La inspiración que emana del alma infantil
Para los adultos, resulta normal ver a los niños como seres a los que les enseñamos qué es lo que deben ser, como una obligación y no como el resultado de una opción libre; les indicamos qué cosas deben aprender; qué es lo bueno y qué es lo malo, según una escala de valores que, generalmente, es la misma con la que fuimos formados. Dentro de esta concepción pedagógica, los menores son recipientes pasivos a los que hay que llenar a lo largo del tiempo con datos, órdenes, preceptos, números, estadísticas y, con mucha frecuencia, con valores sociales equivocados o, en el menor de los casos, cuestionables, olvidando que los niños y las niñas son en realidad los dueños de un poder infinito que está latente en cada uno de sus espíritus, y que lo que necesitan —como sucede con la semilla de un árbol— son los nutrientes que les debería proporcionar el sistema educativo (maestros, padres de familia, adultos en general) para desarrollar su propio potencial, libres de frenos limitantes: ser los guías que acompañan y caminan a su lado, ayudándoles a ser ellos mismos y, en últimas, ser los protagonistas de su propio destino.
Es lo que deduzco viendo el trabajo que este grupo de niñas y niños, apasionados por el deporte del patinaje, está llevando a cabo en San Gregorio, con el acompañamiento de la señora Luz Adiela Guerra. Resulta muy significativo que esta disciplina deportiva, que se inició hace ya alrededor de 14 años, sea el resultado de una petición de los mismos niños, según lo informa la señora Guerra, quienes la buscaron para que los entrenara, convirtiéndola de hecho en la acompañante y en la facilitadora de sus sueños. Se trata de un proyecto que ha venido cosechando apoyos importantes por parte de la Alcaldía Municipal de Ciudad Bolívar (ignoro en qué medida), del colegio Juan Tamayo de San Gregorio, así como también de parte de particulares, lo que le ha permitido al equipo participar ya en competencias locales en el Suroeste antioqueño, con buenos resultados, como la que se llevó a cabo en el mes de julio de ese año en Jericó.
Paralelamente a este proceso de consolidación del equipo de patinaje, y con el fin de encontrar medios de financiación, el equipo ha puesto en marcha un proyecto de emprendimiento, con el cual, y por lo que se puede deducir de lo que se ve en las redes sociales sobre este grupo, los chicos están plenamente comprometidos. Se trata de un proyecto de empresa de producción y comercialización de productos de aseo para el hogar, amigables para con el medioambiente. ¿Qué tan lejos pueden llegar unas iniciativas como estas? No lo sabemos, pero ¿por qué no pensar en que, en un futuro no muy lejano, un equipo de patinaje como el de San Gregorio pueda llegar hasta las grandes ligas internacionales y la comercialización de la marca de sus productos pueda algún día convertirse en una gran empresa?
¿Qué potencial se esconde detrás de cada uno de estos rostros? Permitámosle a estas niñas y niños que sean ellos los que nos lo demuestren.
Así como lo está, el proyecto de patinaje de los niños de San Gregorio (el despertar de un sueño que se llevaba latente), es la muestra de que nuestro corregimiento es un semillero de sueños, iniciativas y aspiraciones que, como la flor que gira persiguiendo la dirección del Sol, sólo esperan que la luz proveniente de un líder adulto o de una institución oficial, los ponga al descubierto para echarlos a andar. ¿Cuántos deportistas, artistas, escritores, científicos o empresarios no habrá en cada niño o niña de San Gregorio, esperando sólo una oportunidad para que su talento sea una realidad? ¿Cuántos talentos ocultos tristemente se desperdician, sólo porque unos adultos, o unas instituciones, atadas a la comodidad de un sistema cegatón, les niegan con su falta de imaginación la posibilidad de desarrollar el potencial con el que nace todo ser humano? ¿Dónde están los cazatalentos, los motivadores, los nutrientes para la semilla que hay en cada cerebro de nuestros niños? Se necesitan más personas como la señora Luz Adiela Guerra (y estoy seguro de que las hay) capaces de convertirse en la vía que cada niño necesita para desarrollar su potencial.
Para finalizar, me gustaría decir que lo que hay en este grupo de patinadores, más allá de ser un proyecto que, con el acompañamiento de alguien que creyó en él, se ha venido consolidando, es un ejemplo de determinación y, sobre todo, una fuente de inspiración, que nos enseña a los adultos que cada niño y cada niña es en sí una semilla cuya magnitud no tiene límites. Un enfoque de la educación con un criterio como éste, es seguramente la vía más eficiente para construir una sociedad desarrollada. Nos lo dicen los niños patinadores de San Gregorio.
Fotografías de la página de Facebook de la señora Luz Adiela Guerra.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar