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En el Día Mundial de la Poesía (21 de marzo), alzamos la voz para celebrar a cuatro poetisas originarias del Suroeste antioqueño. En esta región de montañas verdes y ríos brillantes, la palabra femenina ha florecido a lo largo de las décadas, desde los versos pioneros de la primera mitad del siglo XX hasta las nuevas voces del presente. Dolly Mejía Moreno, Magola Calle de Vélez, Oliva Sossa de Jaramillo y Anyi Milena López comparten el mismo terruño y la misma pasión por la poesía, cada una a su manera y en su tiempo. Sus poemas son ecos de sus vidas: rebeldes, sensibles, arraigados a la tierra y llenos de inspiración. A través de sus biografías y de un poema representativo de cada una, recorremos la huella imborrable que han dejado estas cuatro mujeres en la literatura antioqueña.

Dolly Mejía Moreno (Jericó, 1920–1975)

Nacida en la Atenas del Suroeste, la ciudad de Jericó, Dolly Mejía Moreno fue una de las primeras mujeres en incursionar en la poesía antioqueña y en reivindicar la voz femenina en las letras de la región. En los años 40, con una pluma íntima y valiente, publicó poemarios como Las horas doradas (1945), Presencia del amor (1947) y Manos atadas (1951). Su estilo se caracteriza por un erotismo delicado y una sinceridad emotiva poco comunes para su época. Dolly exploró los anhelos, alegrías y dolores del corazón de la mujer con metáforas exquisitas. Radicada luego en Bogotá, participó en círculos literarios como el movimiento Piedra y Cielo y dedicó su vida profesional al periodismo cultural, sin dejar nunca de lado la poesía. Sus versos rebosan sensibilidad, fuerza y un espíritu de libertad. En su poema “Orgía en mi alma”, por ejemplo, transforma el dolor en celebración y nos invita a abrazar la vida con gozo indomable:

Hay orgía en mi alma
y viste luz mi cuerpo.
¡A reír, a cantar,
el dolor está muerto!

A reír, a cantar,
mi alma está de fiesta,
y vibro toda entera
al ritmo de mi orquesta.
– Dolly Mejía Moreno

Magola Calle de Vélez (Ciudad Bolívar, 1907–1994)

En la luminosa Ciudad Bolívar nació Magola Calle de Vélez, cuyo nombre de pila fue Magdalena Calle Lema. Poetisa, librepensadora y humanista, Magola fue una mujer adelantada a su tiempo. Desde joven abrazó la literatura, la historia, el arte y el conocimiento con una sed insaciable. Se definía a sí misma como librepensadora, heredera del espíritu de la Ilustración, y forjó un camino independiente en las letras antioqueñas en la primera mitad del siglo XX. Sus obras, entre las que figuran Amanecer y Caminos y palabras, reflejan una mente dulce y refinada, pero también intelectualmente inquieta. En sus escritos se percibe el amor profundo por su tierra y por la justicia social. Magola alzó la voz especialmente en honor a las mujeres de su pueblo, a esas heroínas anónimas de la vida rural. Su poesía rinde homenaje a la fortaleza y dignidad de la mujer campesina, reconociendo en ella la esencia misma de la tierra. A continuación, un fragmento del poema “Canto a la mujer campesina”, en el que Magola exalta la labor y el corazón de la mujer rural:

Hermana campesina,
tu rostro tiene el sol de la mañana
y en tus manos florece la esperanza.
Cuidas el fuego antiguo de la casa
mientras cantas secretos a la montaña.
Siembra de sueños y trigo,
tu vida perfuma los cafetales
con humildad grande y antigua.
Mujer de tierra y llanto,
mujer de sol y de barro,
llevas en tu pecho la primavera.
– Magola Calle de Vélez

Oliva Sossa de Jaramillo (Jericó, 1927–2021)

Oliva Sossa de Jaramillo, oriunda también de Jericó, fue una escritora romántica de acento melancólico, pedagoga y trabajadora social que dedicó su vida tanto a la educación como a la promoción cultural. Conocida como una de las poetisas más puras de la región, su poesía evoca el amor, la nostalgia y el profundo arraigo a su pueblo natal. Integrante del Centro Literario de Antioquia y del Centro de Historia de Jericó, Oliva fue guardiana y difusora de la cultura local. Publicó, entre otras obras, los poemarios Cuando pasa la brisa (1978), Tierra quemada (1981) y Me contaron las estrellas (1995). Sus versos, de forma clásica y cuidada, cantan a la belleza de lo cotidiano y a la memoria de la patria chica. En el soneto “Mi pueblo”, Oliva pinta a Jericó con colores de cariño y orgullo, inmortalizando en cada verso el paisaje y el espíritu de su tierra:

Este mi noble Jericó es bonito
enclavado en el sol de la montaña,
el monte azul rozando el infinito
y el infinito entrando en la cabaña.
Cuando su nombre con unción repito,
dulce nombre, más dulce que la cana,
donde el humo del lar es como un rito
que cumple el sol, cuando a mi pueblo baña.
Tierra de viejas datas patriarcales,
cuando el viento acaricia los maizales
el corazón dialoga con la calma.
Escondido entre verdes farallones,
reclinado en un haz de corazones,
su aliento puro me acaricia el alma.
– Oliva Sossa de Jaramillo

Anyi Milena López (Támesis, Antioquia)

La voz más joven de esta constelación de poetisas del Suroeste es la de Anyi Milena López, una poeta contemporánea nacida en Támesis. Anyi creció rodeada de las mismas montañas, cafetales y cauces que inspiraron a sus antecesoras, y en sus versos resuenan tanto la naturaleza como la herencia cultural de la región. Pertenece a una nueva generación que mantiene vivo el fuego de la poesía antioqueña, tejiendo puentes entre el pasado y el presente. Actualmente, Anyi comparte su amor por las letras como bibliotecaria en la Biblioteca Julio C. Hernández del municipio de La Pintada, a orillas del río Cauca. Desde allí fomenta la lectura y la creación literaria, convirtiendo la biblioteca en un semillero de sueños. Su poesía es fresca y entrañable, cargada de imágenes rurales y sentimiento, como un susurro de río o el trinar de un ave al amanecer. En sus palabras, la memoria de las mujeres que la precedieron se entrelaza con su propia mirada esperanzadora. A modo de cierre, disfrutemos de un poema en el que Anyi Milena López expresa ese amor profundo por su tierra y por las voces femeninas que la inspiran:

La mañana huele a café y a historia.
En el canto del cincontés se escucha la risa de mi abuela,
y el río, con voz antigua, me nombra por mi nombre.
En las montañas llevo tatuados los versos
de aquellas que cantaron antes que yo:
mujeres de brisa y memoria,
mujeres de rocío y fuego.
Soy semilla de su canto y flor de su esperanza,
tierra y alma que florecen al calor de un nuevo día.
– Anyi Milena López

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