Jericó es patrimonio arquitectónico

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Por Rodrigo López Estrada*

Secretario del Centro de Historia de Jericó

No lo decimos nosotros, lo dicen todos los que aquí llegan, extranjeros y nacionales, antioqueños y foráneos, gentes que aquí se quedan y que por eso se quedan y gentes que aquí vienen y regresan y que por eso regresan y se admiran y se sienten felices: de su paisaje natural, de su gente buena y hospitalaria, de sus casas y edificios naturales de materiales pertenecientes y diseños como son y cómo deben ser de acuerdo a su origen y características.

Pero los descuidos, los intereses personales, la ignorancia, los sueños embriagados de soberbia o materialismo y otros factores, han cometido atropellos y pecados imperdonables y daños incorregibles: el Liceo de los Hermanos Lasallistas frente al Hospital San Rafael es el caso más representativo de tantos otros.

Jericó no puede caer en la trampa del progreso general que cambia el barro por el eternit o el asbesto cancerígeno, el adobe macizo por el bloque cementudo, la madera fina de la vereda cuidada por el tubo con aristas o el aluminio ignominioso, las paredes blandas de cemento y boñigas con tierras coloradas y estériles por el graniplast o el marmoplast de las ciudades sin identidad, ni intereses culturales o los pueblos feos de ramadas, sin hombres y con individuos fríos y materialistas del presente sin futuro y sin la paz del encuentro y el diálogo y la reunión familiar del canto y la palabra consoladora y duradera.

Aquí se ven puertas de aluminios como mausoleos de ricos sin gusto, balcones de metal que reclaman maderas que vencen la lluvia y el sereno, quicios que se roban las aceras y tumban, excesos e imprudencias que van dañando el patrimonio y nos van dando noticias de destrucción como pueblos al borde del colapso.  Y haber aquí quiénes desean putas y motos, bulla y gentíos, drogas y «movimiento económico», licor y algazara de foráneos interesados de dinero.

Se han lamentado crímenes al patrimonio, excesos en decisiones individualistas en detrimento del patrimonio público por el interés personalista, pasajero, licencias de construcción sin estudios ni recomendaciones, aceras en greses lisos, fachadas en baldosines de inodoros, casas o inmuebles de historia por ramadas de gallinas, escenarios sin gusto ni respeto por la tierra que tiene razón de ser.

Y se siguen construyendo por órdenes foráneas de funcionarios de turno sin sentido de pertenencia y respeto atendiendo sólo el bolsillo del contratista que aduce dizque estándares y exigencias y por eso columnas gordas, vigas obesas sin sentido, almas de hierro sin músculos armoniosos, dineros a granel para el cemento y la varilla pero no para el acabado y el patrimonio.  Mírese el «Centro Día» al frente del Hospital que reclamaba y clamaba una construcción que recuperara el edificio propio de Jericó tan admirado, o la Normal Superior que venció al enemigo y por fin se culminó y que no fue capaz de respetar la totalidad del patrimonio pese al ruego continuo de dolientes pasajeros.

 

O el Parque Educativo que es monumento del hierro y el acero y que por fortuna quedó escondido y se culminó para más exigencia y responsabilidad a cargo del municipio enfermo y moribundo por la deuda que le dejaron tan alta y tan vulgar.

O el Estadio JB. Londoño que se transformó en un escenario incompatible con la naturaleza reinante y que atenta contra la integridad física de los deportistas porque abundarán las lesiones y la compra de más zapatos y que algún día tendrá que retornar a lo natural porque todas las autoridades deportivas lo recomiendan y casi todos los que este error cometieron lo reversan como Rionegro, Bucaramanga y etcéteras.  Obra que obedece a «sueños» de trasnochos obligados que son pesadillas dictadas por afanes diferentes.

Se atenta contra el patrimonio cuando es más fuerte el deseo individual del contratista que la unanimidad de la historia que es motivo de admiración que nos identifica y nos diferencia de la mayoría de los municipios de Antioquia.

Patrimonio del que no sólo nos debemos sentir orgullosos sino que tenemos la obligación de cuidar y proteger. Pues es inaceptable y altamente censurable que se permitan construcciones que no respetan el paisaje arquitectónico de nuestro municipio con sus fachadas llenas de color y madera y zócalos tiernos y balcones con gustos de nuestros colonizadores y antepasados que nos dieron esta sangre y no aquella de metal que quiere correr por lasvenas de quienes desean un infierno en el cielo.

Mucha fe en ustedes Jorge (Alcalde), mucha confianza en sus funcionarios, si repiten excesos y maldades pasarán de largo pisoteados por la vida, si corrigen y denuncian y se afirman en lo nuestro beberán la miel de sus orígenes en vez del vinagre que tiene la copa de la destrucción.  Los colmillos de la codicia trituran el propio corazón, dice Carrasquilla en Frutos de mi tierra.

*Autor: Docente emérito del magisterio colombiano en español y literatura, pedagogía y ética.

 

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