Las empanadas de doña Ángela, un símbolo de trabajo y pasión
Doña Ángela Restrepo es una verdadera guerrera de la vida, así se describe ella, nació en el corregimiento Farallones en el municipio de Ciudad Bolívar, municipio que ha sido testigo de su lucha incansable por salir adelante. Trabajó en la Fábrica de Licores, pero un día su contrato terminó. En esa ocasión, setenta empleados salieron junto con ella. Al enfrentarse a la incertidumbre decidió buscar nuevas oportunidades, llevó hojas de vida a todas partes sin obtener resultados. Sin saber qué hacer, pensó que sus hermanas habían trabajado en el negocio familiar durante cuarenta años, pero ella nunca se había involucrado a fondo. Finalmente, tomó la decisión: “voy a empezar por mi lado. Ustedes verán, pero voy a buscar mi clientela”.
Una de sus hermanas, agotada, le dijo: “yo ya no quiero más. Siga usted”. Así comenzó su camino con amor y la bendición de Dios, tal y como ella lo menciona. Aunque el negocio familiar tenía décadas de historia, ella asumió el liderazgo y lleva 19 años dedicándose de lleno al negocio.
Las empanadas son de todos los tamaños, incluyendo una empanada paisa especial rellena de arroz, fríjoles, chicharrón, carne molida y platanito maduro. Esta combinación ha conquistado a todos sus clientes y ha posicionado sus productos dentro de la gastronomía tradicional de Ciudad Bolívar. Aunque tiene opciones más grandes, se especializa en las miniaturas, pues encontró la oportunidad de hacer algo diferente al alcance de todos.
Su ingenio la llevó a innovar. Llegó a su actual local por un giro del destino. Le pidió a su prima Mónica, gerente de la empresa de transporte municipal, que le permitiera vender empanadas en un local durante las fiestas de la arriería. Mónica consultó con la junta y, una semana después, le alquilaron el puesto por cuatro días a un costo de dos millones de pesos. Aunque el monto le pareció alto, asumió el reto, consciente de que el verdadero desafío era la producción de pasteles y empanadas.
En diez días, trabajó incansablemente para preparar la mercancía. “Vendí quince mil unidades”, recuerda con orgullo. La demanda fue abrumadora y, desde entonces, en cada fiesta la fila de clientes parece interminable.
Un año después, doña Ángela quiso volver a alquilar el local. Al preguntar a Mónica, descubrió que había una licitación para alquilar la caseta de forma permanente, pero sólo había plazo hasta el día siguiente a las diez de la mañana. Sin perder tiempo, llamó a su sobrino Mauricio, abogado, para que le ayudara con el proyecto. Doña Angela nos contó riéndose que le dijo: “yo no sé si no mantequiarle, pero usted me tiene que hacer eso”, le dijo.
Entonces Mauricio trabajó toda la noche y, al amanecer, doña Ángela presentó su proyecto justo a tiempo. Su propuesta se destacó entre seis proyectos más del municipio. Recuerda cuando recibió la noticia por parte de la junta directiva de la empresa de transporte: “usted se ganó el proyecto. No tuvo nada que ver Mónica, porque la hicimos salir para que no hubiera conflicto de intereses”.
Emocionada, celebró con su familia, consciente de que su esfuerzo generaba empleo para cinco personas.
“Todos los días trabajamos desde las seis de la mañana. Ellas hasta las dos de la tarde, yo hasta el mediodía, descanso y luego abro el local”, menciona. Produce diariamente alrededor de mil doscientas a mil quinientas unidades, una parte la envía a Jardín y Medellín.
Doña Ángela se define como una mujer soltera, inteligente y maravillosa. Aunque no se casó, lleva una relación amorosa de 20 años con Enrique Galeano, a quien llama cariñosamente “mi negrito”. Cada uno vive en su casa y mantienen una relación basada en la independencia y el respeto.
Hoy se siente profundamente agradecida. “Esto fue una bendición. Todos los días le doy gracias a Dios por este negocio”, menciona. Trabaja incansablemente, sólo descansa los miércoles o en ocasiones los martes, adaptándose a las dinámicas de su clientela.
Su labor le ha permitido salir adelante, generar empleo y mantener viva una tradición familiar. “Yo vivo muy orgullosa de lo que vendo. Es que es maravilloso”, concluye con una sonrisa llena de gratitud.