Comparta esta noticia

El 29 de enero del 2018 Luis Daniel Toro estuvo en Miami en la maratón de handbike con los mejores del mundo: “aún no puedo creer que hice lo que algún día soñé. Era la primera vez que salía del país y espero que no sea la única”. Con solo unos meses de práctica, su espíritu y coraje le bastaron para ubicarse en el décimo cuarto lugar entre 42 competidores.

El handbike es un tipo de vehículo terrestre, un triciclo impulsado por humanos que funciona con los brazos en lugar de las piernas, como en una bicicleta.

Antes del handbike

Daniel, como otros jóvenes, por la difícil condición económica de su familia decidió ir al Ejército, era eso o trabajar en una mina de carbón en Amagá con su papá.

“Si Daniel no hubiese ido al Ejército estaría trabajando conmigo en una mina. Pero él nunca quiso y yo jamás lo obligué. Por eso le insistí que ingresara al Ejército; yo no tenía dinero para comprarle la libreta militar y no quería que él hiciera lo que yo hacía”, cuenta Luis Alfonso Toro.

Daniel vio al Ejército como una alternativa de vida alejada de la pobreza. No quería ser minero. “Yo estaba tranquilo hasta que Daniel me dijo que se iba para Briceño. Yo trabajaba en una mina de carbón, y usted sabe que en las minas siempre hay muertos, que una explosión, que un accidente, en fin… Una noche soñé que Luis Daniel trabajaba en una mina, eso me dio mucho miedo y me desperté. En ese momento pensé: gracias a Dios Daniel no trabaja en una mina, ¡ay! pero está en un lugar peor, está en el monte. Eran las cuatro de la mañana y el resto de la noche no pude pegar el ojo”, cuenta el papá.

Tenía 20 años. 4 de mayo de 2015. Daniel estaba en el municipio de Briceño, en la vereda Chirí, en un punto conocido como El Orejón, llevaba 13 meses en el servicio militar y cayó en una mina; no era de carbón, era una mina antipersona. “Yo era el radio operador y recuerdo que ese día después de hacer patrullaje estaba regresando al batallón. Iba con dos compañeros, pero ellos gracias a Dios se devolvieron, pues hubieran caído también”.

Los compañeros que sintieron la explosión lo auxiliaron. Dos horas después un helicóptero lo llevó al Hospital San Vicente de Rionegro. Allí determinaron que amputarle los pies era la única opción.

“Ese día se me descargó el celular, pasó un rato y cuando fui a cargarlo vi un montón de llamadas perdidas de números raros. No fui capaz de devolverlas. Tenía mucho miedo. Un compañero fue el que marcó y cuando logré comunicarme con un sargento me dijo: ‘Daniel tuvo un pequeño accidente pero ya está en el hospital de Rionegro, debería ir’. Recuerdo que ese día la moto estaba sin luces y no me importó. La prendí y arranqué para el hospital”, dice conmovido Luis Alfonso Toro.

Un amigo me habló de este deporte…

Dos meses duró la recuperación. Daniel soportó fuertes medicinas y duras terapias. Así conoció el handbike: “estaba en Bogotá intentando adaptarme a mis prótesis al tiempo que practicaba con una bicicleta convencional pero me fue muy difícil. Un amigo me habló de este deporte, pero en ese momento no tenía cómo conseguir una bicicleta de esas, son costosas”.

Julio de 2017 en Ciudad Bolívar. Daniel conoció a otro ciclista que practicaba handbike, los dos hicieron las gestiones para conseguir una bicicleta. Les dijeron en la empresa que las fabrica que la bicicleta costaba cinco millones, pero no tenían el dinero. Después la misma empresa se las prestó con la condición de que la pagaran en cuanto pudiesen, y así fue.

De inmediato empezó a entrenar. La primera carrera en la que participó fue en Bugalagrande en el Valle del Cauca. Se enfrentó con competidores más experimentados y logró un noveno lugar entre 22 participantes. Daniel había comenzado entrenamientos dos meses antes. Esta competencia abrió caminos; una empresa de Estados Unidos lo vio correr y por eso Daniel estuvo en la maratón de Miami. La invitación la recibió justo el día de su cumpleaños, el 9 de noviembre de 2017.

“Cuando Daniel sale a entrenar todo el mundo lo saluda, incluso las personas que no lo conocen. Simplemente para ellos es de admirar lo que hace. Cuando salimos casi que tengo que andar con la mano en el pito porque todos los carros que pasan le pitan”, dice el papá orgulloso.

Medallas ganadas.

Daniel quiere estar en unos juegos paraolímpicos. Entrena tres veces por semana. Recorre entre 50 y 60 kilómetros. Como no hay una pista para correr, lo hace entre Amagá y Titiribí, por La Albania.

“Lo que yo digo a todas las personas es que no piensen que por el hecho de haber tenido un accidente la vida termina. Entre más ligero se adapte uno al nuevo estilo de vida, más ligero se encontrarán los resultados. Lo importante es saber levantarse y nunca dejar de luchar por los sueños”: Luis Daniel Toro, deportista.

Comentarios
Comparta esta noticia