Comparta esta noticia

Carlos Adiel Henao fue el rector de la Normal de Amagá durante 21 años. Hoy recordamos con él su historia, cómo fue recibir la institución y librar una batalla para acreditarla por primera vez.

Carlos Adiel Henao en la rectoría de la Escuela Normal Superior de Medellín.

Tocan la puerta varias veces y Carlos Adiel atiende siempre con una sonrisa. “¿Cómo hacemos si siempre vienen a tocar? Ustedes quitan ese pedacito, ¿no?”, nos pregunta y continúa con el breve recuento histórico sobre la misión alemana, que en 1842, impulsó la creación de las Normales

“Después de la revolución y el grito de independencia, una de las cosas que vio Bolívar fue la necesidad de formar maestros. ¿Quiénes iban a la escuela? Una poquita élite. Ya había que brindar educación al pueblo… pero no tenían maestros. Esa es la historia de nosotros, de las Normales. Pero bueno, hoy vienen es por la mía, ¿cierto?”, agrega con una sonrisa. 

El rector Carlos Adiel nació en la vereda Los Sauces del corregimiento de San Diego, en Liborina, un municipio del occidente antioqueño, caluroso y verde, sumergido entre espesas montañas.

Allí realizó también la primaria, en la Escuela Rural Los Sauces; la secundaria –hasta noveno– en el Idem San Diego y se graduó en 1982 del Liceo San Francisco de Asís. “Yo me levanté en el campo, después me dediqué a mirar cómo llegar a la universidad, no era tan fácil el asunto”, recuerda.

A mediados de 1984 pudo acceder a la Universidad San Buenaventura, en Medellín, para estudiar Administración Educativa. Cuatro años después se graduó y gracias a un concurso docente fue nombrado rector de la Concentración Educativa La Mercé, donde estuvo cinco meses, luego de los cuales logró dejar a la Institución aprobada para el funcionamiento durante 5 años.

Estudiante y rector de la misma institución

Cuando salió de La Mercé, Carlos Adiel asumió el reto de ser rector en el colegio en el que había sido estudiante“En ese momento se jubiló el rector del Idem San Diego, donde yo había estudiado hasta noveno, y me trasladaron”. 

Carlitos, como siempre le llamaron por ser el menor de sus hermanos, se convirtió, en 1989, en el rector de la institución que había caminado años atrás como estudiante. “Yo vengo de una familia de 12 hermanos, 4 éramos hombres, yo el menor y preciso, cuando ya era rector me decían ahí va el rectorcito, cuenta entre risas.

Dos años después, con la Constitución del 91 se promulgó la primera y única ley de educación en Colombia, en la que se estableció, entre otras cosas, que las Normales del país deberían pasar por un proceso de reestructuración para seguir como formadoras de maestros.

Cuando aquello sucedía, Carlos Adiel elaboró un nuevo Proyecto Educativo para el Idem, que fue seleccionado para participar en la premiación que realizó el Ministerio de Educación a los Proyectos Educativos Institucionales -PEI sobresalientes. “Nos llevaron a Medellín a exponerlo y ahí los funcionarios de Secretaría conceptuaron que yo podría ser un candidato para dirigir la Normal de Amagá, para no dejarla ir para atrás”, y recuerda que casi de inmediato fue trasladado a esa institución.

La Normal de Amagá: destinada a desaparecer

Para ese tiempo, la Universidad de Antioquia había evaluado si la Normal de Amagá podía continuar o no en funcionamiento y el resultado fue un aviso que sentenciaba que si la Escuela no hacía las adecuaciones necesarias, tendría que ser cerrada. “Recuerdo que me plantearon la posibilidad: queremos que usted vaya y haga ese trabajo, necesitamos que esa Normal se acredite. Y yo les asumí la tarea”, cuenta Carlos. 

Dos meses después de haber socializado el -PEI en Medellín, Carlos Adiel ya estaba en Amagá siendo el rector de la Normal, un papel que fue complicado asumir desde el inicio. “Reestructurar la Normal implicó un trabajo fuerte, muchos no querían que se acreditara, sobre todo el equipo docente. De 24 maestros, 20 no querían que la institución fuera Normal”, recuerda. 

Carlos Adiel fue durante 21 años el rector de la Normal Superior de Amagá.

Emprender el proceso para acreditarla no fue sencillo. Además de la negativa de varios docentes, el municipio de Amagá se encontraba en elecciones para la Alcaldía. “Doña Elvia era una de las candidatas, con ella estaban trabajando algunos maestros de la Normal y al parecer ella tenía el compromiso de no apoyar el proceso de la Normal”, dice. 

Elvia Amparo Torres ganó ese año la Alcaldía de Amagá y se posesionó oficialmente en enero de 1998. “Obviamente el punto de la Normal comenzó muy difícil. Lo que dijo fue que ella había prometido que las grandes decisiones las iba a tomar con el pueblo y que lo de la Normal era una gran decisión, que por eso se iba a tomar mediante votación, y nosotros le aceptamos”. Para ese momento, Carlos llevaba tres meses tratando de iniciar el proceso de acreditación. 

