Un personaje decisivo
Cuarta parte
Aún recuerdo tu lucha
cuando quisieron correrte.
Tu sufrimiento fue mucho
y tu esfuerzo fue constante.
(Himno I.E.R. Juan Tamayo)
Leyendo entre líneas la biografía de Juan Tamayo, me sorprende el parecido de su trabajo con el de otra de las figuras de la historia de San Gregorio: Tulia Agudelo, familiarmente, la señorita Tulia. Tamayo también ejercía el oficio de farmaceuta en Bolívar, probablemente a lo largo de las décadas 30 a los 70 del siglo pasado. Ambos tuvieron en común un especial sentido de servicio y ambos desempeñaron, al menos parte de su oficio (en el caso del farmaceuta), en el campo de la salud. Tamayo formó parte de la dirigencia del municipio desde su posición como concejal, la que ejerció durante varios períodos (25 años), algo que no pasó con nuestra emblemática enfermera. Pero, además, la acción de este profesional salido del campus de la Universidad de Antioquia como químico farmaceuta, estuvo orientada, por lo visto de una forma muy importante, hacia el campo de la educación. Es lo que se deduce del documento Institución educativa Juan Tamayo, Direccionamiento estratégico, producido, según lo confirma el señor Johny Cetre, rector de esta institución educativa, por el equipo de profesores de esa institución en el año 2014 y que llegó a mis manos por cortesía de Róguell Sánchez. Parte del citado documento está dedicada a la biografía de nuestro personaje, la que, pese a tratarse de un resumen muy corto, permite vislumbrar la importancia que este tuvo para para nuestro corregimiento en el aspecto educativo, como lo veremos a continuación.
De entrada, el citado documento sitúa al concejal Juan Tamayo como cofundador de la escuela del corregimiento de San Gregorio (Alfonso López), al indicar que este profesional “… ayudó a gestionar la creación de la escuela del corregimiento Alfonso López…”, una afirmación que, sin embargo, deja abiertos algunos vacíos, por cuanto, en primer lugar, no especifica si se está hablando de la primera sede escolar que tuvo San Gregorio allá por los años 40 o si se está hablando de la creación del colegio mediante la Ordenanza 33 de diciembre de 1968, a la que se hizo referencia en la parte tres de esta serie de entregas. El segundo vacío que queda abierto en el documento aquí comentado, es la ausencia de información acerca de la naturaleza de esa ayuda en las gestiones de creación de la escuela, de lo cual no se hace mención específica.
Me gusta pensar que nuestro personaje era ya para los años 40 alguien conocido en la aldea, al menos indirectamente; que se conoció con la señorita Tulia y que, juntos, coincidieron en algún momento en la formulación de medicamentos para madres que buscaban parar una diarrea o limpiar de lombrices el sistema digestivo de algunos de sus hijos. Me gusta pensar también que Tamayo, en algún momento estuvo caminando por la calle a la que hoy llamamos Tulia Agudelo; que juntos se tomaron un perico (tinto con leche condensada) en el quiosco y que ambos tal vez hablaron sobre el futuro del que, en ese entonces, era apenas un incipiente caserío. Pero el contenido del documento no respalda ese tipo elucubraciones y entonces no me queda más que pensar que los buenos oficios del químico farmaceuta probablemente estuvieron circunscritos a la iniciativa de la transformación de la escuela en el colegio que, ya para 1968, llevaba su nombre, según se desprende de la Ordenanza 33 de aquel año.
Sobre la siguiente parte del documento aquí comentado, es importante destacar tres momentos históricos. El primero de ellos fue el papel jugado por la comunidad en un momento crítico de la existencia del colegio, año 1983, cuando, por una mala información, sus profesores fueron trasladados a Bolívar, dejando la institución educativa en la incertidumbre. Entonces intervino la comunidad (el sacerdote, la junta de acción comunal, la junta de padres de familia, los educadores y los estudiantes), consiguiendo con su intervención no solamente conjurar el peligro sino y sobre todo asegurar el nombramiento de la primera rectora del colegio, la señora Oliva Saldarriaga Gómez. Este destacable esfuerzo de trabajo conjunto de la comunidad es, definitivamente, un hito decisivo en la historia educativa de San Gregorio. El segundo momento que creo necesario destacar, es el de la primera promoción de bachilleres, la que tuvo lugar en el año 2000. ¡Los primeros bachilleres producidos por el sistema escolar de San Gregorio! Las semillas sembradas en los años 40 por las inolvidables profesoras de aquellos lejanos años habían dado por fin sus frutos más anhelados. El tercer momento que vale la pena destacar tuvo lugar durante el año 2001, con la puesta en marcha de la educación para los adultos. El mensaje en esta ocasión fue muy claro: el sistema educativo estaba ahora en capacidad de acoger no solamente a las nuevas generaciones sino a todos los sangregorianos, independientemente de su edad. Una vez más, las semillas sembradas en el pasado se habían convertido en un árbol capaz de esparcir, a su vez, sus propias simientes hacia una nueva clase de estudiantes: los adultos mayores. Una vertiente adicional del sistema educativo de San Gregorio es la compuesta por las escuelas veredales. Sobre ellas hablaré en mi próxima entrega.
Foto portada: Juan Tamayo. (Tomada del documento Institución Educativa Rural Juan Tamayo, direccionamiento estratégico. 2014-06-29).
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar
Lectura recomendada
Las escuelas de San Gregorio – tercera parte