Amanece y un olor acogedor que proviene de la cocina alerta los sentidos. Es hora de comenzar un nuevo día, pero falta un elemento secreto para empezarlo con energía. El sonido de una bebida que está en proceso de hervir se vuelve más nítido. El aroma recorre cada rincón. Ya casi está listo. Dos minutos más y ese anhelado producto queda dispuesto para el gusto y el olfato. Sin otro sonido que lo interrumpa, se escucha cómo de la máquina se vierte el preciado líquido en una taza. Cada gota es un regalo para el cuerpo e inclusive para el alma. Ahora dispuesto, solo resta beber con delicadeza y gratitud esos mililitros de café que fueron concebidos con esmero, a pesar de los obstáculos, por nuestros agricultores del Suroeste.
Sí, obstáculos. Este año no fue fácil. Lluvias mil, precios bajos, crisis internacionales, cambio climático, economía incierta fueron factores que perjudicaron al ámbito cafetero en este año que está a punto de finalizar. Por eso al beber cada taza de café corresponde preguntarse: ¿qué situaciones tuvo que pasar toda la producción de este café que estoy disfrutando?
Lluvias incesantes, enemigas para la cosecha
El régimen de lluvias afectó gravemente la producción de café a nivel nacional. Actualmente se está llevando a cabo la recolección de final de año y se estima que la producción será repartida, es decir, debido a que el café ha florecido más despacio por las lluvias, los frutos salen a esta misma velocidad. Parte de la cosecha cafetera se verá disminuida porque el café que debería ser recogido en los meses de noviembre y diciembre, solo podrá ser recolectado entre enero y febrero, cuando el fruto esté listo.
Álvaro Jaramillo, director ejecutivo del Comité de Cafeteros de Antioquia de la Federación Nacional de Cafeteros explicó que «este año tendremos una producción que va a venir disminuida, de los 14 millones 300 mil sacos de café del año 2017, y que de alguna manera estábamos proyectando para este año, estimamos llegar a una producción de 13 millones 900 mil sacos». El déficit será de aproximadamente 400 mil sacos de café, que representan 1600 millones de pesos menos.
Gustavo Palacio, caficultor y creador de la marca Café Luna Llena del municipio de Fredonia, comenta que la cosecha ha sido baja debido a la floración de este año. «La floración no fue buena a principio de este año porque hubo mucha lluvia a finales del 2017 y principios de este año. Las épocas de floración son en enero, febrero y marzo; el café necesita sequía en estos meses. Por ende, la cosecha que tenemos en este momento no es tan buena».
Crisis internacional: precios bajos
La caída internacional del precio del café también amargó la taza. Hay una bolsa que establece los precios de bienes que se compran y se venden en el mundo: la bolsa de Nueva York. Allí se fija un precio que sirve de referencia para la compra de muchos productos, entre ellos el café. Y aunque el café colombiano no se vende necesariamente a través de la bolsa, este valor es un referente para todas las transacciones de compra y venta internacionales. Por estas negociaciones internacionales, el valor del café colombiano llegó a uno de los precios más bajos desde hace muchos años: 653.000 pesos la carga (125 kilos) de café. Añadido a eso, la tasa de cambio o el valor de nuestra moneda frente al dólar también afectó la economía nacional, entre esas, la cafetera.
Álvaro Jaramillo explica cómo el precio del café se establece en la bolsa de Nueva York:
Daniel Velásquez, director de Amativo Colombia, empresa exportadora de café colombiano, expone que «el precio del café estuvo muy bajito todo el año. Incluso en el último mes estuvo en mínimos que no se veían hace años. Estamos empezando cosecha (la más grande) y el precio del café está intentando repuntar». Actualmente [noviembre] el precio interno de la carga de café está a 800 mil pesos, sin embargo, la Federación Nacional de Cafeteros está alerta ante una posible disminución del precio, pues esto generaría una nueva crisis en los cafeteros del Suroeste, ya que el costo de producción de un carga de café vale aproximadamente 760 mil pesos, obteniendo pocas utilidades o incluso pérdidas.
¿Y cómo se podrían mitigar las consecuencias de la caída del precio? El Gobierno Nacional creó una estrategia de mitigación de la crisis que consiste en la entrega de subsidios de 25 mil pesos por carga, aunque solo los otorga siempre y cuando el precio de esta baje de los 700 mil pesos. Álvaro Jaramillo también explica que una herramienta para no sufrir tanto cuando hay crisis es vender parte de la cosecha a futuro. «En el mercado uno encuentra compradores para el otro año, inclusive para el 2020. La dificultad está en que nuestros caficultores lo ven como algo exótico y riesgoso. No es vender el 100 por ciento de lo que se estima que se va a producir, solo un 30 o un 40 por ciento de la cosecha futura».
