Comparta esta noticia

“Volvemos a nuestra escuela con felicidad. Gracias a todos por hacer esto posible”. Con estas palabras inició Jerónimo, estudiante de cuarto grado, uno de los diez niños que hoy pueden decir con orgullo que regresaron a su lugar: la sede La Quiebra de la Institución Educativa Damasco, en Santa Bárbara, cerrada desde 2022 tras la pérdida de la banca en la vía principal.

El acto de reapertura, cargado de simbolismo, alegría y gratitud, fue la celebración de una comunidad que nunca dejó de soñar con este regreso. “Tres años esperando este momento. Hoy volvemos a donde pertenecemos”, agregó Jerónimo, mientras recibía de forma simbólica las llaves de la institución. Sus compañeros, líderes y padres lo aplaudían emocionados.

La escuela, pequeña pero vital, funciona bajo la modalidad de escuela nueva, donde una sola docente acompaña todos los grados, desde preescolar hasta quinto. El cierre forzado significó no sólo la pérdida del espacio físico, sino también del ritmo cotidiano de aprendizaje, juego y convivencia que tanto necesitaban los estudiantes.

La sede educativa La Quiebra tuvo que cerrar sus puertas en abril de 2022 tras la emergencia provocada por la inestabilidad del terreno y las fuertes lluvias, que afectaron gravemente la vía y bloquearon el acceso a la escuela. Este tramo, ubicado en el sector La Quiebra del Guamito, en el kilómetro 17 de la vía Primavera – Santa Bárbara – La Pintada, está a cargo de la Concesión La Pintada. Mientras se realizaban los trabajos de reconformación de la carretera -finalizados en 2023-, los estudiantes fueron trasladados a otras sedes y espacios provisionales, lo que alteró profundamente su rutina escolar y la vida comunitaria. La escuela permaneció cerrada y bajo custodia, en espera de una solución definitiva.

Hoy la reapertura de esta sede fue posible gracias al trabajo conjunto entre la comunidad educativa, la Administración Municipal y la Concesión La Pintada. “Nos propusimos no sólo devolver la escuela, sino entregarla mejorada, fortalecida, segura y digna de los sueños de los niños y niñas que la habitan”, afirmó Martha Correa, directora administrativa y de Talento Humano de la concesión, quien además agregó: “sabemos que la situación que vivimos en este sector, La Quiebra del Guamito, estuvo llena de retos para todos. Retos que también nos han permitido reafirmar nuestra convicción de que cuando se presentan las dificultades, la respuesta debe ser: compromiso, trabajo en equipo y más amor por lo que hacemos.

Las mejoras incluyeron un nuevo sistema eléctrico certificado, renovación de techos, baños, puertas y ventanas, así como la pintura de cada espacio con esmero.Hoy tenemos una escuela 100 % lista para su uso, y con cada detalle reafirmamos que la educación es un motor del desarrollo”, reiteró Correa.

Una de las estudiantes, Lizeth Mejía dijo con emoción: “el colegio está más bueno que antes. Podemos estudiar y jugar. Mis compañeros están contentos y queríamos volver hace mucho”. Y agregó: “lo que más me gusta es todo”.

Pero más allá de la infraestructura, este regreso representa un acto de amor. “Educar es un acto de esperanza donde se entrega la vida”, recordó la rectora July Marcela Londoño, citando al Papa Francisco: “nuestros niños aprendieron que tener una escuela va mucho más allá de los muros. Aprendieron a valorar, a resistir, a no rendirse”.

La comunidad fue clave. “Si los padres no hubieran estado ahí motivando a sus hijos, quizás no estaríamos celebrando hoy. Fue gracias a ellos, a la profe Gloria, a cada líder comunitario que insistió, que no se soltaron de la mano”, agregó la rectora.

Durante el evento, los estudiantes compartieron canciones, poesías y este acróstico que resume el valor de la resiliencia:

Luces brillantes en cada rincón.
A volver a aprender y crecer.
Quizás hubo momentos difíciles.
Unidos siempre para superar.
Inventamos nuevas ideas.
Encontramos soluciones con esfuerzo.
Buscamos felicidad en cada día.
Recuperamos la alegría.
Aportamos a un mundo mejor.

Para la docente Gloria Soledad Holguín, con 19 años en la institución, este retorno tiene un significado profundo: “hoy me siento feliz, porque podemos ver a los niños jugar, correr, volver a vivir su escuela. Pero también sabemos que debemos cuidar este espacio, porque es de ellos y para ellos”.

El alcalde Jorge Mario Quintana, exdocente de esta misma sede, también tomó la palabra: “esta escuela me duele y me alegra. Aquí enseñé hace años, y ver este renacer me emociona. Lo que vivimos hoy es fruto de la paciencia, el trabajo colectivo y la esperanza”.

Aunque aún hay retos por resolver -como el tratamiento de aguas lluvias en la parte posterior del predio-, la comunidad ya ha propuesto crear una mesa conjunta para atenderlos. Incluso se sueña con nuevos espacios: un parque, una placa deportiva, una sede comunal.

“Ya no pensemos en lo malo, pensemos en lo bueno. Hoy tenemos la escuela y vamos a recuperar toda la alegría que vivimos aquí”, esta es la invitación de Lizeth. Y así fue: la alegría lo llenó todo. Carteles hechos a mano decoraban los muros con mensajes de bienvenida, gratitud y esperanza. En el corredor, un mural con la cronología de lo vivido relata el paso a paso los momentos difíciles y los aprendizajes que dejó la espera: desde el cierre en 2022, pasando por las sedes alternas, hasta el día en que regresaron. Cada detalle, cada palabra es testimonio del amor que esta comunidad siente por su escuela.

Comentarios
Comparta esta noticia