“Con este proyecto busco enmendar tanto dolor y sufrimiento de animales que yo mismo maté y exploté”, dice Juan Esteban Builes Sánchez, fundador del santuario La voz de Goyo en Fredonia.
Por Daniel Ortega Sanmartín Estudiante de Comunicación y Periodismo La Salle
Al contrario de los refugios, en donde se reciben animales temporalmente para ser adoptados o re-localizados, un santuario ofrece un hogar permanente para animales que han sido víctimas de abuso, abandonados o criados en cautiverio y no es posible devolverlos a su hábitat natural. En el santuario La voz de Goyo reciben animales de todas las especies, especialmente los mal llamados ‘de granja’ que padecen la explotación de la industria animal: bovinos, porcinos y aves como gallinas y gallos.
Actualmente, el santuario La voz de Goyo es el hogar de más de 100 animales y siempre están llegando más. También hay cabras, perros, gatos, entre otros. Estos animales son entregados voluntariamente, decomisados por el municipio por casos de maltrato, y en algunas ocasiones el santuario paga por ellos. “Ante el pago hay cierta polémica con algunos veganos. Si una vaquita que nadie te la va a entregar va para el matadero, pagas para salvarle la vida o se muere”, cuenta Juan Esteban Builes.

El origen del nombre de este santuario vegano surge porque a la finca llevaron un armadillo bebé que en la noche anterior había sobrevivido de una cacería en la que mataron a su madre. Lucharon con él tres días, pero no lo pudieron salvar. “Lo bauticé Goyo, y cuando murió yo le dije que no iba a quedar en el anonimato, que su muerte no iba a ser en vano y que iba a luchar por muchos animales, de ahí salió el nombre: La voz de Goyo. Yo le dije: voy a ser su voz, hermano, hasta el día que me muera, y ahí comenzamos este proyecto”, cuenta Juan Esteban.
El ganadero que se hizo vegano
Juan Esteban Builes Sánchez es oriundo de Medellín y llegó a Fredonia en el 2005 cuando era ganadero. En el año 2010 hizo su transición al veganismo. Nació en una familia ganadera y fue ganadero casi 15 años. “Conozco toda la industria de la explotación ganadera, tuve todos los negocios: de leche, de carne, doble propósito, ceba; de hecho, en la finca donde es el santuario, fue mi último negocio de ceba con estabulación en confinamiento, y afortunadamente me di cuenta del error tan grande que estaba cometiendo, de la injusticia tan bárbara, y ya va para diez años que me hice vegano”.
Juan Esteban cuenta que la reacción de las personas fue negativa. “Lo que yo he analizado en estos años es que la gente inmediatamente crea una barrera cuando uno les dice que se hizo vegano, es una forma de blindarse y no aceptar que están cometiendo un error. A la gente no le gusta que le digan que lo que está haciendo está mal y que uno está haciendo lo correcto”.