Escuchemos a Álvaro Jaramillo explicando esta estrategia de mitigación:
Además de lo anterior, también se quiere inculcar que el caficultor tenga una mayor productividad en su finca, en palabras de Jaramillo, es ideal apostarle a un proyecto que permita «más agronomía, más productividad». Entre más árboles pueda tener una hectárea, se puede mejorar la rentabilidad, por supuesto teniendo en cuenta el límite que soporte dicha hectárea.
¿Qué piensan los caficultores? Muchos se vieron afectados por la crisis internacional y aún siguen padeciendo todas las consecuencias que se derivaron de esta. Henry Zapata, caficultor de la vereda Corinto del municipio de Pueblorrico opina que «la crisis nos ha afectado a nivel general porque uno se desmotiva. El recurso ya no es suficiente para comprar abonos o pagar trabajadores. Yo pienso que esas crisis hay que analizarlas bastante porque esos insumos que nos venden a los campesinos son caros, la recolecta necesita estímulos. Uno necesita unas políticas de mayor alcance, de mayor profundidad, necesitamos que el Gobierno se meta de lleno en las soluciones. No es suficiente que colaboren con un subsidio«.
Pero hay otros caficultores que no se vieron afectados. Gustavo Palacio relata que «por fortuna a nosotros no nos afectó la crisis, es muy triste porque a los productores nacionales y mundiales les afectó por los precios tan bajos. Pero las personas que estamos en el proyecto de producir un valor agregado; producir nuestro propio café desde la plantación hasta llevarlo a café tostado y molido, no nos afecta tanto [la crisis]«. Daniel Velásquez explica que los que no sufrieron tanto con la crisis son aquellos que tienen negocios directos con empresas privadas, como Amativo, que compran el café a un precio más favorable que no está mediado por el precio internacional de la bolsa.
¿Cuánto dejará de producir el Suroeste? La producción de Antioquia es de 2 millones de sacos de café y se estima que la cifra de este año estará por debajo. En la Antioquia cafetera, el Suroeste aporta entre el 40 y el 50 por ciento de la producción del departamento y si Antioquia va a disminuir 300 mil sacos, el Suroeste dejará de producir 120 mil.
Sembrar otros productos, alternativas para la rentabilidad
Cuando hay una desesperanza con el café causada por la crisis aguda, los agricultores piensan en las sustituciones legales de cultivos. En el Suroeste están tomando fuerza los cultivos de aguacate, plátano y cacao. La Federación Nacional de Cafeteros manifiesta a los caficultores que no es un negocio tan rentable, explica Álvaro Jaramillo que «el café es un producto que siempre tiene un precio referenciado. Siempre vas a salir y encontrar quien lo compre; es decir, siempre hay una garantía de compra».
A pesar de esta opinión, la Federación ha invitado a los caficultores a que tengan un terreno diversificado, bien sea para el consumo propio y en la medida en que el caficultor sea mediano o grande, los cultivos distintos al café dejan de ser una economía de subsistencia y pasan a generar una producción mayor de otro producto que también puede ser comercializado. En el Suroeste, muchos caficultores están alternando su actividad cafetera con la producción de otros productos agrícolas; por ejemplo en Andes, donde campesinos están asociados a las cooperativas de caficultores pero también a las asociaciones de plataneros.
Heriberto Oliveros, agricultor de la vereda La Mariela del municipio de Betulia, expone que «ahorita estamos trabajando la diversificación de cultivos. Estamos mirando otros cultivos alternos como el aguacate hass o el cacao, también las huertas y las hortalizas y de esta forma mejorar la economía propia y del municipio, porque la crisis afectó la calidad de vida y la economía de Betulia».
Cafés especiales, un valor agregado
La Federación Nacional de Cafeteros considera el café especial cuando este «es percibido y valorado por los consumidores por alguna característica que lo diferencia de los cafés convencionales, por lo cual están dispuestos a pagar un precio superior. Para que ese café sea efectivamente especial, el mayor valor que están dispuestos a pagar los consumidores debe representar un beneficio para el productor».
