“¡Bienvenidas mujeres del mundo!”, fue el lema que recibió a las miles de mujeres que asistieron al ‘Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan’ hace algunas semanas en Chiapas, México, organizado por el Movimiento de Indígenas Zapatistas. Durante tres días, según reseñan algunos medios alternativos mexicanos, mujeres diversas, compartieron sus experiencias sobre las formas en que luchan en sus comunidades por la reivindicación de sus derechos, la erradicación de las violencias, la igualdad de oportunidades y las prácticas de crianza; debatieron sobre las políticas de sus Estados, los efectos que tienen contra la vida y libertad, y tejieron en colectivo análisis que contribuye a sus luchas por mejorar las condiciones de sus hermanas.
Más cerca de nuestro contexto, en el Resguardo Indígena Karmata Rúa – Cristianía del municipio de Jardín, el 17 de febrero las mujeres también se reunieron para movilizarse por la vía principal, tomaron la batuta de mando para expresar a todo pulmón:
Aquí estamos por Aida, las niñas no se tocan, no se violan, no se matan.
Sin importar el género ni la edad, algunos hombres que asistieron gritaron “¡Vivas nos queremos!”, llevaron carteles con mensajes alusivos al respeto por las mujeres, al cuerpo como territorio del que solo es dueña cada mujer, cada niña, sea indígena, negra o mestiza. Los músicos del resguardo acompañaron la marcha con sus cánticos ancestrales.
Por su parte, integrantes de diversas organizaciones de mujeres del Suroeste y de la Corporación Vamos Mujer -que actualmente adelanta allí un proceso de formación- se hicieron presentes para acompañar la indignación de sus hermanas indígenas, para cantar las anti-rondas infantiles, versiones que en vez de cosificarlas ponen en evidencia los estereotipos y las violencias de las que son víctimas.
Arroz con leche no queremos más, no más feminicidios en esta ciudad, qué quién la mató, que quién la violó, son crímenes de Estado y nadie los vio.
Y cumpliendo con su función principal: la Guardia custodió el transitar de más de 50 personas que ante los ojos atónitos o desinteresados de los viajeros, sentaron un precedente para dejar de naturalizar un delito que en algunos pueblos de Colombia, del mundo, todavía es considerado como algo “cultural”.
Cifras de Medicina Legal registran que cada hora, cinco niñas entre los cero y cuatro años son abusadas sexualmente en el país.
Aida
Aida es una niña indígena de 9 años que fue abusada sexualmente dentro del resguardo el pasado mes de enero. Aida casi muere…de Jardín fue remitida al centro asistencial de Ciudad Bolívar, su “recuperación” física tardó varias semanas.
Aida sobrevivió, pero no para contar lo sucedido porque ella no se comunica, solo balbucea algunas palabras, y aunque la comunidad y las autoridades señalan que tiene un tipo de “discapacidad”, profesionales de la psicología argumentan que su estado podría estar vinculado a que nunca ha socializado con niños o niñas, o con otros adultos más allá de la tía paterna que la cuida desde que su mamá la abandonó.Para Rosalba Osorno, psicóloga de Vamos Mujer, solo un examen neurológico, un dictamen médico, podría establecer si la niña tiene alguna discapacidad o su estado es producto de la ausencia de comunicación verbal en la que ha vivido.
Aida y su tía, quien ya es una adulta mayor, viven en condiciones precarias y su casa está ubicada en uno de los sectores más apartados del resguardo. Datos de la Gerencia Indígena de Antioquia señalan que el índice de necesidades básicas insatisfechas de la población indígena llega al 92%.
El Consejo de Conciliación y Justicia se enteró de la violación de la que había sido víctima la menor pasadas seis horas de que ocurriera el hecho:
La zona donde vive la niña es muy alejada de las otras casas, justo por esos días la emisora estaba mala, actuamos en la medida de lo posible y la llevamos al pueblo, dimos aviso a todas las autoridades para restablecer sus derechos. Hemos contado con la ayuda de la Comisaría, la Personería, la Policía de Infancia y Adolescencia y esperamos que el ICBF nos apoye para que la niña tenga una vida digna, una familia que la proteja, que pueda tener acceso a la educación porque hasta el momento no lo ha hecho, y que en un futuro no vuelva a estar en peligro.
