Lechuga, cilantro o aromática. ¿Qué necesita? Venga a la huerta escolar de la Institución Educativa Edelmira Álvarez de la vereda El Zancudo en Fredonia. Soy el docente Víctor Mario Vélez Carriazo, en esta institución, desde hace más de tres años, venimos trabajando con una estrategia que hemos titulado Comités Escolares. Es una propuesta educativa que parte del humanismo; de reconocer que los estudiantes tienen capacidades que pueden ser aprovechadas al máximo en espacios que sean diseñados para eso. ¿La estrategia? Poner a los chicos a trabajar en comités. Uno de los de mayor impacto aquí a nivel veredal y zonal, ha sido el comité de la huerta escolar, porque es un comité que no solamente implica el trabajo en la institución, sino también en el espacio familiar.
“Mi nombre es Santiago Bermúdez Zapata, esto es un proyecto muy bueno para nosotros porque siempre es muy bueno aprender cosas nuevas y más que nosotros no teníamos el buen entendimiento de cómo sembrar”, estudiante vinculado al proyecto».
¿De dónde surge la idea de trabajar el proceso de huertas? Primero, del conocimiento del entorno. Se hizo un análisis del contexto y se determinó qué es lo más necesario para la comunidad local y en especial para la vereda El Zancudo. ¿Qué hacemos? Enseñarle al niño, enseñarle al estudiante a valorar la tierra y valorar su entorno. ¿Qué tiene usted?, ¿dónde puede sembrar? Nuestro cultivo ni siquiera es un terreno de tierra, nosotros cogimos el patio, que es de concreto, pusimos unas tablas y dentro de ese espacio trabajamos con una tierra abonada que los mismos chicos trajeron”.
“Mi nombre es Alexis Quiroz Villada, me vinculé porque me gusta mucho lo que se tiene que hacer con la tierra, así podemos aprender más de los sembrados”, estudiante vinculado al proyecto».
¿Qué pasa después? La institución encontró alianzas estratégicas en el año 2017. Los trajimos a la institución y les mostramos qué hacemos con los chicos, cómo les enseñamos a sembrar y a cultivar, y gracias al apoyo de uno de los aliados, pudimos llevar el proceso a la sede de bachillerato, porque inicialmente solo estaba en la primaria. Escogimos un espacio en la institución, exactamente al lado de la cancha, sembramos plantas aromáticas y el proceso es convertir esas aromáticas en un subproducto que los estudiantes puedan comercializar después. La verdad, mi motivación principal es enseñarles a ellos lo valiosa que es la tierra y lo valioso que es esta naturaleza donde estamos.
“Mi nombre es José Luis Cañaveral Ospina, la enseñanza de vida es que todo con amor y paciencia lo podemos hacer, porque para nosotros construir eso, lo que tenemos ahora, tuvimos que tener mucha paciencia y amor por la tierra”, estudiante vinculado al proyecto».