El Ecoteatro Sol y Luna ubicado en la vereda Quebradona del municipio de Jericó, es un lugar lleno de colores y rodeado de cafetales, desde allí se aprecian las montañas de la región, como Cerro Bravo, Cerro Tusa y Cerro Sillón.
Este espacio es la sede de la Corporación Cultural Casa del Sol. Don Néstor, ecuatoriano y un apasionado por el arte y la cultura, ha caminado 42 años entre títeres y obras de teatro. Como una coincidencia o por azares del destino, llegó hace ocho años a Jericó y se enamoró de esta tierra y sus paisajes majestuosos. Al mes, compró este terreno que hoy es su hogar.
“Recuerdo que, viviendo aquí, invité a un amigo titiritero oriundo de Cúcuta y me preguntó: ´¿la finca suya tiene teatro?´ Le respondí que no, entonces me dijo: `construya un teatro y voy´, también me dijo que si había niños construyera un teatro, porque eso les cambiará la vida. Recuerdo que lo pensé mucho y, aunque ahora tenemos un edificio de tres pisos, un cuarto técnico, el escenario y el camerino, cuando empezamos solamente teníamos una plancha en cemento y el techo en iraca. Pero hoy todo ha cambiado y hemos ido transformando el ecoteatro a lo largo de siete años”.
Con la construcción del ecoteatro en la vereda Quebradona en Jericó, nunca visto en ninguna otra vereda del municipio y la región, hubo mucha curiosidad y aunque a don Néstor lo llamaban loco por sus ideas, el 29 de julio de 2017, hace siete años, la inauguración fue muy novedosa. Doña Miryam y don Néstor recuerdan que gran parte de la vereda y veredas aledañas asistieron para ver qué era lo que estaba pasando, y la asistencia de la comunidad motivó a la familia a seguir trabajando en la transformación del espacio.
Teniendo un espacio para hacer teatro, posteriormente se construyó el techo para el público, se mejoraron las bancas y se construyó un camerino profesional. Este ecoteatro está construido en guadua, orillos, tablas y árboles de café, elementos propios de la tierra. Ese es el sentido de este espacio: respetar a la Madre Tierra y construir con materiales que ella provee.
El origen del nombre de este espacio artístico, Sol y Luna, es en honor a dos elementos mágicos en la naturaleza. Según don Néstor, el sol determina el quehacer, mientras que la luna determina la inspiración, el romance, la vida, la fantasía, y ambos seres se complementan.
En sus inicios, el ecoteatro Sol y Luna vivió un gran reto: la falta de recursos para establecer una programación con grupos artísticos y culturales, pues aún no tenía patrocinadores. Dos años más tarde, el Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, por medio de salas concertadas, brindó un gran apoyo a los procesos y apuestas del ecoteatro, así mismo el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes se vinculó con los procesos y financian las apuestas.
“Es difícil sostener el teatro en la ruralidad. Aquí en Quebradona hay aproximadamente 40 familias y las distancias son considerables; sin embargo, ver el esfuerzo de las familias por vincularse es muy gratificante. Por ejemplo, Jerónimo, un niño de la vereda, camina alrededor de 40 minutos para llegar. Aunque antes a mí me tocaba contratar carro para que viniera la gente desde el casco urbano o Palocabildo, ya no es así, la gente viene por cuenta propia y eso nos hace muy felices”, menciona don Néstor.
Además de la falta de recursos económicos, existen barreras sociales y culturales que limitan el acceso y el interés, así lo enuncia don Néstor, “una cosa es la novedad, vienes y listo, pero la formación en arte y cultura es muy compleja en la población campesina. Quienes siempre vienen son el niño y la señora, el hombre puede ver el arte como una pérdida de tiempo o ajeno a su realidad, por eso no asiste a los eventos ni le interesan”.
Don Néstor también nos contó dos momentos significativos, “el primero fue hace tres años que vino un grupo de Argentina, kika Producciones, y aunque la capacidad del teatro es para 60 personas, tuvimos 72 asistentes. Otro momento muy significativo y paradójico al anterior, es que justamente este año en el Festival de la Cometa en Jericó, sólo tuvimos un niño en el público, se llama Miguel, tiene 7 años y le encanta el teatro, viene en cada función así se repita, y a nosotros nos encanta tenerlo aquí”.
También destacamos y aplaudimos el proceso formativo; los dos semilleros de teatro: uno conformado por siete niños de la vereda Quebradona y un segundo semillero con estudiantes de la Normal Superior de Jericó. Cada clase es un espacio para maravillarse con el teatro y el arte como transformador de realidades. “Yo no pretendo que los niños sean actores, sino que sean buenas personas, que sientan el amor y no los disparos de la guerra”, dijo don Néstor.
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