Desde hace algunos años en Colombia se está consolidando una cultura alrededor de los cafés especiales y por ende se está acentuando una conciencia en los caficultores para darle un valor agregado al café que siembran. Este hecho permite que al momento de una crisis con el precio del café, los caficultores tengan una alternativa consolidada de rentabilidad.
Frente a este tema, Álvaro Jaramillo anota que hay una «atomización de marcas y por ello, el mercado y la demanda no es suficiente para que sea rentable para los caficultores. Pero es muy valioso que los pequeños caficultores puedan vender el café dentro de su propia región, es importante que empecemos a consumirnos el café que se produce dentro de cada municipio«.
En Colombia nos tomamos alrededor de 1 o 2 millones de sacos de café al año, de los 14 que normalmente se producen actualmente. La invitación de todos los que integran este gremio es a cambiar culturalmente para que aumente.
Daniel Velásquez explica que el tema de los cafés especiales es un nicho, con apenas el 1 por ciento de la producción y comercialización en Antioquia, puesto que el café comercial representa el 99 por ciento. Aunque muchos cafeteros se han sumado a esta alternativa. Heriberto Oliveros relata que «en Betulia estamos manejando el tema de los cafés especiales. Aquellos que tenemos un buen tratamiento de poscosecha como el buen secado y el buen lavado, estamos tostando el café y lo vendemos a nivel interno y regional. Darle valor agregado al producto es una alternativa».
«En Colombia yo pienso que hay que darle un valor agregado, no venderlo todo y que siempre se lo lleven para el extranjero de una. Podemos construir laboratorios de procesamiento de café en Colombia y venderlo ya molido. Ese producto bien tratado se puede vender en el extranjero, nos genera empleo y tiene una mayor demanda afuera. Además nosotros podemos producir nuestro propio abono en la finca, retomar esa tradición ancestral y así también recuperar el medio ambiente«, declara Henry Zapata desde Concordia.
Gustavo Palacio comenta que toda la cosecha que se produce en su finca Palacio Verde es para realizar el proceso de café especial, todo el pergamino que se produce va para la tostión de Luna Llena (marca de café especial de la finca Palacio Verde) ya que no volvió a venderle a la Cooperativa de Café de la Federación Nacional y de esta forma los precios del comercio de la producción de su finca se han mantenido estables. «Invitamos a la gente a consumir nuestro propio café y a aquellos caficultores que pueden procesar un café tostado, los invito a que se arriesguen. Producir un café tostado es sencillo, sacar el propio café de la finca, llevarlo a una maquila y empacarlo. El tema está en sacarle un buen tiempo para dar a conocer ese café y comercializarlo; por supuesto, trabajando con muy buena calidad».
Panorama para el 2019
Está finalizando un año crítico para la economía cafetera y las expectativas para el 2019 se enfocan en la estabilización del precio, la mejora en la producción de los árboles de café y un invierno menos intenso. Heriberto Oliveros, caficultor de Pueblorrico, manifiesta que «estamos concientizando a la gente para no vender el café (la carga de 125 kilos) a menos de 800 mil, pero no es fácil por las deudas». Ante ello, el director del Comité de Cafeteros de Antioquia concluye que se espera «que el año entrante tengamos algunas destorcidas en precio, es decir, que las producciones de Brasil o Vietnam [principales productores de café en el mundo] no sean tan altas».
Para Daniel Velásquez, director de Amativo Colombia, el panorama todavía no pinta muy bien, «lo veo muy difícil, en el mediano y largo plazo el precio del café tenderá a subir; pero en el corto plazo, no creo que la cosecha y la traviesa del otro año mejore. El precio que reciben los caficultores está muy ligado al precio de la bolsa».
Y aunque el futuro deba pensarse con cautela y ser mesurados con las perspectivas, Gustavo Palacio enuncia que en el 2019 quieren «apostarle a un laboratorio de café para fortalecer el tema turístico, seguir trabajando en el tema ambiental, crear una conciencia ambiental entorno a la protección de fauna y flora y consolidar una cultura cafetera«.
Sí, fue un año difícil, amargo y ácido. Sí, hay que apostarle a la creación de una cultura cafetera. Sí, el invierno puede azotar muy fuerte el campo. Sí, hay alternativas para mitigar las crisis. Sí, los caficultores y campesinos del Suroeste siguen trabajando con esmero para que el café colombiano pueda ser disfrutado hasta la última gota, y siga acompañando las mañanas de muchas personas alrededor del mundo y por supuesto, de muchos colombianos.