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Cada pérdida de una vida es una pérdida de todos, y la memoria colectiva nos indica cuánto de solidaridad puede tener nuestra sociedad

Afirma Luz Amparo Sánchez, antropóloga e investigadora de la Corporación Región, estudiosa de las memorias, sus procesos, transformaciones y efectos en las sociedades que ingresan en procesos de paz.

Según Sánchez, este país ha sido muy tacaño con la visibilización y expresión de las memorias, argumenta que solo a través de la palabra se sabrá la dimensión de lo acontecido, de las vidas e identidades de quienes ya no están.

Conversamos con ella para entender la importancia de dignificar a las víctimas “darles un lugar en la historia y asegurar que no queden en el olvido”.

-¿Por qué es importante reflexionar desde diferentes áreas sociales sobre las ‘memorias’ del conflicto colombiano, de sus víctimas?

El conflicto armado en Colombia ha sido un conflicto muy prolongado, se dice que con más de 50 años, es el de más duración en el mundo. Le siguen los asiáticos (25,4 años de existencia) los africanos (10,4 años) los del oriente medio (6 años) y los europeos, (2,7 años en promedio).

En más de 50 años, han sido muchas las atrocidades y la injusticia, también ha sido muy complejo por la diversidad de actores armados ilegales y también legales. Muchas han sido las formas de victimización; los asesinatos, la desaparición forzada, el desplazamiento, el despojo, la violencia sexual, el reclutamiento forzado, y muchas otras, fueron muchos proyectos de vida truncados, y ello no puede pasar en vano, debe tener un sentido y sólo será así, si teniendo en cuenta lo que pasó, estamos alertas como sociedad para que no vuelva a pasar, pues si lo olvidamos no tendremos esperanza de que no se repita.

Hacer memoria también permite reflexionar las causas, y los daños causados, y conociendo esto, tendremos más opciones de prevenir. Es un deber del Estado y de la sociedad toda, no dejar en el olvido más de medio siglo de violencia destructiva.

La memoria del sufrimiento de las víctimas es fundamental por varias razones: no se trata de un asunto individual, su sufrimiento se debe a que el Estado no las protegió y así como a las víctimas directas les pasó pudo pasar a cualquier hombre o mujer en Colombia, además todos somos víctimas indirectas.

Una razón más poderosa aún que concede sentido a la memoria de las víctimas, es la importancia de escuchar sus relatos como una forma de trascender la experiencia particular, de ayudar en la elaboración del duelo y de nuestro lado, una escucha atenta asegura la oportunidad de conocer su versión, conocer del sufrimiento humano y también de su capacidad de trascender y hacer visible los daños, las pérdidas vividas.

A través de la palabra se sabrá de la dimensión de lo acontecido y de las vidas e identidad de quienes ya no están. Plasmar el relato, tejer la memoria colectiva y asumir la responsabilidad de darle un lugar en la historia, justo como el más significativo acontecimiento histórico vivido en el último siglo significa dignificar a las víctimas y asegurar que no queden en el olvido.

¡La memoria es en parte la garantía de que no se repita!

-¿Cree que Colombia tiene una deuda con la reconstrucción de las memoria (s) colectiva (s)?

Sí, aún la sociedad no se ha conmovido, no ha conocido, no se ha implicado en la historia reciente, y la única manera es trascendiendo la memoria que cada madre, hijo, familiar, amigo, vecino, de manera individual concede al recuerdo de sus seres queridos.

Los rituales para no olvidar están siendo realizados por quienes viven el dolor y de hecho, el dolor no los dejará olvidar, pero es necesaria la memoria colectiva, para situar el contexto en el que ocurrió, para liberar de la culpa a quienes creen que la causa de lo sufrido individualmente está en lo que estaba a su alcance hacer, y también la memoria colectiva, es la manera como se manifiesta la solidaridad humana, para manifestar lo que significa una vida atropellada, perdida, mancillada.

Cada pérdida de una vida es una pérdida de todos, y la memoria colectiva nos indica cuánto de solidaridad puede tener nuestra sociedad, hasta ahora, podríamos decir, hemos sido muy tacaños para expresar esta memoria.

Cuántas veces tendríamos que haber parado la vida rutinaria para detenernos en un ritual, en un minuto de silencio, en un grito para decir que no aceptamos, que repudiamos y sentimos que hayan víctimas inocentes.

¿Por qué no nos dimos cuenta que el 29 de junio de 2002, 170 familias huían por el fuego utilizado para incendiar sus viviendas y expulsarlas de su territorio, en el barrio El Salado de Medellín, a 20 minutos del centro de la ciudad? En la misma noche fue asesinado uno de los vecinos en medio del terror que impactó a grandes y chicos y que los dejó sin pertenencias viviendo por más de un mes en el liceo más cercano.

Este sólo hecho tendría que haber conmovido a la ciudad toda, ¿Qué dice de nuestra sociedad la indolencia?

La memoria colectiva sería la manera de solidarizarse con las víctimas directas, de conocer los acontecimientos, los relatos, las causas y asegurar que esto no vuelva a pasar, diciendo a las víctimas que la memoria de su dolor es la esperanza de que no ocurra y que lo acontecido, tendrá que ingresar a la historia de nuestra ciudad.

-Hablando de paz ¿Por qué es importante que se generen aún más procesos y movimientos en torno a la memoria (s)?

Con el posacuerdo la memoria tiene un lugar importante para el proceso de construcción de paz, orientado a la verdad y a la reconciliación. Si no se hace memoria de lo vivido, será difícil reconocer la importancia de la paz, pues quienes conocen el horror, la injusticia tienen argumentos para estar convencidos de la necesidad de una paz duradera.

La memoria colectiva y reflexiva dará aún más argumentos y sentido a la necesidad de la paz, como un propósito de toda la sociedad.

-¿Por qué hay que apostarle a la paz?

El mundo no puede ser de vencedores y vencidos, el mundo mejor, será el resultado del diálogo, de la búsqueda reflexiva, de la crítica constructiva.

La paz será el ambiente y el fin necesario, para que nos dediquemos a pensar en múltiples problemas y realidades invisibilizadas y aplazadas hasta ahora, por el protagonismo de la guerra.

Hay que apostarle a la paz, porque el centro es la vida y por el derecho a vivir sin miedo, libres de violencia, campo propicio para la creación, para la construcción de los sueños individuales y colectivos.

La paz es la cosa más importante que nosotros, como comunidad humana, tenemos que ser capaces de crear. Vicenç Fisas

-¿Está construyendo la Corporación Región una Cultura de la Paz?

Si, pues construir la paz, es profundizar y entregar herramientas para que veamos con otros ojos los conflictos, para que sean aprovechados como palancas de acción y mejoramiento, para que el conflicto al mover las ideas, encuentre entre todos las mejores perspectivas y para que el conflicto permita probar que con una gestión adecuada es posible tener una fuente de aprendizaje y no de violencia.

Cultura de paz es comprender la importancia de la cooperación y la solidaridad, es asumir una relación de cuidado con el entorno, con el planeta, pensando en nosotros y en las generaciones futuras. 

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