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Por Fabio Augusto Zapata
Corresponsal en Caramanta

En el archivo histórico de la curia de Jericó, la parroquia de Caramanta aparece creada por Monseñor Gómez Plata el 8 de noviembre de 1843, de modo que Caramanta es la decana de todas las parroquias de la Diócesis por su antigüedad, seguida por las parroquias de Concordia (1849) y de Jericó (1857). La parroquia de Caramanta fue supremamente extensa: comprendía las que hoy son las parroquias de Valparaíso, Sucre, Alegrías, Támesis y Jericó.

El primer párroco de Caramanta, padre Telésforo Montoya, gobernó su extensa parroquia desde 1844 hasta 1877. Es considerado el fundador de la parroquia de Nueva Caramanta, varias de sus obras así lo confirman. Montoya bendijo la primera capilla que se construyó en Jericó en abril de 1852, en la cual celebraba y administraba los sacramentos mensualmente. Como no existían caminos de herradura y el suelo estaba cubierto por selvas vírgenes, tenía que hacer el recorrido a pie desde Caramanta hasta Jericó.

Entre la larga lista de sacerdotes que pasaron por la parroquia de Caramanta, todos dignos de admiración y encomio, como el presbítero Juan N. Cadavid, a quien se atribuye una amplia labor moralizante de toda la región. También llama la atención el padre Juan Crisóstomo Ospina, quien en el año 1889 trabajó como párroco de Jardín. De 1903 a 1909 aparece como párroco muy respetado y querido en Caramanta, que lo considera como su máximo benefactor y aún le da el título de fundador, por las calles que abrió, los caminos que dejó, la capilla que levantó.

El benemérito sacerdote Juan Crisóstomo Ospina fue una persona muy culta, muy importante y conocida por sus servicios a la patria y a la Iglesia, pues cuando trajeron sus restos a Caramanta, dice el señor Gómez, autor de una monografía sobre Caramanta, vinieron delegaciones de la Academia de Historia, una comisión del Senado de la República, del Directorio Conservador de Antioquia, de la Universidad Pontificia Bolivariana, del Centro de Historia de Envigado.

Cometeríamos un grave pecado de omisión y una dolorosa injusticia, si no mencionáramos en la historia de la parroquia de Caramanta al muy distinguido sacerdote José María Escobar Restrepo, nacido en Jericó. Al llegar a Caramanta, en la que fue párroco de 1919 a 1928, emprendió la magna obra que hoy es orgullo de la ciudad: el templo. Durante la administración parroquial del padre José Escobar se empezó y terminó el hermoso frontis, lo dotó de sonoras campanas y valioso reloj, dejó planos y cimientos del nuevo templo. La iglesia estuvo en sus mejores días y el esplendor que le imprimió no le ha sido igualado. Hizo florecer muchas vocaciones sacerdotales y religiosas. Fue párroco de Caramanta en dos ocasiones.

En tiempos del padre José Escobar, Caramanta fue llamada “La Azucena” de la Diócesis, por la intensa vida cristiana y profunda piedad de todos los feligreses, gracias al testimonio de vida y la exquisita bondad del corazón de este santo sacerdote que fue también párroco de la Catedral en 1941.

La casa cural fue construida por el padre Daniel Ramírez. Obra del padre Jesús María Restrepo es el precioso altar de mármol de carrara, traído de Italia el 24 de abril de 1954. El templo de Caramanta posee un magnifico órgano tubular muy valioso, que el párroco Alberto Vargas hizo restaurar. En la actualidad se denomina solo Caramanta, debido a una decisión del Obispo de Jericó, Antonio José Jaramillo Tabón, en visita efectuada a la población en diciembre de 1947, y consta en el libro de la parroquia. Allí se encuentra la nota que ordena que a partir de la fecha se dejen de encabezar las partidas de la Nueva Caramanta y solo sea Caramanta.

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