Una experiencia conmovedora
Título: Velas para el camino Autora: Raquel Shwartzer Género: Novela biográfica Editorial: Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín
Hace pocos años, tal vez unos diez, dos mujeres judías procedentes de Israel, quienes formaron parte, con su madre y su hermano, de una familia que vivió parte de sus primeros años en el Medellín en los años 50 y 60, regresaron de nuevo a esta ciudad, por cuanto a una de las dos se le había programado allí la práctica de un procedimiento quirúrgico altamente especializado. Por una casualidad increíble del destino, sucedió que una amiga de estas dos hermanas, propietaria de un negocio, tuvo necesidad de contratar los servicios de una empleada, precisamente por los días en los que ellas se encontraban en Colombia. Para tal fin, publicó en ese sentido un anuncio en la prensa y se preparó para entrevistar a las eventuales interesadas que habrían de responder el aviso en cuestión. En desarrollo del proceso de recepción de hojas de vida, sin embargo y de manera inesperada, llegó una de alguien que figuraba con el apellido de su padre, apellido que, hasta donde se suponía, nadie más tenía en la ciudad de Medellín. Puestas en contacto con la chica del caso, descubrieron con increíble sorpresa que su padre (ya fallecido), además del hogar que formó con su madre, había mantenido simultáneamente una relación paralela con una mujer colombiana (la madre de la aspirante al trabajo), con la que procreó varios hijos.
El hallazgo de esta súbita información trajo a la memoria de estas dos mujeres los recuerdos de una increíble historia de maltrato y humillación vivida por su madre –quien, desde luego, desconocía la existencia de la pareja mencionada—y de paso también la de Gabriela, (nombre en la novela de la pareja hasta ese momento desconocida) al lado de aquel hombre, hasta el punto de que, ya incapaz de seguir soportando esta tragedia, logró un día escapársele mediante lo que fue una auténtica aventura de fuga secreta a Israel, la que consiguió llevar a cabo con inconcebibles sacrificios gracias a la ayuda de amigos de toda su confianza, también judíos. Este inesperado evento llevó a una de estas dos hermanas a emprender el proyecto de dejar plasmada en una novela esta increíble experiencia de sufrimiento, a la que estuvieron sometidas las dos mujeres. Fue este el origen del libro Velas para el camino, una obra literaria – a cuya autora, Raquel Shwartzer, tuve el honor de conocer personalmente—que, como muy pocas, me ha impactado profundamente y a la que califico sin ninguna sombra de duda, de apasionantemente perturbadora. Hay dos razones para ello:
En primer lugar, porque el libro me ha llevado a reflexionar sobre los inconcebibles niveles de maldad y capacidad de daño a los que puede llegar un hombre obsesionado, que tiene la creencia de que, por ser del género masculino, puede someter a su capricho la voluntad de las mujeres que caen bajo la influencia de su poder, aunque para ello tenga que recurrir a los más aberrantes métodos de maltrato, injusticia e irresponsabilidad, destruyendo de paso la vida y felicidad de quienes, por una fatalidad absurda del destino, tienen la inexplicable desgracia de cruzarse en su camino; por otra parte la, también increíble, capacidad de dos mujeres para soportar el calvario que significa ser pareja de un personaje de esa naturaleza y, a pesar de ello, salir adelante con sus hijos, con un amor llevado a unos límites inexplicables de incomprensible sumisión y sacrificio. Asusta pensar que esta es una realidad que se sigue padeciendo en la Colombia –y el mundo– actual por parte de un incontable número de mujeres.
En segundo lugar, porque la circunstancia de ser originario de la región antioqueña y de ser tal vez relativamente cercano a las fechas en las que sucedieron algunos de los hechos narrados en este libro, más la de haber vivido en Medellín (el Medellín sufrido por Jayita) por aquellos mismos años, hace que el paso de esta novela por mis manos haya sido algo mucho más que un casual encuentro con un buen libro. Fue en realidad, y lo seguirá siendo, una vivencia profundamente conmovedora que, de alguna manera, también me afectó emocionalmente y que me hizo revivir, entre otras cosas, la etapa de mis años de infancia en aquella región del departamento de Antioquia cuyas costumbres y condiciones sociales eran similares a las que le tocó vivir a Gabriela, que la llevarían finalmente a buscar en la ciudad, lejos del hogar y de los suyos, nuevos horizontes, sin saber que, por un cruel capricho del destino, iba a caer, igual que Jayita, en las manos aberrantes de un hombre despiadado.
En síntesis, se trata, en mi concepto personal y sin ser un experto en crítica literaria, de una obra bien escrita, redactada en un estilo que hace de su lectura una experiencia profundamente inquietante. En un programa radial en el que se hacen comentarios sobre los libros que aparecen en el día a día, se tiene como lema esta frase: “No olvide que cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo”. Esta certeza la he tenido yo mismo al leer Velas para el camino.
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Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) - Ciudad Bolívar