La historia no se repite. Se vuelve a vivir. El 16 de junio de 2010 a las 11:40 p.m. Carbones San Fernando informa a la estación de salvamento minero de Amagá sobre la explosión en la Mina San Joaquín.
La explosión por acumulación de gases se sintió en sectores lejanos como La Gualí, Camilo C, Piedecuesta y gran parte de la zona urbana de Amagá. Una polvareda se dejó divisar a lo lejos y la muerte abrazó la noche.
El cambio de turno sorprendió a más de setenta mineros, la bola de fuego recorrió el socavón arrasando todo a su paso. Los vidrios de las oficinas de la mina reventaron. Walter Restrepo, de 31 años ya estaba por fuera de la mina, a unos treinta metros lo sorprendió la onda y lo arrojó por el aire.
En el Hospital San Fernando lo remitieron con 27% de quemaduras en el cuerpo. El único sobreviviente hasta las horas del mediodía. La alcaldesa de ese entonces, Auxilio Zapata desde la media noche estuvo al frente de la situación, recibió instrucciones presidenciales. Ingeominas asumió la labor de rescate por parte del ingeniero Fernando Rodríguez contando con ayuda y solidaridad de diversos organismos. La policía acordonó la zona. Los medios de comunicación llegaron cuando aún no amanecía.
Huérfanos, viudas, otros familiares y amigos llegaban a pie, en motos, como podían. El dolor y la impotencia se hicieron llanto, abrazos y miradas perdidas.
Amagá no durmió: la explosión sacudió hasta los corazones
La noticia se propagó y ya nadie podía dormir ante la incertidumbre. Las esquinas y las calles a las tres de la mañana parecían con más gente que un sábado por la tarde. El llanto, el desconsuelo, la ansiedad, todo junto. Carros, motos, bicicletas irrumpían cada vez con mayor fuerza en la madrugada. Era verdad; la mina había explotado.
*Los textos corresponden a la edición 45 del Periòdico Local El Amagaseño que circuló el 18 de junio el mismo año y a la Edición 60 del Periódico Regional EL SUROESTE.