Votaciones en el parque: Normal Superior ¿sí o no?

Una multitud de personas esperaba entre pancartas y gritos a favor y en contra de la continuidad de la Escuela. “Nosotros fuimos al parque a decir un o un no a la Normal, pero cuando llegamos la propuesta de la alcaldesa fue un sí a la Normal o un sí a un Tecnológico”, recuerda Carlos.

El ambiente se puso más tenso y las esperanzas estaban casi perdidas. ”Cuando ella salió con esa propuesta ahí sobre la marcha, yo dije: esto se perdió”. Sin embargo, Carlos se mantuvo firme. «Les planteé una metáfora: Amagá tiene este parque que deben tener iluminado, pero hay una sola bombilla, ¿Qué necesitamos? ¿Apagarla y dejarlo a oscuras o encender las demás? ¿Necesitamos apagar la Normal o mantenerla, traer el Tecnológico y todo lo que tengamos que traer?”, y le respondieron con aplausos.

Sin embargo, al momento de pasar a votaciones la alcaldesa anunció otra sorpresa: que los jóvenes presentes no podrían votar. «Ellos eran los que estaban más bastantes para apoyar el asunto. Los muchachos se alborotaron, y finalmente se dijo que sí podían votar pero los que tuvieran tarjeta”, cuenta.

El resultado final de la votación fue de 98 en contra y 203 a favor de que se mantuviera la Normal. “La alcaldesa inicialmente se incomodó mucho, pero fueron pasando los meses y pudimos llegar a tener muy buenas relaciones”.

La Normal superó exitosa los procesos posteriores de acreditación. El último fue en 2018, un camino que, según Carlos, siempre será difícil de recorrer. “Es complicado cumplir con las condiciones que están fuera de la responsabilidad de la Normal. Por ejemplo, los fondos que llegan son para funcionamiento: marcadores, papel… No alcanza para hacer, digamos, una inversión en infraestructura”, expresa.

Leer: Acreditación para las Normales Superiores del Suroeste: docentes para la ruralidad.

Despedirse del municipio

La propuesta para trasladarse a Medellín llegó por parte del antiguo rector de la Normal de la capital antioqueña. “El rector de acá (Medellín) estaba pendiente de la acreditación para jubilarse y me dijo que si yo estaría interesado”, cuenta Carlos. 

Así, concluido el último proceso de acreditación, se oficializó como el nuevo rector de la Normal de Medellín. “Yo no tengo apoyos políticos, sin embargo la Secretaría de Educación dijo vamos a traer una persona que tenga experiencia. Al final gané fue por viejo”, dice entre risas.

Escuela Normal Superior de Medellín.

Dejar Amagá no fue sencillo, allí se casó, conformó una familia, aprendió. “Son cosas que van cambiando, son momentos, son situaciones que lo van llevando a uno. Eso es muy bonito. Yo en Amagá pude construir la Normal y mi familia. Además, mis dos hijos salieron como estudiantes muy bien formados: fue la Normal la que me los formó”. 

Carlos vivía feliz en Amagá, sin embargo, la vida le estaba pidiendo un cambio a él y a su familia. “Ya mi hijo llevaba viajando desde Amagá todos los días a Medellín para estudiar y este año mi hija sale de 11, son momentos”, dice.

¿Cómo debe ser el maestro que necesita Colombia?

Para Carlos, que ha trabajado la mitad de su vida entre docentes, el maestro debe cumplir con tres requisitos: “Ante todo debe ser un maestro de vocación. Porque si uno no ama la docencia, difícilmente funciona. Segundo, debe tener el saber pedagógico y el saber específico. Hay maestros que saben mucho, pero no se les entiende nada. Y tercero, deben tener la disponibilidad, por ejemplo a mí la disponibilidad en la Normal de Amagá me llegó al final porque si ya mis hijos no iban a esta allí mi mente iba a estar en otro lado”.

Además, Carlos reitera que el maestro en Colombia tiene una función especial, más aún el maestro rural. “El maestro tiene una característica y es que en muchos lugares es la única representación del Estado. En una vereda no hay médico, no hay enfermero, no hay nada, solo el maestro. El maestro debe asumir el liderazgo social. Ese es el maestro que hoy debe tener Colombia en cada uno de sus rincones”, afirma.

La conversación con Carlos finaliza entre sonrisas y llena de orgullo por la profesión. Sin embargo, al pensar en el futuro la mirada se le llena de nostalgia y esperanza. “Yo en Amagá pasé momentos de mi profesión muy buenos, muy bonitos. Me gustó mucho trabajar de principio a fin, pero ahora aquí tengo otra oportunidad de crecimiento. Un reto muy grande”, dice.

Comentarios
Comparta esta noticia