“Muchas especies han tenido que adaptarse a los procesos de transformación climática, hay especies que ganan y especies que pierden”.
Así lo planteó el doctor José Manuel Ochoa Quintero, coordinador del programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander von Humboldt, durante la sexta sesión del Diplomado en Emergencia Climática para periodistas de Colombia.
“Lo que vemos actualmente es que tenemos cambios acelerados y consecuencia, cambia el funcionamiento planetario”, y citó como ejemplo el huracán Iota, el primero de categoría 6 en el sur del Caribe, que además de la destrucción del hábitat creado por los seres humanos, removió porciones de vegetación muy importantes que, entre otros cambios, causó la salinización de ciénagas de agua dulce.
“¿Qué va a pasar más adelante con eventos cada vez más comunes? En la biodiversidad, el impacto es alto, igualmente en los servicios ecosistémicos, entre ellos la disponibilidad de agua dulce, o en aspectos asociados a esos servicios, como la riqueza paisajística”, manifestó el académico, quien enfatizó en que no solo el cambio climático causa variaciones del entorno, sino también la actividad humana; el antropoceno, que ha modificado el entorno debido a su presencia en casi todos los rincones de la tierra, como lo puede demostrar la contaminación lumínica vista en una fotografía nocturna desde el espacio.
La actividad humana, además de ser una de las causas del cambio climático, es también responsable de la modificación del hábitat de las especies debido a sus actividades económicas, como la deforestación, la agricultura, el urbanismo o la extracción de minerales, que aumentan los niveles de concentración de carbono.
Colombia, con sus 58.312 especies registradas, como primer país del mundo en número de especies de aves y de mariposas, como tercero en palmas y tortugas y como sexto en mamíferos, podrá ver afectada su riqueza en el corto plazo, lo cual exige la búsqueda de mecanismos de adaptación, no solo para el ser humano sino para proteger la diversidad en los próximos años.
¿Dónde deberíamos concentrar nuestros esfuerzos para reducir el impacto de la transformación del cambio climático y de la intervención humana? Se debe priorizar la protección de la biodiversidad, y en ese sentido, es esencial salvaguardar las áreas de conservación. En el Suroeste por ejemplo, tenemos áreas protegidas como La Cuchilla, entre Jardín y Támesis, la estrella hídrica del Suroeste antioqueño; o Las Nubes, Trocha y Capota, área protegida que comparte el municipio de Jericó (3.020,6 Ha), con Tarso (627,7 Ha) y Pueblorrico (535,7 Ha).
En la edición 181 del Periódico Regional El Suroeste compartimos informes, análisis y reflexiones sobre crisis climática en relación con diferentes contextos, pero también qué se está haciendo, no solo desde los gobiernos sino también desde las comunidades; encontrarás además en las páginas ilustraciones de biodiversidad colombiana. Todo esto como un llamado a la acción, porque como dice el académico del Instituto Alexander von Humboldt, un primer paso es reconocer nuestra responsabilidad.