Comunicado político, artístico, juvenil y cultural de Andes, leído en el encuentro subregional del 28 de mayo de 2021 en Ciudad Bolívar, en el marco del cumplimiento de un mes en Paro Nacional indefinido.
Patria, naciste de los leñadores,
de hijos sin bautizar, de carpinteros,
de los que dieron como un ave extraña
una gota de sangre voladora,
y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.
Hoy nacerás del pueblo como entonces.
(…)”
-Pablo Neruda
Hoy reconocemos la voluntad de lucha que se gesta en el espíritu de cada ciudadano del Suroeste de Antioquia. Pueblos que hermanados por el sentir participativo de movilizarse en medio del gran Paro Nacional decidieron romper sus miedos, los mismos que la historia política bipartita solo distinguía entre el rojo y el azul negando toda posibilidad de pensamiento abierto al inalienable derecho de expresarse con libertad.
Hoy, en tierra de arrieros, todos los presentes, buscando rescatar el país de sus ensueños, desde las tierras de los bellos Farallones del Citará empuñan un pincel como arma, golpean la tierra al son de las danzas y las cumbias, y debaten pacíficamente desde los ritmos del rap y la poesía. Los pueblos han despertado, se están movilizando cada vez más unidos y entienden que las voces de los marchantes gritan una nueva Colombia, cimentada en la empatía y el respeto por las diferencias en todos sus orígenes.
Algunas personas aún dudan de los efectos que puedan tener las movilizaciones en nuestros municipios, pero a través de arengas y arte estamos poniendo a temblar una estructura social y política que estaba establecida y que muchas personas nunca pensaron que podría ser diferente, la daban por sentada. Sin embargo, es fundamental que incluso cuando acabe el paro, nos sigamos tomando los barrios con un lenguaje amoroso, rebelde y artístico como hasta ahora lo venimos haciendo, generando espacios en los que nos eduquemos porque no podemos ser indiferentes a la política, refugiarse en el concepto de apolíticos solo hará que otros tomen las decisiones por nosotros.
Es raro que digan: solo debemos movilizarnos en las grandes ciudades, como si en los municipios no se necesitaran espacios para generar conciencia social ¿Nos vamos a quedar jóvenes, docentes, trabajadores informales y todas las personas de estos pueblos mirando cómo las ciudades y capitales se unen para luchar contra estas reformas que también van en contra de nosotros? ¡No! Las políticas del gobierno no van solo en contra de personas citadinas, por el contrario, marginan a quienes de por sí ya hemos sido marginadas.
Y es que es muy fácil andar desinformado, muy fácil hacer caso omiso a los videos de noticias internacionales, muy fácil no leer y no conocer, porque el conocimiento duele, como dice Dostoyevski «Amamos las cadenas, los amos, las seguridades, porque nos evitan la angustia de la razón”. Pero hasta cuándo vamos a seguir aceptando esas cadenas, normalizando la muerte cuando es ajena, viviendo en ese pesimismo que no nos permite ver que hay posibilidades de tener una vida superior, o como dice Goethe una “altísima existencia”, aunque en Colombia y siendo menos poéticos, bastaría con decir “una vida digna”, “un buen vivir”, una vida sin hambre, con salud y con educación de calidad como rezan nuestras voces; pero en muchos países, entre esos el nuestro, hay que luchar por esa vida, por esa existencia digna que para la mayor parte de la población colombiana le es negada desde antes de nacer, como dice Héctor Ábad Gómez quienes nacen en familias pobres, que son la mayoría de colombianos, vienen al mundo con desventajas desde el mismo vientre, porque la madre no se puede alimentar bien.
Pero el pueblo está comenzando a despertar, a entender que esta “normalidad” no es normal, que no es normal la desigualdad social, económica, que necesitamos espacios de diálogo, y no la represión en la que el instrumento es la fuerza.
¿Cómo no vamos a despertar? Si el hambre, la miseria y la muerte están adheridas a cada pared de Colombia ¿Cómo no vamos a despertar?
“Hasta el 12 de mayo de acuerdo con un informe conjunto de INDEPAZ y Temblores, se habían registrado 278 heridos, 356 agresiones físicas, 18 hechos de violencia sexual y más de 1.000 detenciones. Y siguen desparecidas 134 personas que no han podido ser ubicadas” (alainet.org).
