Por Eliana Hernández Pérez
Artista visual y Técnica en Comunicación y Medios Periodísticos
@elianarte_
La vida cultural del municipio de Andes se ha transformado con el paso de los años gracias a la aparición de diversos colectivos que han sembrado memoria y creatividad, proyectando nuevas formas de habitar el territorio mediante prácticas artísticas, pedagógicas y sociales que fortalecen el vínculo con la comunidad. Entre ellos se encuentra el Colectivo Ikuna, creado en 2019 por un grupo de estudiantes del pregrado de Gestión Cultural de la Universidad de Antioquia, Seccional Suroeste. Allí, lo teórico y lo práctico se unieron como una apuesta de transformación social que reunió a cerca de 20 personas decididas a convertir en realidad sus ideas y proyectos.
En la Ciudadela Educativa y Cultural Mario Aramburo Restrepo nos encontramos con Estefany Pérez Colorado, profesional en Gestión Cultural de la Universidad de Antioquia, actual coordinadora de Cultura del municipio de Andes y además, una de las fundadoras del Colectivo Ikuna.
El nombre de Ikuna proviene del finlandés y significa `ventana´. Para sus fundadores, esa metáfora representó la posibilidad de abrirse a la cultura local. “Nos queremos ver como una ventana, una mirada para la cultura en el municipio, una ventana que se puede abrir y a través de la cual podamos tener una mirada a la cultura local”. También lo asociaron con la teoría de las ventanas rotas: si hay un edificio abandonado y comienzan a tirarle piedras y le rompen las ventanas y los vidrios, la gente lo va a ir vandalizando, entre más abandonado menos le va a importar a las comunidades, “eso mismo pasa con la cultura. Si no hay un doliente, desde el sector que sea, la van a terminar de abandonar mucho más. En cambio si hay alguien que está pendiente y pone su granito de arena, pues la gente se empieza a sumar”, nos explica.
Desde sus primeros pasos, el colectivo entendió que el arte podía ser una herramienta de transformación. El muralismo se volvió su lenguaje más visible, llenando de color y significado muros y escaleras del municipio. A este proceso se fueron sumando muchas personas, dando continuidad al legado del maestro José Eduardo Ruiz Posada, quien impulsó la creación de la Corporación Andes Pinta. En ese momento, el muralismo fue visto como una forma de transformar la comunidad mediante la recuperación de espacios para el arte y el buen vivir.
Obras como Matices Ancestrales, en las escalas patrimoniales de Andes, dieron vida a un sueño compartido: un teatro al aire libre que permitiera a la comunidad reunirse en torno a su identidad. El impacto fue tan grande que incluso el turismo encontró allí un atractivo. “El turismo fortalece un montón el tema del diálogo de saberes y el reconocimiento de tradiciones locales que están plasmadas en los murales y que sirven como detonante para hablar del municipio”.
Una escuela para la comunidad
Más que un grupo de artistas, Ikuna se transformó en una escuela abierta para quienes quisieran aprender a hacer trabajo comunitario. Esa credibilidad permitió que muchas personas confiaran en sus procesos. “Convocar a la gente, que la gente acuda y tenga confianza en los procesos, es muy complejo. El colectivo lo logra, lo logra muchísimo”, afirma.
Ikuna también apostó por los festivales como una manera de reunir distintas expresiones culturales en un solo espacio. Entre ellos se destaca el Festival Días del Arcoíris, creado en medio de la preocupación por las violencias contra la población LGBTIQ+. “Muchas personas que han tenido alguna iniciativa ya han visto el colectivo como referente de algo y empiezan a acercarse buscando apoyo. Esa fue una de las ideas que llegó con los compañeros de Días del Arcoíris”, nos cuenta.
Con el apoyo de la Corporación Adagio y de otros aliados, el festival logró extenderse durante una semana, combinando talleres pedagógicos, presentaciones artísticas y actividades de visibilización. Hoy continúa como un colectivo independiente que mantiene viva la apuesta por la diversidad.
Autogestión y gobernanza cultural
Uno de los aprendizajes más sólidos del Colectivo Ikuna ha sido la sostenibilidad. “Un proceso cultural que no se sepa autogestionar tiende a morir. Porque si se crea para depender de lo público va a ser muy complejo”.