Explica Milbia Vaquiaza, coordinadora del Consejo que se encarga de resolver los conflictos sociales en el resguardo y que está conformado por cuatro mujeres. En los próximos días el Consejo que preside presentará al ICBF una petición oficial amparada en la ley del resguardo, para que los derechos de Aida sean restituidos en un hogar protector, para que reciba la atención integral que necesita y que allí no tienen cómo brindarle. Agrega que ella y sus compañeras tienen como segunda gran tarea la investigación del caso para encontrar al agresor.
Estamos avanzando… la Guardia Indígena está trabajando por sectores el tema de la seguridad. Al culpable se le debe dar primero un castigo ejemplar, hacerle ver que lo que hizo está mal, que su espíritu está mal, porque alguien que cometa una violación no está bien espiritualmente; y segundo, se le anexa el castigo intramural que ya sería en una cárcel de la justicia ordinaria como la de Andes que está cerca, porque aquí hay un calabozo pero no cuenta con las condiciones necesarias. Desde que no podamos dar con esta persona no estaremos tranquilas porque esto puede volver a pasar.
Según Juan David Giraldo, comisario de Familia de Jardín, en el 2017 esa dependencia atendió tres procesos por abuso sexual contra menores en el municipio.
Sobre los casos que se han presentado en el Resguardo Indígena Karmata Rúa – Cristianía, Milbia respondió que:
El sol no se tapa con un dedo, los abusos se han considerado culturales en las comunidades, pero nosotras hemos ido abriendo nuestros ojos y hoy rechazamos que sean considerados así, porque son hechos aberrantes. Ha habido algunas situaciones que han sido judicializadas, pero en definitiva este último caso es como decir que fue la gota que rebozó la copa, no permitiremos más que esto pase en nuestra comunidad. Con la Organización Indígena de Antioquia hemos venido fomentando varios proyectos de sensibilización, pero muchas veces algunas familias no participan, entonces hay que seguir hablando con las familias, llegar a las zonas apartadas.
Al respecto, Rosalba Osorno manifiesta que la visibilización que están haciendo las mujeres sobre las violencias que las afectan es determinante tanto para la búsqueda de justicia como para dejar de naturalizar, por ejemplo,gracias a la lucha de las mujeres, hay hombres del resguardo que en este momento están en la cárcel por abuso sexual. Las mujeres se están organizando para reclamar sus derechos y que los delitos no queden impunes, destaca también el apoyo de la Comisaría de Jardín y la importancia de que el Gobernador esté presto al diálogo y que haya participado activamente en la marcha de febrero.
Esta marcha fue una propuesta de las mujeres, querían comunicar su indignación y nos pidieron apoyo a Vamos Mujer. Nosotras vemos con mucha alegría que muchas de las que se movilizaron eran jóvenes, están participando junto con las adultas, están interesadas en entender lo que les pasa a las mujeres de su comunidad y quieren denunciar.
Precisamente como parte del proceso formativo que la corporación lleva a cabo, están orientando a un grupo de mujeres que realizarán una investigación para identificar las violencias que se dan en el resguardo:
De esta investigación saldrá un documento que le entregarán al Gobernador con el objeto de que les sea entregado un presupuesto que ellas puedan invertir en estrategias o proyectos para erradicar las violencias.
¿Y qué se está haciendo en los resguardos indígenas del Suroeste contra estos flagelos?
Conversamos con Llanedt Martínez Ruiz, gerenta indígena de Antioquia, y nos contó que en alianza con la OIA realizan talleres de sensibilización donde no solo participan las mujeres, sino también los hombres de los resguardos:
No entramos a chocar con la cultura pero sí trabajamos resaltando el valor de las mujeres y que todos se comprometan con el cuidado y protección de la infancia y las mujeres, y que se tomen medidas contra las violencias.
Sobre el caso específico de Aida, la gerenta asegura que están a la espera de que las autoridades del resguardo “entreguen al culpable a nuestra autoridad porque los derechos de la infancia están por encima de todo”.
Con relación al mejoramiento de la calidad de vida de la población indígena del Suroeste, Martínez destaca el crecimiento de sistemas productivos con sembrados de café y caña, el fortalecimiento de la asociatividad para la creación de artesanías y el mejoramiento de las viviendas y la infraestructura:
En Cristianía por ejemplo la meta es construir 100 casas, van 62. Seguiremos trabajando para que las comunidades tengan una vida digna, para que sean autosostenibles, la comercialización es muy importante, y también apostándole a la etnoeducación.