El gobierno sigue indiferente ante esto y ni siquiera ha querido autorizar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para indagar sobre todo lo que está ocurriendo en Colombia. Claro cómo va autorizar el gobierno la entrada de su propio juez.
Hasta ahora, solo se ha dado un espacio para escuchar a las víctimas, y nosotros los jóvenes que sabemos que son nuestros hermanos, que las víctimas son muchos jóvenes como nosotros, estamos muy conmovidos y con más fuerza levantamos nuestra voz por ellos y con más fuerza seguimos en pie de lucha para que todo eso no sea en vano.
Seguiremos movilizándonos, seguiremos con este gran fuego que llevamos dentro para volvernos una sola llama enorme y contagiar a aquellos que por tantos años de lucha o de ver lo mismo han caído en la desesperanza, vamos a seguir educándonos, porque sabemos que la indiferencia y el analfabetismo político solo harán que otros tomen las decisiones de este país por nosotros, vamos a seguir llevando arte a los territorios con un mensaje de paz y reconciliación, con un lenguaje de amor tan necesario para este país, vamos a seguir levantando nuestra voz por nuestros muertos, ellos son nuestros hermanos. Vamos a seguir caminando por las calles y vamos a seguir formándonos para poder dialogar con argumentos en nuestros hogares, con nuestros amigos, porque la revolución está creciendo por dentro de cada uno, nuestra mayor revolución será la conciencia social, aunque algunos solo escuchen los gritos y cornetas, porque la revolución será cultural o no será.
¿Qué garantías hay para nosotros? Si las políticas gubernamentales van en contra de esa dignificación de la vida humana que los colombianos queremos, alzamos nuestra voz porque queremos que se tenga en cuenta al pueblo y a la juventud, para que se den políticas públicas que nos beneficien, políticas para las economías campesinas, matrícula cero para la educación, una renta básica para las familias más pobres, más posibilidades de empleos formales y no lo contrario como lo pretendían con la reforma tributaria. Queremos que las reformas sean una construcción colectiva, y esto se conquista solo si salimos a las calles a pedir esos espacios, porque de lo contrario no nos los van a dar.
Seguiremos movilizándonos, paradójicamente porque están prohibiéndonos movilizarnos. Y seguiremos educándonos porque para el intelecto y la conciencia que está creciendo en nuestras mentes y espíritus aún no han inventado instrumentos de represión. Seguiremos movilizándonos porque no van a poder reprimir con la fuerza nuestro derecho constitucional a la protesta, porque no se puede acallar un pueblo por la fuerza, se deben crear espacios de diálogo y no solo a nivel nacional, desde las mismas alcaldías se deben generar mesas de diálogo en las que se escuchen las necesidades del pueblo y de los jóvenes, comenzaremos a exigir eso también, espacios libres de cualquier sesgo político, en donde los centros educativos cumplen un rol fundamental.
Porque en muchos municipios del Suroeste aún faltan más espacios y presupuesto para el arte, la cultura y el deporte, que los jóvenes no tengamos como único espacio de esparcimiento la zona rosa del pueblo, ¿es posible soñar con el corredor cultural del Suroeste? También hace falta descentralizar muchos procesos, porque si en la zona urbana nos quejamos de tanto abandono estatal, en las zonas rurales aún más, en una zona rica por sus fuentes hídricas como lo es el Suroeste aún hay muchas escuelas que no tienen agua y que de hecho no han podido regresar a la alternancia, o que tienen infraestructuras en riesgo de caerse sobre las cabezas de los niños y niñas.
Cuando nos digan que no vale la pena nuestras acciones, seguiremos llenándonos de esperanza porque el fatalismo y el pesimismo no hacen que las personas se movilicen, no generan ninguna acción de cambio. Cuando nos digan que no vale la pena marchar y hacer arte en un pueblo, les vamos a responder con palabras de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Sigamos haciendo cosas pequeñas para engrandecer el mundo.
¿Te sonó la idea de un corredor cultural en el Suroeste? Puedes escribirle a las juventudes que redactaron este comunicado, al siguiente correo electrónico: esquinarotacolectivocultural@gmail.com