Un decisivo punto de inflexión
Tercera parte
Al echar una mirada sobre la historia del actual colegio de San Gregorio, Juan Tamayo, emerge el segundo hito que, en mi opinión, merece destacarse de manera especial, por lo que este significó en su momento y las consecuencias que conllevó para los años posteriores en torno a la historia del servicio de la educación. El primero fue, lógicamente, el inicio de la escuela bajo la responsabilidad de María Soto, según el relato de Miguel Herrera. Ese hito lo constituye la llegada de la profesora Bertalina Berrío a la que, en ese momento, era apenas una incipiente escuela en el corregimiento de aquellos años.
Alrededor de la profesora Bertalina Berrío existe un relato inédito, escrito de puño y letra de la misma profesora, sobre su llegada a San Gregorio, allá por el año de 1958. De acuerdo con lo narrado en el citado escrito, para ese momento la escuela, aún bajo la responsabilidad de la profesora Aura Viana, se encontraba cerrada. Es interesante saber, entre otras cosas, que su llegada fue el resultado de gestiones hechas por el párroco de aquel momento, el padre Pedro Nel Ramírez, lo que confirma el interés que este sacerdote puso siempre por el tema de la educación. No sabemos –y el relato no da detalles con relación a esta circunstancia– cuáles eran las razones por las que, para el año de su llegada, el establecimiento escolar se encontraba en receso. ¿Temporada de vacaciones? ¿Retiro de la actividad escolar de la profesora Viana? ¿Mal estado de las instalaciones de la vieja escuela? Esta última hipótesis parece la más probable, por cuanto la misma Bertalina señala que, debido a su mal estado, la escuela debió ser trasladada, temporalmente, al sitio de San Gregorio hoy denominado Morro Azul.
Pero, ¿cuál es la importancia del paso de la profesora Bertalina por la escuela de San Gregorio? Creo es razonable suponer que su llegada marcó el segundo punto de inflexión de la educación en esta aldea, como ya se dijo, por cuanto fue el inicio del paso de un sistema de enseñanza rudimentario propio de una escuela rural, con sólo dos grados académicos (primero y segundo de primaria), hacia un sistema fundamentado en un modelo pedagógico mejor estructurado, que incorporó paulatinamente los niveles restantes, hasta completar, durante esta década, según es fácil deducirlo, todo el ciclo completo de la primaria y quedar listo para dar el paso siguiente al ciclo de educación media, con la expedición de la Ordenanza No. 33 de diciembre de ese año. Nota 1 Un salto cualitativo de mucha importancia. La nueva construcción que se erigió en esta década en el mismo lugar donde había funcionado la destartalada escuela inicial tuvo al parecer una existencia efímera, por cuanto en ese mismo sitio se construyó pocos años después el edificio del que hoy es el colegio Juan Tamayo.
El trabajo llevado a cabo por la profesora Bertalina Berrío continuó su curso bajo la responsabilidad de una serie de profesoras y profesores que fueron fundamentales dentro del proceso del fortalecimiento de la educación en esta década. Así, a Bertalina le recibió el cargo la profesora Esneda Marín, quien ejerció su labor hasta el año 1963 y a ella le sucedió la profesora Myriam Arcila, procedente de Santuario. Para estos momentos, la modalidad de la enseñanza había dado otro paso importante, que fue el de pasar al sistema mixto, niños y niñas, algo que debió favorecer de manera significativa el uso más eficiente de recursos, tales como instalaciones físicas y personal docente. A la altura de estos años, el grupo de profesores empezaba a aumentar y fue así como, haciendo equipo de trabajo con la profesora Arcila, aparece ya otra profesora de nombre Zunilda (¿o Sunilda?) Moreno, casada con Gildardo Tobón. Para el año de 1967 aparece el nombre de Blanca Rocío Londoño, hija, tengo entendido, de Roberto Londoño, acompañada de otra profesora de nombre Myriam, quienes un año después fueron trasladas a Ciudad Bolívar, además de los nombres ya mencionados de Moreno y Tobón. Nota 2 Llegado el año de 1968, encontramos los nombres de las profesoras Mariela Castrillón y Rocío Arboleda. Es en este año, precisamente, cuando tiene lugar el siguiente punto de inflexión (el tercero) del servicio educativo de San Gregorio, consistente en el inicio del ciclo de enseñanza media con el primer grado de bachillerato, aunque como una extensión del Liceo San José del Citará.
De esa forma se completa la información relativa a lo que fue la historia del servicio de la educación en la etapa que va de mediados de 1940 hasta el año de 1968. Sin embargo, la información aquí expuesta es susceptible de ser complementada y enriquecida con el aporte de personas de San Gregorio que vivieron o fueron testigos de lo sucedido en aquellos años, especialmente del equipo de profesores y estudiantes del colegio Juan Tamayo, aportes que, como es lógico suponerlo, estoy muy interesado en recibir, con la recomendación que los mismos y en cuanto sea posible, vengan acompañados de nombres y apellidos completos, fechas, nombres de los lugares y de información complementaria que los lectores consideren de utilidad. Por lo pronto, quiero expresar mis agradecimientos a la señora Silvia Herrera Berrío, hija del inolvidable matrimonio Miguel – Bertalina, por cuanto esta hija de nuestro pueblo, con gran sentido de compromiso, se ha convertido en mi socia estratégica en el proyecto de construcción de la memoria de nuestro pasado reciente en relación con los profesores, los verdaderos protagonistas de esta etapa.
Foto: profesora Bertalina Berrío, cortesía de Silvia Herrera.
Nota 1. Fuente, Institución Educativa Rural Juan Tamayo. Direccionamiento estratégico. Código DE-FO-20, versión 1, 2014 – 8 – 29.
Nota 2. Fuente: Silvia Herrera.
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar
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