La fórmula ha sido clara: formular proyectos, participar en convocatorias y sostenerse con recursos propios, para después sumar apoyos institucionales. “Llegar con un recurso listo y decir, por ejemplo, a una Administración: nosotros tenemos esto, vamos a hacer esto, ¿con cuánto se quieren sumar?”.
Gracias a esa visión, Ikuna se mantuvo activo en distintos momentos y ganó protagonismo en procesos de incidencia. En 2021, tras la pandemia y el estallido social, fortaleció su línea de gobernanza cultural. “Realizamos convocatorias para todas las tomas culturales en el municipio. Era a través de las redes del colectivo que se hacía toda esa convocatoria y se sumaban las otras organizaciones”.
Incluso convocaron al sector cultural y a los precandidatos a la Alcaldía de Andes en una mesa redonda para analizar cómo se proyectaba la cultura en los planes de gobierno. Allí, por medio de un conversatorio, “se expuso un panorama muy amplio de la cultura en el municipio, donde ellos pudieron conocer cómo estaba Andes, lo que le faltaba y lo que se podía mejorar en este tema cultural, y ver que la cultura también se podía trabajar desde lo administrativo y explicando que el panorama de la cultura no era sólo danza y pintura”.
A raíz de este encuentro se abrió, por primera vez, un espacio para que los líderes y agentes culturales eligieran a la persona encargada de la coordinación de Cultura. “Se convocaron todos esos agentes y ya de ahí seleccionaron una persona y me seleccionaron a mí. Entonces creo que sí tiene mucho que ver la acción de los colectivos en el espacio que hoy tenemos los gestores culturales en lo público y que hemos respondido humanamente de la mejor manera posible”.
En cuanto al recurso público para la cultura, la fundadora de Ikuna reconoce que “el recurso desde lo público siempre va a estar muy limitado porque los municipios como Andes, que son de sexta categoría, a nivel de financiación siempre tiene esa dificultad”. Por eso, su apuesta ha sido gestionar proyectos y fortalecer la organización sectorial: “Si el sector se organiza puede haber una asamblea cultural muy fuerte que tenga incidencia en la toma de decisiones y que haga un llamado a estos futuros gobernantes que puedan ver que la cultura es muy importante en el municipio y que no es un gasto; es una plusvalía de todos los procesos que ellos pueden hacer”. Un reto pendiente es lograr que el sector rural también se vincule a estas dinámicas.
Como ejemplo, menciona el caso de El Carmen de Viboral, “que tiene una asamblea cultural muy fuerte que siempre sienta a los candidatos y conversa con ellos y les pone su pliego de peticiones”. Para ella, este modelo demuestra que la unión del sector es clave: sin cohesión, cada actor quedaría aislado y la cultura perdería fuerza en la agenda pública.
El futuro de Ikuna
Hoy, Ikuna mantiene un equipo base de ocho personas (el artista plástico Rafael Padilla, también fundador, el artista Juan Miguel Ramírez, los gestores culturales Sara Ríos Olaya, Camilo Ríos Olaya, Alejandra López, Yurani Garzón y la comunicadora con enfoque en cultura, Estella Ríos, y de manera itinerante Andrés Juan Aguirre) y una red de colaboradores que se suman según los proyectos. Su esencia sigue siendo la misma: un espacio para la creación, la memoria y la resistencia.
“El colectivo ha sido una posibilidad para la juntanza del sector cultural del municipio. No el colectivo solito, sino realmente construido con el esfuerzo de mucha gente, de muchos otros procesos”. El futuro está en proceso de escritura, pero la ruta ya está marcada. “En este momento el llamado es a fortalecernos mucho más, a fortalecer internamente el colectivo, a revisar muy bien ese equipo administrativo para dar ese salto de conformarnos en algún momento como corporación. Pero ahora estamos fortaleciéndonos como profesionales recién egresados también en otros ámbitos, en nuestras áreas de trabajo, en nuestras profesiones”.
El Colectivo Ikuna es una ventana cultural que nació de la unión entre lo académico y lo comunitario, sigue abierta en Andes, invitando a la creación colectiva y recordando que la cultura es un tejido vivo que se sostiene en comunidad.
Fotos Colectivo Ikuna