Soy Lucelia del Socorro Tirado Echeverri, nací en Andes y vivo hace unos 43 años en Angelópolis.
En el año 2000 Lucelia sufrió en carne propia el dolor de la violencia convirtiéndose en una de víctima del conflicto armado. El 13 de febrero del mismo año, Jairo de Jesús Castañeda su esposo, fue asesinado por uno de los grupos armados en Angelópolis, y el jueves 29 de junio, también del año 2000, su hijo Uver Alberto Castañeda fue asesinado junto con uno de sus primos.
Cinco de sus hijos se fueron para no correr la misma suerte que su papá y su hermano. Lucelia se quedó en Angelópolis. “Cuando ellos me pidieron perdón yo lo único que les dije era que yo los perdonaba de todo corazón porque solamente había un Dios que los podía juzgar. Yo no era nadie para juzgarlos aunque siempre me habían herido y habían acabado conmigo. Así uno tenga muchos hijos ese no se lo repone nadie”.
Preguntamos a Lucelia qué piensa sobre el proceso de paz
-Del proceso de paz he escuchado que van a hacer unas votaciones por el plebiscito. De todas maneras es muy bueno que sí sea cierto. Yo sé que eso no se acaba, la guerra toda la vida ha existido, eso no se termina, pero fuera muy bueno que ya cesara un poquito tanta violencia. Si uno vota por el NO o por el SÍ, lo importantes es dar el voto.
Yo veo que hay que votar por el SÍ. Si yo no voto pues es un voto que se pierde y puede servir, porque muchas veces por un voto se pierde o se gana y entonces es mejor dar el voto. Sentir el conflicto es muy duro. He oído que esas personas que hicieron tanto daño deberían reparar todas esas víctimas y a todos los que le han hecho daño y que ellos mismos debería reparar.
Ojalá que Dios nuestro señor les ayude a hacer la paz. El dinero no lo es todo en la vida sino la tranquilidad y deseo que a muchas mamás que les desaparecieron sus hijos vuelvan a aparecer. Ser víctima es muy horrible.