir la región en una potencia cultural y ambiental”, concluyeron.

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