Nace el Juan Tamayo
Segunda parte
Tal como lo hemos visto en varios documentos y las referencias que se han hecho al escribir un primer esbozo de la historia de San Gregorio (Alfonso López), el origen del actual colegio Juan Tamayo fue una humilde escuela construida en bahareque con corredor enchambranado, que daba a la hoy Calle Tulia Agudelo, frente a la tienda de propiedad sucesivamente de Roberto Londoño y su hermano Eleazar. Sobre quién fue el constructor de aquella primera sede escolar, la única información que he tenido es la aportada por la página de Facebook Historia de San Gregorio, a cargo de la señora Luz Mery Guerra, quien asegura que el constructor fue su abuelo, Bernardo Guerra. No se posee, sin embargo, información, al menos aproximada, del año (o años) en los cuales se habría llevado a cabo la obra.
Hemos de suponer, sin embargo, que los muros de lo que fue la primera escuela del corregimiento se empezaron a levantar allá por el año 1938, tres años luego de haber sido reconocido como inspección en el paraje denominado Remolino, como quedó dicho en el Acuerdo No. 88 de 1935, expedido por el Concejo Municipal. A falta de documentos verificables que le den soporte a este dato, y para darle cierto aire de novela romántica a estos primeros años de nuestra vida educativa, acudo al libro El paraíso de los desterrados (José Dionel Benítez – Luis Fernando Restrepo, Editorial Nomos, Bogotá), cuyo capítulo 10 está dedicado a la forma como, supuestamente, habría entrado en funcionamiento la primera escuela de San Gregorio, en medio de cuyos ires y venires tuvo lugar el romántico episodio de amor (que terminaría en matrimonio) entre la primera maestra llegada al lugar, María Angélica Herrera, y el dueño del recién abierto almacén de ollas, sartenes, herramientas de trabajo, frijoles y maíz y hasta ropa de cama, quien se convertiría — siempre según la novela — en el primer inspector de San Gregorio. Su nombre: Samuel Restrepo.
Sea como fuere, para mediados de la década de los años 40 probablemente la escuela estaba funcionando ya de manera regular, con niños y niñas alternando su asistencia con un día de por medio, si seguimos tomando como fuente la reseña histórica del colegio Juan Tamayo, documento al que ya se hizo referencia en la entrega pasada de estos escritos, editado el 29 de agosto de 2014, según se observa en el código de registro. En ese documento se señala que la primera profesora que ejerció la docencia en esta escuela se llamó María Soto, y en eso coincide con lo mencionado en el relato de Miguel Herrera, quien además precisa que esta maestra era hermana de nuestro emblemático arriero Soto.
Luego de hacer referencia a este primer paso, el documento da un salto de más de casi 30 años (1940 a 1968), dejando de este modo en el limbo un periodo dentro del cual la escuela evidentemente tuvo varios hitos importantes de evolución, entre los cuales está la separación por sexo de los estudiantes, lo cual sucedió durante la década de los años 50; dejando por fuera igualmente los nombres de las profesoras y profesores que ejercieron su labor docente durante este periodo. Un vacío difícil de llenar, dada la manera tan fragmentaria como está distribuida la información sobre los nombres y el trabajo pedagógico de estos docentes, lo cual espero remediar, así sea medianamente hasta donde sea posible y con la ayuda de personas como la señora Silvia Herrera, para las próximas entregas que dedicaré, entre otras cosas, a los nombres del personal docente del colegio Juan Tamayo.
Con base en su reseña histórica tomada aquí como fuente, es posible identificar algunos de los hitos más significativos del colegio Juan Tamayo a través de su corta existencia; el primero de ellos es, sin duda, el reconocimiento oficial mediante Ordenanza 33 del 30 de diciembre de 1968. Con dicho acto oficial esta institución educativa empieza a prestar su servicio docente en el nivel del bachillerato, lo que representa un paso fundamental para la comunidad en su crecimiento y fortalecimiento cultural y científico.
El siguiente paso viene dado con la primera promoción de bachilleres, que tuvo lugar, según el documento en referencia, en el año 2000. Ahora bien, si el nivel de bachillerato empezó a funcionar en el año de 1968, era de esperarse que la primera cochada de bachilleres debería haber estado lista para, a más tardar, la segunda mitad de la década de los años 70; sin embargo, debieron transcurrir alrededor de 30 años para que ello pudiera ocurrir. Qué interesante sería poder conocer las causas de esta espera tan prolongada: ¿Alta deserción escolar? ¿Poco interés de los padres de familia por la educación de sus hijos? ¿Limitaciones logísticas del colegio? ¿Escasez de personal docente? ¿Problemas de carácter social? ¿Todas las anteriores? Qué manejo le dieron las autoridades escolares de la alcaldía de Ciudad Bolívar a esta clase de dificultades, es algo que valdría la pena conocer más a fondo para tener una contextualización completa sobre el proceso de crecimiento en lo que a la educación hace referencia.
Esta historia continuará.
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar