Que se nos quede grabado como el nombre de nuestros padres

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Por Carlos Andrés Valencia Bedoya 
Abogado
Director EL SUROESTE

La incertidumbre que vivimos por estos días de cuenta del Coronavirus (Covid-19) hace que sea más incierto el goce efectivo de los derechos; lo que claramente es indeseable porque se trata de más desempleo, más pobreza, menos pan sobre la mesa y escasas oportunidades.

Las necesidades insatisfechas producen dolor, agotan la existencia, menguan la esperanza. Se hace más grande la frustración de tantas mujeres y hombres soportando el día a día, sin poder hacer mucho, o tan siquiera algo para alcanzar un mejor porvenir.

Y es que no es tanto pedirle a la vida si se trata de satisfacer las necesidades básicas, esas que todos tenemos en común ¿Quién podría decir que no siente hambre, que no necesita la energía eléctrica y el agua? ¿Quién podría decir que estaría bien sin estos bienes básicos, sin tan siquiera una vivienda digna?

Ya es momento de aprender algo de una buena vez y aprovechar este tiempo para interiorizarlo, que se nos quede grabado como el nombre de nuestros padres: vivimos juntos, en la misma casa, en la misma cuadra, en el mismo barrio, en el mismo sector, en el mismo pueblo, en la misma región, en el mismo país, en el mismo continente, en el mismo planeta… Y no es por cuestiones de azar; hay una razón elemental: estamos juntos porque nos necesitamos, porque somos tremendamente vulnerables como individuos, por eso vivimos en grupo, en comunidad, en sociedad.

Volver sobre esta idea básica y ser conscientes de la naturaleza social del ser humano podría parecerle a algunos innecesario. Pero el contexto actual nos exige volver a lo que es común y esencial para entender que los pactos simples pero efectivos pueden ayudarnos a todos. Comprenderlo, y no solo saberlo, es vital para soportar la incertidumbre que producen los problemas, sin que en ello se nos vaya la vida y el anhelo de ser mejores, más humanos como grupo social organizado.

Así, bien entendida y bien ejercida, la política es ese pacto simple, es la mejor herramienta que tenemos para salir de esta crisis. Pero las herramientas no tienen vida, tan solo son objetos, cosas, instituciones con las que podemos hacer algo, y es ahí cuando cobran vida.

Una buena herramienta no garantiza un buen resultado si no es bien utilizada. Eso ha pasado con la política devenida en politiquería, en corrupción de los gobernantes y desinterés de los ciudadanos. Recordar el pacto inicial, las necesidades básicas, nos puede alertar y ayudar a corregir el camino sobre la marcha.

Si el goce efectivo de los derechos no es una garantía para todos, entonces son privilegios. Un mundo de privilegios y no de derechos es un mundo lleno de desigualdades que perpetúa la guerra y avecina la muerte. “Que la muerte no nos sea indiferente, que la reseca muerte no nos llegue vacía y seca sin haber hecho lo suficiente”.

Les pedimos insistir con nosotros en el ejercicio de sus derechos, en propagar ideas para la vida, para la paz, para la dignidad humana.


Por Carlos Andrés Valencia Bedoya
Abogado
Director EL SUROESTE

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