“Al principio uno es la burla de la familia y los amigos”, Juan Esteban explica que por desinformación e ignorancia, las personas creen que los veganos solo comen lechuga y pasto, hacen parte de una religión, es una moda o que nadie es capaz de dejar la carne; menos si toda la vida la has comido y fuiste ganadero.
“El primer año fue un poquito maluco, lo que uno hace es engancharse en esas discusiones, ya cuando va pasando el tiempo uno va soltando y va entendiendo que el otro no está en el mismo proceso que uno, porque al principio uno quiere que todo el mundo se haga vegano porque sabe la realidad que hay, sabe de la explotación, de la esclavitud, de la muerte y de la tortura de los animales, entonces uno quiere, en su afán de que el mundo cambie, que las personas cambien, pero cuando va pasando el tiempo uno va entendiendo que es un proceso personal, que uno entrega la información y cada uno verá qué hace con ella, y que desde el ejemplo se enseña”.
El veganismo es el rechazo a la explotación de otros seres vivos sintientes, incluyendo los seres humanos. “Nosotros no patrocinamos ningún tipo de explotación de ningún ser vivo sintiente”, argumenta Juan Esteban, “no es una dieta, no es una moda, es una filosofía y una postura ética. Como decía Martin Luther King, tenemos la obligación moral de desobedecer leyes injustas, y una de ellas es el consumo de animales”.
¿Cómo es ser vegano en un pueblo?
Según estadísticas de la ONU, cada año la ganadería industrial envía al matadero a un número de animales de granja equivalente a ocho veces la población humana del planeta Tierra. Nunca antes en la historia habían muerto tal cantidad de animales para nuestra alimentación; y nunca antes en la historia tantos animales habían padecido tanto sufrimiento a lo largo de su vida. La ganadería industrial es la principal causante de maltrato animal en la historia.
El santuario La voz de Goyo va a cumplir tres años desde que fue fundado por Juan Esteban. Cuenta con cinco amigos que le ayudan voluntariamente con el cuidado de los animales y el mantenimiento del espacio. Todos son veganos, incluso el mayordomo, su esposa y dos de sus tres hijos; se hicieron veganos hace años al ver el ejemplo de Juan Esteban. El mayordomo es el mismo que trabajaba con él en la última explotación animal que hubo en la finca.

En Antioquia hay tres santuarios veganos, dos de ellos en el Suroeste: Campamento Lechuga en Támesis @campamentolechuga, La voz de Goyo en Fredonia @lavozdegoyo y Second Chances en El Retiro, Oriente antioqueño @secondchances1433
“Es genial que al santuario La voz de Goyo lo conozcan más, que podamos obtener más recursos para ayudar a una mayor cantidad de animales, pero sobre todo que la gente haga la conexión y que todos los días se sumen más personas que respeten y amen los animales, esa es la satisfacción más grande. En municipios de Antioquia el veganismo es casi cero, por temas de tradición, de mitos, de cultura y desinformación”, agrega Juan Esteban.
La financiación de La voz de Goyo es en un 80% con recursos propios, antes se realizaban picnics, almuerzos y eventos para la recolección de fondos. En este momento el fundador está en EE.UU. y con su trabajo se financia el santuario. También llegan donaciones a la cuenta bancaria, un recurso que varía y no es fijo. La cuenta la pueden encontrar en la biografía de su Instagram @lavozdegoyo
Dos proyectos
Actualmente el santuario La voz de Goyo, en convenio con el santuario Namigni y Second Changes desarrolla dos proyectos. El primero se llama Cambia la finca, que busca ayudar a campesinos a cambiar la actividad que desarrollan entregando sus animales a santuarios y creando nuevas fuentes de ingresos libres de explotación animal. Ingresa a este link para más información.
“Ser vegano es fundamental, pero no es suficiente. Rescatar animales y ofrecerles santuario es vital pero tampoco es suficiente ¡Hay que cambiar las fincas!”, dice la publicación en el Instagram que informa sobre el proyecto.

El segundo proyecto se llama Adopta un toro, también promueve la adopción de otros animales como gallinas, conejos, ovejas, burros… que necesiten una familia que les brinde amor, protección, espacio y alimentación adecuados con el compromiso de cuidarlos para toda la vida. Ingresa a este link para más información.
“Este es el momento de ser coherentes, y eso que tanto estamos exigiendo: la paz, el respeto, los derechos que tenemos, así también se los tenemos que dar a los animales. Si queremos buscar ese bienestar que tanto anhelamos, de un sistema opresor, de un sistema que solo beneficia unos cuantos, también se lo tenemos que brindar a los animales”, concluye Juan Esteban.
¿Este artículo te genera preguntas? No las ignores, compártelas e iniciemos una conversación alrededor de un tema incómodo pero urgente ¿Cómo afecta lo que llevas a tu plato al planeta, a tu salud y a la vida de otros animales? ¿Cómo podrías generar un cambio desde tus acciones? ¿Qué te hace falta? ¿Cómo podrías empezar?
Por Daniel Ortega Sanmartín
Estudiante de Comunicación y Periodismo La Salle