Filarmónica indígena en Valparaíso, música del espíritu

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Entre saxofones, clarinetes, trompetas, violines y violonchelos, 40 niños, niñas y jóvenes indígenas del Suroeste descubren el mundo del viento hecho música. Sus melodías ya trascendieron las montañas de su resguardo en Valparaíso.

El origen de la primera filarmónica indígena en Colombia. Dos fundaciones lideran el proceso musical en el resguardo indígena Marcelino Tascón Vélez del municipio de Valparaíso. Con un mensaje de unión e inclusión, hoy los integrantes de la primera filarmónica indígena en Colombia y sus fundadores, siguen ensayando y dando forma a sus obras inspiradas en la paz y la esperanza.

“Hace dos años y medio, aproximadamente, me contactó Alejandro Vásquez, creador de la Filarmónica Metropolitana del Valle de Aburrá y director de la Fundación Pasión y Corazón, que se dedica a la formación de movimientos sinfónicos y filarmónicos
orquestales en jóvenes. Unimos fuerzas y creamos con Música para la Paz la primera
filarmónica indígena de Colombia. En otros países como México, Bolivia, Perú, donde hay mucha comunidad indígena, existen movimientos filarmónicos y sinfónicos, Colombia es el único país que no lo tiene. A mí me pareció maravillosa la idea porque todo lo que tiene que ver con indígenas en Colombia está siendo cada vez más minorizado, disminuido, están en riesgo de extinción y el apoyo que ellos reciben no siempre es el mejor”, relata Rakel Cadavid, fundadora y codirectora de la Fundación Música para la Paz.

Desde agosto del año 2015 la Fundación Música para la Paz venía desarrollando en Valparaíso el proceso de iniciación musical en el resguardo indígena; una apuesta
por la música y el arte como elementos de trasformación social. La unión de voluntades con la Fundación Pasión y Corazón y la Filarmónica Metropolitana del Valle de Aburrá aceleró la gestación de la que hoy nombramos como la primera filarmónica indígena en Colombia.

¿Por qué una filarmónica indígena?

“Las comunidades indígenas tienen un legado cultural maravilloso, con su lenguaje, tradiciones, derechos, ritos, este proyecto se convierte en una voz en alto para que puedan expresarse con libertad. Esta comunidad indígena, víctima de violencia y población migrante, hoy da un mensaje de paz y esperanza con la música”, afirma Rakel Cadavid, quien por estos días está radicada en México, y además de ser artista plástica, es diseñadora de moda, compositora y cantante, y desde que tenía 14 años trabaja en causas sociales con diferentes comunidades y fundaciones.

Rakel viaja cada tres meses a Colombia, a Valparaíso, y en el resguardo escribe canciones con los niños, niñas y jóvenes. La Fundación Música para La Paz tiene un salón de clase en el resguardo, hay dos profesores permanentes de Valparaíso: Gabriel Peña de iniciación musical y Duván Gallego, encargado de la formación de instrumentos de viento.

“Las orquestas en el mundo son muy valoradas, respetadas, apoyadas y queremos sumar a la Fundación Música para la Paz para que una orquesta filarmónica se conozca en todo el  mundo”, dice Alejandro Vásquez, director de Pasión y Corazón y la nueva filarmónica emberá.

Para la formación de la filarmónica, tres docentes que hacen parte de la Filarmónica Metropolitana y viven en El Santuario, Oriente antioqueño, se desplazaban una vez por semana al resguardo, pero por la pandemia las clases presenciales se han suspendido un poco, aun así los integrantes reciben material, videos, instructivos por WhatsApp.

Uno de los propósitos es lograr a través de este nuevo movimiento sinfónico, visualizar la necesidad de restablecer los derechos de las comunidades indígenas que han sido golpeadas por la discriminación racial y la violencia en Colombia para que sean reconocidas a nivel nacional e internacional.

Espiritualidad para la vida

“Con nuestra Fundación creemos que es mucho más fácil educar a un niño para un pensamiento más constructivo y pacífico que a un adulto, ofrecemos un método de enseñanza con meditación para que ellos entiendan que en la vida somos diferentes, para que sepan manejar una situación difícil, la frustración, sus emociones, entiendan que la felicidad no lo trae lo material, y entre los 8 y 12 años los niños interiorizan todo esto”, agrega Rakel, de la Fundación Música para la Paz, que el acompañamiento al resguardo también ha tenido un énfasis especial en la espiritualidad universal independiente de su creo o religión.

¿Cómo sumarse a la Fundación?

El sostenimiento económico de Música para la Paz es posible de tres maneras: alianzas con otras fundaciones, empresas privadas y personas que donan instrumentos usados en buen estado o nuevos. También con el Plan Padrino: una persona patrocina un niño, niña o joven del resguardo indígena con 36 mil pesos mensuales o comprando en la Tienda para la Paz, donde se venden artículos como camisetas, billeteras, pañoletas, chaquetas, tenis con diseños exclusivos.

Más información en @tiendaparalapaz @musicaparalapaz

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