De la serie investigativa: Historias que enseñan
Historia de vida de la maestra Martha Rosa Trujillo Velásquez
Martha Rosa Trujillo Velásquez estudió en la Escuela de Niñas con la maestra Concha Zapata Giraldo en Amagá. Se formó durante tres años en CALMA, un Instituto Nacional para la Capacitación de Maestros, era a distancia a través de la radio.
Hizo estudios complementarios en Medellín con la directora Dolly, “más de 200 maestros no teníamos título que nos diera la idoneidad para ejercer el magisterio, debíamos presentar exámenes periódicos en los municipios de Fredonia y Titiribí, con reconocimiento de otros tres años en el Liceo Efe Gómez de Fredonia”. En esa época, la maestra protagonista de esta historia se destacó con un promedio de 4.9 en su calificación, y logró ascender a la cuarta categoría según la legislación de la época.
“Cada cuatro años nos revisaban los visitadores que llegaban en cualquier momento, eran muy estrictos con la revisión de clases, escuchaban y verificaban los libros reglamentarios, el orden y decoración del salón de clase. Enseñábamos catecismo, a sumar y a restar con chochos”.
La maestra Martha Rosa inició su labor pedagógica en Pueblito de los Bolívares, Amagá. “El sacerdote y el alcalde frecuentaban mucho las escuelas, recuerdo que las maestras Eugenia Montoya y Gabriela Arredondo nos colaboraban mucho en los procesos metodológicos de clase y administrativos de la escuela. Fui maestra del reconocido Bertulfo Ocampo, abogado y funcionario del Ministerio de Educación Nacional. Yo dormía y me alimentaba en la vereda y tenía un caballo para movilizarme al pueblo, me pagaban entre 20 y 30 pesos mensuales», recuerda.
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«En el año de 1951 aproximadamente participé en un examen de rigor y fui nombrada para el municipio de Guaca, actualmente Heliconia, en el Occidente de Antioquia, fue muy buena esta experiencia, recuerdo que por autorización de la Secretaría de Educación del Departamento de Antioquia pude llevarme a vivir conmingo a mi papá y a mi mamá. En la escuela un tablero separaba a los niños y las niñas, eran 96 alumnos. La escuela era grande, pero no había cancha ni patio de recreo. Yo les enseñaba a leer y escribir con cuentos, canciones y con un libro de metodologías propias de la época, con el método silábico por medio de los sonidos de las letras, las palabras…”
La maestra volvió a su pueblo
“Me trasladaron para la vereda Travesías del municipio de Amagá, la gente era muy amable. La escuela era una casa vieja de pisos de tierra, también alternada, y luego pasó a ser mixta, lo cual fue un gran problema, don Luis Alzate me aconsejó y me animó mucho para que realizara un muy buen trabajo con los niños. Allí trabajé 15 años aproximadamente”.
Después de un buen tiempo, la maestra Martha Rosa llegó al municipio de Venecia a la escuela Carolina Vásquez. “Trabajé aproximadamente cuatro años, allí viví con mi mamá. La escuela tenía un aula de clases para todos los alumnos, también había restaurante, una vaca y un caballo, pero no salíamos porque estábamos muy lejos del pueblo, y yo no sabía montar a caballo. Los niños eran muy difíciles, yo sabía tratarlos como maestra: los llevaba de paseo; una vez nos fuimos a conocer la choza de Marco Fidel Suarez, expresidente de Colombia, también conocimos el Parque Norte, el Cerro Nutivara, entre otros lugares, íbamos con los padres de familia, y recuerdo que un señor de la vereda que tenía 70 años fue por primera vez a la ciudad de Medellín”.
Una vez más la maestra volvió a su pueblo
“Volví a Amagá cuando el doctor Horacio Correa Flórez fue secretario de Educación del departamento, hijo ilustre de Amagá y gran benefactor, me colaboró para trabajar en la vereda La Ferrería y La Gualí.
Fui maestra durante 27 años. Esa fue mi mayor satisfacción, queriendo mucho a las comunidades educativas donde trabajé, sembrando valores de urbanidad y buenas costumbres. A los maestros de hoy les doy el mayor consejo: trabajen con mucho amor con las comunidades educativas, si uno las sabe tratar, así lo tratan a uno. No se fijen tanto en el niño necio, siéntelo junto a su escritorio, corríjanlo fuerte, pero con amor, sin alzar la mano, y siempre tengan con ustedes la Oración del Maestro de Gabriela Mistral.
En estos tiempos hay muchos cambios culturales y tecnológicos, en nuestra época utilizábamos libros de matemáticas, de lectura para consultar reglas ortográficas. También conté con la colaboración de la reconocida maestra de maestros Genoveva Betancur González frente a sus prácticas pedagógicas como maestra rural, consejera, cooperadora en lo relacionado con la administración del aula de clase, implementación de métodos, metodologías y estrategias didácticas”.
Nuestra maestra protagonista era hija de Ramón Antonio Trujillo Granados y María Dolores González, naturales de Amagá. Se casó con Antonio de Jesús Velásquez Carvajal, fue madre de cinco hijos, todos maestros, egresados de la Normal Superior de Amagá, nunca dejó de ser maestra. Cuando tuvimos esta conversación también recordó con amor a sus sobrinas Dolly, Nora, Carolina y Rosalba. Habló con un especial reconocimiento a su hijo William Alveiro Velásquez Trujillo, a quien destacó como un hombre inteligente y transformador, hoy rector de la Institución Educativa Santo Tomás de Aquino en Titiribí.
Gracias Maestra Martha Rosa Trujillo Velásquez porque desde el Cielo sigues inspirando a las nuevas generaciones de maestros de nuestra región Suroeste.
Investigación del maestro Daniel de Jesús Granados Rivera
Formador de Formadores Institución Educativa Escuela Normal Superior Amagá