¿Quién fue el cacique Toné? Resistencia ante la conquista

Comparta esta noticia

El actual territorio de Urrao ha estado históricamente habitado por los indígenas Embera Eyabidá, conocidos comúnmente como Embera Catíos. Urrao fue el escenario en el que este grupo aborigen vivió fuertes luchas en defensa de su autonomía y libertad. Aquellos hechos fueron liderados en su mayoría por el cacique Toné, el personaje al que cada año le hacen honor las fiestas urraeñas.

El cacique Toné en el parque principal de Urrao. Escultura de Humberto Elías Vélez.

Los Eyabidá son una de las tres ramas de los Embera. Su nombre completo, Embera Eyabidá, significa en español: gente (Embera) de la montaña (Eyabidá) y son conocidos desde la época pre-hispánica como uno de los grupos aborígenes más organizados y valientes en las batallas por su soberanía.

Cacique Toné: la primera victoria

Iniciada la expedición, el 5 de octubre de 1539, por orden de la Corona española, el teniente Francisco Cersar lideró 350 hombres para que emprendieran la conquista sobre el territorio antioqueño.

Concluida la travesía, Pedros de Frías quedó a cargo de lo que es hoy el municipio de Urrao, zona custodiada por el cacique Toné, ya conocido por su tenacidad y bravura.

Luego del arribo de de Frías, los Eyabidá y el cacique quedaron sometidos, y a este último no le quedaba más que pagar con puntualidad el tributo que periódicamente le exigía el conquistador.

Durante una de aquellas ocasiones, luego de pagar el impuesto, el cacique dejó caer sobre la mesa cinco gotas de sangre como presagio de catástrofe. Los diez soldados españoles, que acompañaban en ese momento a Pedro de Frías, tomaron inmediatamente las armas, pero eso no evitó que el ejército indígena, uniformado y equipado con armas y elementos propios atacaran con fuerza y dieran muerte a toda la expedición.

Morir incinerados, no bajo el yugo español

Tras aquel suceso, el capitán Gómez Fernández, fundador de la villa de Caramanta, solicitó permiso a la Real Audiencia para tomar de nuevo el territorio de los indígenas. Con el permiso a favor, convocó en pueblos vecinos caballerías, soldados, indios y esclavos para emprender el ataque y establecer su mandato.

Sin embargo, la convicción de los Eyabidá y del cacique Toné para defenderse de sus enemigos estaba aún más sólida.

Colectivamente construyeron una edificación en la que se alojaron tanto los soldados indígenas, como sus mujeres, hijos y demás familiares. La ‘fortaleza’ la erigieron sobre grandes horcones de madera con paredones que tenían agujeros que permitían disparar las flechas y a la vez salvaguardarse del enemigo. Además, los caminos que allí conducían los sembraron con puntas afiladas y los entrampados con huecos cubiertos.

Sin embargo, el ejército de Gómez Fernández pudo sortear todas las trampas, se mantuvo a salvo y llegó hasta el lugar. Allí se vivió la guerra de la casta que llamaron Valle del Penderisco, hecho durante el cual el cacique fue herido y apresado.

Las palabras inmortalizadas del cacique Toné en Urrao

Los demás miembros del grupo insurrecto, a pesar de haber perdido a su líder, opusieron fuerte resistencia para evitar que los enemigos terminaran por ingresar a la edificación. Ante esto, los atacantes españoles prendieron fuego a la construcción y muchos de los Eyabidá prefirieron morir incinerados para no entregarse a los españoles.

Terminado el suceso, los prisioneros más viejos fueron torturados por los españoles, les cortaron las orejas y la nariz, mientras que a los considerados poco culpables, entre ellos el cacique Toné, fueron dejados en libertad, obsequiándoles cruces y encargándoles contar a los demás aborígenes y esclavos lo que había pasado, para enseñarles a los otros la “conveniencia de estar a paz y salvo con los cristianos”.

Comentarios
Comparta esta noticia