Graves impactos a perpetuidad: pasivos ambientales que dejaría la mina Quebradona

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Por Jorge Eduardo Cock 
Ex ministro de Minas y Energía 
Ex miembro del directorio ejecutivo del Banco Mundial

Si se desarrolla el proyecto minero habrá daños que no se podrán evitar, ni revertir, ni reparar, ni mitigar, ni compensar.
Solamente se evitarían no autorizando la ejecución del proyecto: negándole la licencia ambiental.

Río Frío, afluente que nace en la Cuchilla Jardín – Támesis. Fotografía: José David Muñoz.

1. Cambio drástico y forzado en la estructura social

La tradición, la cultura y las costumbres de Jericó y Támesis −y de todo el Suroeste antioqueño− serían atropelladas y forzadas a cambiar su vocación agrícola, ganadera, turística y ecológica por algo tan diferente y malsano como la minería. Ese es el absurdo que quiere imponer AngloGold Ashanti -AGA.

Las instalaciones de planta y las bocas de los túneles −acceso al sitio de explotación− serían mucho más cercanas a la cabecera de Támesis, a Palermo y a Puente Iglesias (corregimiento de Fredonia), que a Jericó.

Por eso allí habría gran afluencia de gente extraña, lo que generaría irreversibles problemas de descomposición social e inflación local de precios. Obviamente a perpetuidad, para siempre.

2. Pila de relaves

  • Alto riesgo de derrumbamiento y avalancha, que podría llegar al río Cauca.
  • De la pila −montaña− drenarían aguas ácidas.
  • Cambios en la morfología, y por tanto en los cauces de las aguas.
  • Pérdida de terreno útil para uso agrario.

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  • Contaminación del aire por gases; polvo en los días secos; gases y pantano cuando llueve. Esto debido al intenso tráfico de 17.000 ton por día. (Este impacto terminaría con el cierre, es decir, más de 40 años después de iniciado su funcionamiento).
  • Contaminación eólica −aire con polvo−.
  • Daños a los potreros, cultivos de cítricos y otros por el polvo generado.

3. La subsidencia como tal (el hundimiento)

  • Múltiple desviación de cauces de quebradas para evitar que se vayan por el hoyo o las grietas de la subsidencia.
  • Pérdida del bosque de pinos existente.
  • Ruptura de acuíferos con el proceso de subsidencia y generación de aguas ácidas de minería.

4. Cierre perimetral de la zona de susbsidencia, con malla de hierro y polisombra

Lo construiría AGA para impedir el acceso a la zona de agrietamiento, pues sería elevadísimo el riesgo para fauna terrestre y humanos. Después del cierre de la mina, nadie le daría mantenimiento y menos, reemplazo. Es un impacto −y un grave peligro− a perpetuidad.

5. Desviación de cauces y otros daños en las partes altas de manantiales o quebradas

Disminuirían, o hasta se secarían totalmente, los caudales.

Destrozaría la vegetación y el paisaje en la zona alta de montaña con una red de conducción de agua, con carreteables para su construcción y mantenimiento.

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6. Pérdida, o disminución grande, de los caudales de quebradas por daños subterráneos (túneles y caverna)

Bajaría el nivel freático (superficial) de las cuencas, secando muchas fuentes superficiales.

Esto induce sequía en la vegetación y disminución del suministro. Se perdería así el encanto de varias cascadas de gran atractivo turístico en la región. Además, darían origen a drenajes de aguas ácidas.

7. Aguas ácidas de minería

El agua, en contacto con la roca y con el aire, se acidificaría quedando tóxica para todo uso: vegetal, animal y humano. Esto sucedería con las aguas producidas por daños subterráneos y por las lluvias que caigan en la zona de subsidencia.

Mientras la mina opere, se podrían neutralizar con tratamiento, pero después del cierre, el “tratamiento pasivo”, requeriría mantenimiento y el daño puede durar siglos.

8. Drenaje de aguas por los túneles

El presidente de AGA Colombia sostiene que en la zona no hay acuíferos y que no habrá daños a las aguas.

Sin embargo, la propia AGA dice en su Estudio de Impacto Ambiental -EIA: “Impactos atendidos: alteración de la dinámica del agua subterránea, cambio en la estabilidad del terreno, alteración de la calidad del agua subterránea, alteración de la disponibilidad del agua subterránea y alteración de la calidad del agua superficial.”

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Y agregan: “el caudal de infiltración de agua (…) oscilará entre 90 y 120 l/s.” Eso jamás se puede recuperar.

9. Destrucción de cobertura vegetal boscosa

Dice AGA en el EIA que “para el área de operaciones (…) se requiere la intervención de 501,45 hectáreas de coberturas vegetales naturales y antrópicas (…) mediante la tala rasa de los árboles”.

Esto “serían 41.681 árboles con 14.520 toneladas de biomasa aérea”, la que captura CO2. Ni eso ni la topografía serían recuperables ni compensables, menos con tantísimas instalaciones que allí se pondrían.

Impactos a perpetuidad.


Jorge Eduardo Cock L
Ex ministro de Minas y Energía
Ex miembro del directorio ejecutivo del Banco Mundial

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