Investigación de Daniel de Jesús Granados Rivera Maestro investigador, formador de formadores de la I.E.N.S.A. Magister en Educación en la línea de Formación de Maestros UdeA
La historia de Teresita del Niño Jesús González Loaiza es la de una maestra que marcó época en Amagá. Hija de una familia numerosa donde varias hermanas también abrazaron la docencia, llevó por más de tres décadas una vida entregada a la enseñanza, al deporte y al trabajo comunitario. Fue una educadora exigente, reconocida por su disciplina y firmeza, pero también por su vocación religiosa y su capacidad de orientar a los jóvenes en valores. Desde las aulas hasta los proyectos locales, su huella permanece como testimonio de una mujer que hizo de la educación un compromiso social y de vida.
Mi nombre es Teresita del Niño Jesús González Loaiza, Normalista Superior, Licenciada en Pedagogía Reeducativa y especialista en Medio Ambiente de la Universidad del Bosque, deportista y maestra por más de tres décadas al servicio de la educación.
Mi padre Juan Andrés González Serna, jubilado del Ferrocarril de Antioquia y barbero de profesión. Mi madre Ana Teresa Loaiza, ama de casa. Fuimos 15 hermanos, algunos optamos por la profesión docente: Cruz Helena, Flor María, María Virginia (ya en el cielo).
Frente a mi vocación para ser maestra fue fácil tomar la decisión, puesto que la Normal era para mujeres y el Liceo para hombres.
En la Normal estuvimos orientadas por la señorita Estella Calle Viveros, rectora exigente y de excelentes principios morales que guiaban la orientación magisterial en aquella época. La formación pedagógica estuvo liderada por la señorita Inés Baena, encargada de la práctica y de otras áreas como sociología de la educación, técnicas de la educación, administración educativa, entre otras. Recuerdo que la profesora Inés Baena nos revisaba la planeación, los materiales didácticos y el uniforme antes de salir a realizar las prácticas pedagógicas. Ella hacía la distribución para la práctica docente en la Escuela Urbana María Auxiliadora, también íbamos a la Escuela Urbana Alejando Toro y la Escuela Luciano Pulgar, hoy Institución Educativa Urbano Ruiz en Camilo C.
Inicié como maestra vinculada en la Escuela Benjamín Correa de La Albania en Titiribí, fue una experiencia muy enriquecedora. Luego fui traslada a la Escuela Anexa María Auxiliadora, donde había realizado algunas de mis prácticas pedagógicas, como profesora de primaria orientando todas las áreas del currículo escolar. Además era maestra consejera y me correspondió asumir algunos procesos emanados del decreto 1419/78 frente a la renovación curricular: el trabajo por proyecto de aula y la planeación por unidades integradas. En esta Escuela estuve con algunas de mis compañeras con quienes estudié y me gradué en la Normal, entre ellas: Luz Helena Correa Restrepo, Luz Helena Restrepo Vélez, Aracely Restrepo (Q.P.D.), Rosalba Rico y Marnelly Sánchez, bajo la dirección de la señora Blanca Restrepo de Arboleda.
A partir de 1983 pasé a la Normal Mixta Victoriano Toro Echeverri como profesora de Religión en la básica secundaria. Después coordiné la Modalidad de Salud y Nutrición, cuando la Normal pasó a ser Instituto de Educación Media -lDEM Diversificado Victoriano Toro Echeverri, como resultado de la diversificación del bachillerato y el nuevo Plan de estudios determinado por el decreto 1002 de 1984. Orienté las áreas de Proyección a la Comunidad y Nutrición. Los estudiantes eran asignados a los distintos espacios de la localidad como el Hospital San Fernando y la Alcaldía Municipal, allí en cada una de las dependencias realizaban además del servio social, una proyección a la comunidad en las veredas y centros poblados, y en la zona urbana con el Programa Educación Familiar para el Desarrollo Infantil -PEFADI, Vigías de la Salud, entre otros.
Además, los estudiantes de la Modalidad Salud y Nutrición realizaban sus prácticas de nutrición en los laboratorios destinados para dicho proceso, construidos por la Secretaría de Educación Departamental y el Comité de Cafeteros del Departamento de Antioquia, con una excelente infraestructura y dotación, bajo la Administración Institucional de los rectores Rubiela Giraldo Giraldo, Consuelo Lopera, Efraín Henao Lopera y Carlos Adiel Henao Pulgarín (Q.P.D.).
Después de la acreditación previa en los años 1997 – 1999 según el decreto 3012, en la Normal volví a orientar el área de Educación Religiosa y Moral, hoy Educación Religiosa Escolar en la media y en el Ciclo Complementario, la Didáctica de la Región.
Recuerdo que en aquella época en la vereda El Cedro, acompañados de los sacerdotes de la parroquia de Amagá San Fernando Rey, entre ellos el padre Horacio Carrasquilla y el padre Leonardo Toro, hacíamos romerías, convivencias y visitas a las familias y a los jóvenes. Además también dediqué tiempo a alfabetizar a los jóvenes que no habían terminado sus estudios y el apoyo pedagógico a las familias. Por muchos años, hice parte de la Junta Directiva del Hogar Juvenil Campesino y Minero de Amagá.
Fuera de la jornada laboral y escolar realizábamos caminadas paseos con la familia y los vecinos y jugaba baloncesto en las instalaciones del Hogar Juvenil Campesino, donde hoy está el Hospital de Amagá.
Es de resaltar que en los diferentes establecimientos educativos los maestros gozábamos de mucho respeto por parte de los alumnos y mucha comunicación con los padres de familia, era tanto que con sólo mirar un alumno ya él sabía que estaba actuando de mala manera y debía componer su actitud.
Para realizar una buena labor docente en la actualidad se debe buscar integración de la escuela con la familia, la intervención en los grupos juveniles y la comunidad en general, y en proyectos comunitarios de bienestar social. No hay que olvidar que una de las principales funciones que tenemos nosotros como maestros formadores de maestros es la articulación del conocimiento saberes y prácticas escolares, además el respeto por el otro, la sana convivencia escolar, la cultura por la paz y el cuidado de un ambiente que favorezca un desarrollo sostenible y sustentable.
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