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Conversamos con lideresas de Fredonia en la sede de ASOMUF, Asociación de Mujeres Unidas de Fredonia, una casa tradicional que originalmente pertenece a la cárcel municipal y que la Asociación de Mujeres, Asociación de Mujeres Jóvenes, Mesa Ambiental y Asamblea Municipal Constituyente; han adaptado y se han apropiado para reunirse, realizar sus actividades y trabajar por el municipio. 

Como en la mayoría de municipios del Suroeste, no hay mucha participación en estos grupos. Una  reflexión que hace Luz María Álvarez, integrante de ASOMUF, presidenta de la Junta de Acción Comunal del Barrio Guayabal e integrante de la Mesa Ambiental y la Asamblea Municipal Constituyente; es que no se puede quedar uno esperando a que la gente llegue, se interese y haga, hay que hacer con lo que hay y con quienes están.

Estos grupos han adelantado trabajos en las veredas del municipio, unidos y apoyándose entre sí y haciendo uso de los subsistemas de participación ciudadana que están reglamentados en los municipios y que son autónomos de los subsistemas de participación institucional. Por ejemplo, en una alcaldía puede haber un enlace o coordinación de juventud (este sería el subsistema de participación institucional) pero las juventudes pueden conformar mesa y plataforma de juventud, que serían los subsistemas de participación juvenil, autónomos de los institucionales. 

Estos por sí solos pueden trabajar en agendas, propuestas y haciendo veeduría a las instituciones. Las veedurías ciudadanas, juntas de acción comunal o mesas comunitarias son otras formas de participación, que normalmente se inscriben a través de la Personería Municipal. Lo que impulsa la permanencia de estos grupos son las personas que se apropian de los procesos, que los viven y hacen que sean procesos de la gente.

La Mesa Ambiental del municipio, por ejemplo, empezó en el 2006 como un cumplimiento a la norma, pero luego hubo personas que se apropiaron del tema. En esta mesa están pendientes para hacer veeduría y acompañamiento a nivel urbano y rural; en cambio climático, defensa y cuidado del territorio, y apoyando organizaciones a nivel región como Alianza Suroeste con mensajes claros como NO A LA MINERÍA, pues los municipios que conocen las consecuencias de hurgar las montañas, no quieren que esta actividad que afecta la biodiversidad y los ecosistemas, siga recorriendo la región en busca de riquezas que ya tenemos: nuestra tierra, nuestro hacer campesino. 

Por eso, cuando la ANLA visitó Fredonia, hicieron una campaña con juventudes mostrando jeringas con el agua limpia que querían tener en los ríos, mostrando en las calles que la gente que estaba trabajando para conservar los bosques del pueblo y responder a las denuncias ambientales también iba decir a forasteros y sus intereses: no a la minería en el Suroeste. 

La Asociación de Mujeres también se ha tomado las calles en diferentes fechas conmemorativas como el 8 de marzo, han realizado conversatorios sobre los tipos de violencias contra las mujeres, bazares y representaciones performáticas, con el mismo impulso de defender el territorio que somos, “no solo el territorio como espacio físico, sino ese territorio como construcción simbólica y como construcción propia”, dice Yesseny Pérez, estudiante de Trabajo Social que hace parte ASOMUF y lidera el proceso de la Red de Jóvenes.

Ella cuenta que estas actividades tienen toda clase de reacciones: hombres que hacen malos comentarios, de morbo y matoneo, pero también hombres que quisieron unirse a recitar poesía feminista y de nuevas masculinidades; mujeres que critican, pero también mujeres que lloraron al ver un performance sobre tipos de violencias y niñas que terminan uniéndose a los procesos, y finalmente, también hay quienes son indiferentes. 

¿Qué impulsa a seguir sembrando, haciendo, marchando? Ver las semillas crecer. Ana Fernanda Paniagua hace parte de la Red de Jóvenes, tiene 16 años y le gustaba el feminismo hace tiempo, pero no sabía sobre un grupo en su pueblo en el que se trabajara el tema.

“Estaba acompañando a mi papá en algo de citricultura, en un evento que mostraba todo lo que el municipio tiene y ese día la Asociación de Mujeres estaba vendiendo postres, me llamó la atención y decidí unirme”, comenta Ana, que también le gusta escribir textos feministas, está en el grado once y la inspira su padre, que escribía textos para sus novias y para la mamá de Ana en un cuaderno; ahora Ana Fernanda hace lo mismo. Aquí uno de sus textos:

Soy mujer, soy fuerte, soy alegre, soy valor; soy horizonte enriquecido con la dulce neblina que expresa inefables escalofríos buscando el camino de la igualdad. Soy justicia y por eso lucho para erradicar la violencia, juntas lograremos eliminar esa historia escrita con sangre y moretones en nuestra Colombia y tocará nuestros labios el tabaco de la paz.

Todos estos espacios han nacido en respuesta a problemáticas, por ejemplo en la marcha de los tipos de violencias contra las mujeres, fueron a lugares estratégicos del pueblo en los que se habían denunciado casos de machismo. 

Otro ejemplo es la Asamblea Municipal Constituyente que nació en una época en la que el municipio de Fredonia tenía un mal índice fiscal y se iba convertir en un corregimiento, entonces se unieron abogados, psicólogos y campesinos… Estos últimos que, como dice Luz María, saben más que un doctorado. 

Se unieron motivados por el municipio de Tarso, recordándonos esa unión tan bacana entre municipios, esa unión que nos hace más fuertes en el hacer comunitario. A partir del trabajo en la asamblea, se ha logrado contar a la gente lo que pasaba con el conflicto en el Suroeste y en Fredonia, que sí se tenía conflicto, que son receptores de desplazados, que veían carros con cuerpos que iban para el río Cauca. Se ha hecho pedagogía sobre los Acuerdos de Paz, foros con los candidatos a elecciones, sensibilizando sobre el voto responsable y con un mensaje presente y transversal a todas las luchas, reivindicaciones y haceres: uno no va a pedir, sino a exigir los derechos.

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