Hoy y siempre ¡Gracias Germán!

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Por: Claudia Patricia Arredondo 

Alguna vez para un trabajo de la universidad le pedí a Germán que creáramos un libro de artista, él acepto hacer la tarea conmigo, fue entonces cuando reafirmé que su talento no era un azar del destino, el dedicó sus días a formarse como artista, y a aprender cada una de las técnicas de los movimientos del arte a lo largo de los siglos.

Su cabeza era una pequeña enciclopedia del arte, capaz de plasmar todo aquello que le interesaba. En nuestras largas conversaciones, me contó que desde muy pequeño empezó a dibujar en las paredes de su casa, luego su mamá le regaló los primeros cuadernos y colores en los que plasmó Los cuentos de los Hermanos Grimm.

Cuando empezó en la escuela, los otros niños se le acercaban para que él les enseñara a dibujar, desde siempre tuvo esa vocación y espíritu para compartir su conocimiento con las personas que lo rodeábamos.

Su pasión por el dibujo lo llevó a estudiar diseño gráfico y artes plásticas, sus obras recopilan el conocimiento teórico y práctico obtenido a través de los años, están llenas de naturaleza y colores vibrantes, su proceso no finalizaba en el lienzo o en un boceto, estaba en constante aprendizaje e investigación.

En la Corporación Cultural Nueva Era se dedicó a compartir lo mucho que sabía con los niños, niñas y adolescentes del municipio de Amagá, para él lo más importante era sembrar la semilla de la sensibilidad hacia la naturaleza y el entorno, y decía que el “Arte es el medio idóneo para lograrlo.”

Germán no solo llenó de colores sus obras, sino también el corazón de muchos que tuvimos la oportunidad de compartir la totalidad de su ser.

Hoy y siempre ¡Gracias!

El dato: 

En el año 2016 reseñamos en una edición de EL SUROESTE una de las obras del fallecido artista plástico y diseñador de la UPB, Germán Alexander Restrepo Molina: Bebés del carbón ‘niños y descendencia en el Suroeste’.

El trabajo de niños y jóvenes en la minería artesanal de carbón es una realidad invisible e indiferente para la sociedad y el Estado, aun cuando dicha actividad ha sido catalogada como una de las peores formas de trabajo infantil por la Organización Internacional del Trabajo.

Con la obra el artista busca crear un espacio de reflexión en la población sobre el oficio del minero y la vulnerabilidad del mismo y hacer talleres de modelado de arcilla y esculturas. Son 12 piezas con revestimiento de carbón molido que representan bebés recién nacidos. Se proyecta su instalación en una pared de 2 metros de alto por cuatro 4 metros de ancho, la muestra incluye piezas colgantes que simbolizan nidos de carbón.

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